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Urkullu da por finalizada la legislatura vasca y convoca elecciones para el 5 de abril

El Lehendakari, Iñigo Urkullu, anuncia la convocatoria de nuevas elecciones en Euskadi.

Iker Rioja Andueza

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Tras una semana de especulaciones, el secreto a voces se ha confirmado. El lehendakari, Iñigo Urkullu, ha anunciado este lunes en una comparecencia extraordinaria finalmente que da por concluida su segunda legislatura y ha confirmado la convocatoria de elecciones autonómicas en Euskadi para el próximo 5 de abril, en las que aspirará a la reelección. El dirigente del PNV había compartido antes su decisión con sus socios de Gobierno, los socialistas. También ha informado a los presidentes catalán y gallego, Quim Torra y Alberto Núñez Feijoó, y al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. El Boletín Oficial del País Vasco (BOPV) publicará este martes el decreto por el que se disuelve el Parlamento y que da inicio a un calendario de 54 días hasta la celebración de las votaciones.

Se trata de un adelanto electoral de importancia, de casi medio año, e impensable hasta hace solamente siete días. En Urkullu ha pesado sobremanera la incertidumbre sobre una posible convocatoria en Cataluña, con la que Urkullu siempre ha querido marcar distancias. No obstante, ha indicado que no ha sido el único factor y ha añadido que más que Cataluña en sí misma ha pesado la “situación del Estado”. 

Según Urkullu, “el clima electoral se ha instalado en Euskadi” y esa “dinámica” hace “muy difícil” completar la legislatura. El adelanto, ha argumentado el presidente vasco -arropado por todos sus consejeros salvo María Jesús San José, de viaje a Madrid- es “en beneficio de la sociedad vasca”. “Ahorramos a la ciudadanía una campaña permanente de ocho meses”, ha argumentado el lehendakari. En las últimas horas se había producido un intento de acercamiento con Elkarrekin Podemos, con quien pactó los presupuestos, para aprobar hasta ocho leyes, pero el lehendakari ha parecido dar a entender que no tenía muchas garantías de éxito esa alianza. 

Así las cosas, el PNV y Urkullu se lanzan a por una mayoría absoluta, aunque dando por supuesto que habrá de ser en coalición con el PSE-EE.  “He estado muy cómodo con el Gobierno de coalición en minoría. ¿La mayoría absoluta? Sería deseable, sí. Si fuera monocolor, mejor que mejor. Pero sabemos que eso no es posible en Euskadi”, ha contestado el lehendakari preguntado por los medios de comunicación.

Además, en las últimas semanas se han multiplicado las críticas de la oposición por la contundente sentencia de corrupción del 'caso De Miguel' contra exdirigentes y excargos nacionalistas y por las publicaciones de este periódico en torno a las 377 adjudicaciones -la mayoría de Presidencia- a un grupo de empresas de un cuadro del PNV (Montai). En la legislatura también tuvo que dimitir el consejero de Salud, Jon Darpón, y otros cargos de su equipo, cercados por la polémica de las filtraciones de exámenes en las oposiciones médicas de Osakidetza. Por si fuera poco, en las últimas horas el Gobierno ha tenido que gestionar la crisis del desprendimiento del vertedero de Zaldibar.

Era tan inesperado este final abrupto de la legislatura que el propio PNV tenía fijado el 7 de marzo como fecha para la proclamación de Urkullu como candidato. Este proceso deberá ser necesariamente abreviado ya que el plazo para la formalización de candidaturas expira el 2 de marzo, aunque Urkullu no ha sabido dar detalles al respecto y ha pedido disculpas porque se trata de un asunto interno del partido. Incluso se había anunciado que mañana martes se aprobarían nuevos proyectos de ley para su envío al Parlamento, entre ellos el de Juventud. La legislatura acabará sin que el Gobierno de coalición PNV y PSE-EE saque adelante tampoco las leyes contra el Cambio Climático, de Igualdad, re reforma del sistema de garantía de ingresos o de Memoria Histórica.

También queda empantanada la reforma del Estatuto, a pesar de que Urkullu ha considerado “un éxito” el trabajo de la ponencia de autogobierno. No obstante, el Ejecutivo confía en recibir en funciones las tres transferencias del Estatuto pendientes desde 1979 pactadas la pasada semana con la nueva ministra de Política Territorial, Carolina Darias. Además, el 20 de febrero se ha anunciado la presentación de un calendario para completar el resto de traspasos, incluidos Prisiones y la gestión del régimen económico de la Seguridad Social.

Ocho años en Ajuria Enea

Urkullu accedió al cargo en minoría en 2012 y devolvió el poder al PNV tras la etapa de Patxi López, sostenido por PSE-EE y PP. En 2013 se vio obligado a retirar sus primeros presupuestos por falta de apoyos en la Cámara, lo que estuvo a punto de poner fin a aquella legislatura. Sin embargo, el PNV logró un acuerdo de estabilidad con los socialistas que en 2016, tras las elecciones autonómicas, se convirtió en la reedición de las coaliciones históricas de la década de 1990. 

PNV y PSE-EE tienen 37 escaños de 75 en el Parlamento y confían en lograr mayoría absoluta tras los comicios. Pese a que la mayoría sólo quedó a un escaño -ganado por EH Bildu a ultimísima hora-, ese reparto de asientos ha condicionado la legislatura, hasta el punto de que el Gobierno ha llegado a denunciar una “pinza” de EH Bildu, Elkarrekin Podemos y PP para bloquear la acción del Ejecutivo. 

Urkullu inició el mandato mirando a la derecha, al PP, coincidiendo con los acuerdos del PNV con el Gobierno de Mariano Rajoy. Fueron dos los ejercicios en que las cuentas las aprobaron PNV, PSE-EE y PP. Tras la moción de censura, Urkullu exploró sin éxito la fórmula del pacto con EH Bildu, que acabó en un cruce de reproches. Hace sólo unos meses, con la promesa de buscar un final tranquilo de la legislatura, el Gobierno firmó un pacto económico con parte de Elkarrekin Podemos (IU se desmarcó) que ahora se ha visto superado por los acontecimientos sin que el grueso de los puntos acordados se hayan puesto en marcha.

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