El director general de Mercedes-Benz, condenado a un año de cárcel por provocar un accidente al conducir un deportivo a gran velocidad
Culpable. El primer ejecutivo de la primera empresa vasca, Emilio Titos, director general de la planta de Mercedez-Benz en Vitoria y de la automovilística alemana en España, ha sido condenado a un año de cárcel y dos de retirada del carné de conducir por conducción temeraria después de que fuera denunciado por un conductor que sufrió un accidente en septiembre de 2016 en el puerto de Herrera, a las afueras de Vitoria, donde fue rebasado a gran velocidad por dos vehículos deportivos de alta gama que conducían Titos como su hijo, del mismo nombre y que ha sido absuelto.
La resolución, comunicada a las partes este viernes, ha sido firmada por el juez de Vitoria Roberto Ramos. Sobre ella cabe recurso ante la Audiencia Provincial de Álava. Al ser una pena de prisión inferior a dos años, Titos no ingresará en prisión si bien podría estar en el aire su continuidad al frente de una empresa que aporta el 5% del PIB vasco.
La sentencia indica que los Titos circularon por Herrera “a gran velocidad” y de manera “inidónea y no adecuada a las características de la vía”. Cita incluso cómo Titos aludió en un momento de su declaración a la expresión “dar gas” a dos máquinas de entre 500 y 600 caballos de potencia. También se reseña que no respetaron las distancias de seguridad en los adelantamientos y que los hicieron en lugares de escasa visibilidad. Sobre el accidente en concreto, Ramos destaca que se produjo en una “sucesión de curvas” y que el conductor accidentado, al volante de un Ford Mondeo que circulaba adecuadamente, tuvo que frenar bruscamente por las maniobras inadecuadas del segundo de los coches, el de color amarillo, lo que le supuso perder el control y accidentarse. Titos -se lee en el fallo- “puso en peligro la vida y la integridad física” de la víctima. Aunque “ambos” actuaron con “cierta temeridad” no puede obviarse que sólo uno de ellos hizo una maniobra concreta que desencadenó el siniestro, lo que exime de responsabilidad penal al joven, que también trabaja en Mercedes-Benz.
Ramos indica como “sospechoso” que “justo después” del lugar del accidente -ambos alegaron que no lo habían visto y que no habían huido- los coches realizaran una parada. “Permite intuir o inducir que más bien pararon para comentar lo que acababa de ocurrir”, indica el magistrado, que recuerda que ambos tenían otros planes que retrasaron para hacer una parada que no estaba prevista en su ruta original. Destaca el juez la importancia de que fuera el segundo coche, el amarillo que iba detrás, el que indicara que había que parar y lo vincula a que fue el segundo -en el que Titos padre admitió ir a los mandos- el que causó el problema.
Los Titos deslizaron en el juicio que la víctima trató de chantajearles por su posición y el juez Ramos concede que su forma de actuar fue “un tanto peculiar” al hacer gestiones con el director de Mercedes-Benz antes de denunciar cinco meses después, pero remarca que su versión es consistente y sostenida en el tiempo. Obrar de manera “ilógica” no te quita “credibilidad” como víctima, remarca la sentencia, de 44 folios. Además, reseña que otros conductores que se cruzaron con los deportivos confirmar su versión de los hechos.
Ramos, por otro lado, llama la atención por la “inacción” de la Ertzaintza en la investigación de lo ocurrido. Sus informes son “incompletos” a pesar de que los testigos que auxiliaron a la víctima en el puerto de Herrera ya les alertaron de la “conducción temeraria” de los dos automóviles de alta gama. Un ejemplo: como causa del accidente marcaron con una equis la casilla “Otros” de su formulario cuando las había para referirse a la velocidad, los adelantamientos y otras infracciones, lo que les habían referido los presentes.No hubo un trabajo “arduo y complejo” en ningún momento para poder identificar a los Titos y esclarecer lo ocurrido, un delito como se ha demostrado. Si la víctima no hubiera denunciado, no habría habido juicio, viene a lamentar el magistrado.
Así fue el juicio
El juicio contra los Titos se celebró este lunes en el Palacio de Justicia de Vitoria en medio de una gran expectación. Padre e hijo, en sus declaraciones, no sólo proclamaron su inocencia -“era un paseo”; “no era una carrera”-, sino que basaron su línea de defensa en acusar de falsedad al denunciante, del que aseguran que ha querido sacar “tajada” del accidente del que salió con lesiones (pequeñas, eso sí) y el coche “siniestro total” (20.000 euros en daños).
Ni ellos ni su abogado, Gonzalo Susaeta, aludieron a los motivos que llevaron a padre e hijo a sacar de una exposición en la fábrica de la automovilística alemana dos vehículos de entre 500 y 600 caballos, con los que se hicieron decenas de fotografías. Su estrategia pasó por sembrar la duda sobre quién conducía cada uno de los dos coches, uno negro y otro de color amarillo, el que el denunciante señaló como responsable del accidente. Finalmente, aunque el padre era el que llevó más tiempo el negro, ha pesado que declararan que en medio de Herrera hicieron una parada y un cambio de coches para responsabilizar al empresario de lo ocurrido.
El empresario salió de Vitoria a los mandos del coche oscuro y el hijo condujo el más llamativo, el amarillo. Alegaron en el juicio que aquello no era una “competición” precisamente porque al día siguiente había que devolver los deportivos a la exposición, lo que exigía “extrema precaución” en el “paseo” para que no tuvieran ni un solo rasguño. El recorrido previsto era una ida y vuelta a la Rioja Alavesa por Herrera con una parada para hacer fotografías en el Balcón de La Rioja. ¿Exceso de velocidad? Los Titos sólo admitieron que pudieron alcanzar los 110 -Herrera está limitado a 90 en los mejores tramos- “en adelantamientos”, un resquicio que permite la normativa.
La pareja, que salió desde Vitoria, subió el puerto, hizo la parada en el Balcón de La Rioja, completó el descenso, giró 180 grados antes de llegar a Leza y retomó la vía de regreso a Vitoria. Fue en el punto kilométrico 26,7 cuando se salió de la calzada el Mondeo de Alejandro Ormazabal, el denunciante, que es hermano de un exconsejero del Gobierno vasco, Patxi Ormazabal. Éste narró que fue el coche “amarillo” el que le adelantó de manera temeraria, como si hubiera perdido el control, en una sucesión de curvas. Ello señalaría a Titos hijo, el que salió de la ciudad a los mandos de ese deportivo, pero ambos convergieron en que en la parada en el mirador se intercambiaron los coches. En la vuelta, el joven Titos iba por delante y el empresario por detrás. Ormazabal llegó a sugerir que él también haría lo que fuera por proteger a sus hijas de cualquier problema.
Padre e hijo realizaron una segunda parada en Peñacerrada después del incidente. Ellos alegan que fue casual, que nada vieron y que los “tres o cuatro” adelantamientos que realizaron fueron seguros. Mientras, en Herrera, un Mitsubishi se detuvo a auxiliar a Ormazabal. La conductora, una arqueóloga que volvía de una excavación en la Rioja Alavesa con tres compañeros, manifestó en el juicio que también se cruzó con los deportivos. Y dos veces. C. C. (iniciales de la conductora) dijo que “pasó miedo” al cruzarse con los bólidos y que, nada más ver el siniestro, supo de quién había sido la responsabilidad. “Pasaban los dos a la vez a toda pastilla. No nos pasó a nosotros por suerte”, indicó.
Entretanto, Titos hijo había quedado en la planta de Mercedes-Benz para enseñar el coche amarillo (y no el negro) a amigos suyos. El padre con el negro (y no con el amarillo) recogió a su mujer y a sus consuegros para dar otro paseo, en este caso hacia el norte de Álava. En la emisora de la Ertzaintza -y también a los municipales de Vitoria- ya se había avisado de que se había producido un incidente en el puerto y que había que localizar dos deportivos, según habían descrito a una patrulla los testigos.
La Policía local decidió enviar a la fábrica de Mercedes-Benz a una dotación ya que conocían de la exposición de vehículos. En efecto, al llegar se toparon con el hijo del director general saliendo del aparcamiento de la planta con el amarillo. Los agentes intervinientes han declarado que al informarle de lo ocurrido se puso “muy nervioso” y que sólo pedía hablar con su padre. La defensa alega que fueron “agresivos” y que le acusaron sin pruebas. En efecto, Titos padre recibió una llamada. “Papá, me ha parado la Policía”. Y el responsable de la principal empresa vasca acudió a la zona con el segundo deportivo, el de color negro.