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Sobre este blog

eldiario.es presenta 'Operación Chanquete', novela veraniega por entregas escrita por Isaac Rosa e ilustrada por Manel Fontdevila. Una mirada crítica a la nostalgia y la mitificación de los años ochenta, protagonizada por un misterioso grupo de jóvenes activistas, que con sus espectaculares acciones denuncian la falta de futuro. Una historia de intriga y humor llena de precarios, submileuristas, becarios y gente que no se ha enterado de que la crisis ya pasó.

No nos moverán

No nos moverán

Isaac Rosa / Manel Fontdevila

Que el detenido no era Chanquete quedó demostrado al día siguiente de la operación policial, cuando quedó en libertad sin cargos. No tenía nada que ver con el grupo, ni siquiera era otro infiltrado. Cualquiera pensaría que lo escogieron al azar para tranquilizar a quienes se habían puesto muy nerviosos con las últimas grabaciones. Y por supuesto, los medios que anunciaron su caída y publicaron su foto en portada, se olvidaron de rectificar, no digamos ya pedir disculpas.

El daño ya estaba hecho, y muchos se quedaron con la idea de que toda esa historia de Chanquete y los demás era un invento de “los catalanes”, “los de Bildu”, Venezuela y hasta los rusos, que todo tipo de intoxicaciones circularon. Si a eso sumábamos el pinchazo en el concierto de la EGB, parecía que el grupo quedaba muy tocado, y había perdido en pocas horas las simpatías ganadas con sus primeras acciones.

Para recuperar la iniciativa necesitaban un golpe de efecto, algo más que difundir grabaciones que tampoco habían conseguido gran cosa hasta el momento. Y además, necesitaban algo que los reconciliase con los cuarentones que se habían sentido atacados en su orgullo nostálgico.

Ahí fue cuando lanzaron el “No nos moverán”. Bueno, en realidad no fue el grupo de Chanquete, aunque así se lo adjudicase la mayoría: era una acción de una coordinadora estatal de asambleas de vivienda, plataformas contra desahucios y sindicatos de inquilinos. Chanquete y los suyos solo pusieron el envoltorio, el toque nostálgico, pues la acción llevaba ya tiempo organizándose al margen de ellos y con discreción.

La señal que todos los colectivos implicados habían convenido para dar inicio a la acción era la difusión de un vídeo con un fragmento de la serie Verano azul, un fragmento mítico que todos recordáis: subidos a La Dorada, asomados a estribor, Chanquete, Julia con su guitarra y los chicos cantan el “Del barco de Chanquete no nos moverán…”, frente a quienes querían urbanizar aquel terreno.

Fue solo la señal, la llamada para que ese mismo día se difundiesen decenas de videos, todos bajo la etiqueta #NoNosMoverán

El primer vídeo fue de los vecinos de varios bloques de viviendas de Vallecas. Más de cien familias, todas en alquiler en pisos propiedad de una filial de Blackstone, el fondo buitre que llevaba años comprando de saldo todo lo que malvendían bancos, grandes propietarios y empresas públicas de vivienda. Los vecinos anunciaron mediante aquel vídeo que iniciaban una huelga de inquilinos, y que no pagarían el alquiler hasta que la empresa accediese a negociar rentas razonables y dejase de amenazar con echarlos. En el vídeo salían todas las familias delante de uno de los edificios, leían un comunicado, y cantaban el “No nos moverán”, con la letra adaptada a su situación.

En seguida empezaron a circular vídeos similares, inquilinos de otros bloques propiedad de ese y de otros fondos por todo el país, anunciaban que se sumaban a la huelga de alquileres y que dejaban de pagar desde ese día. Todos terminaban sus palabras cantando la misma canción.

A media tarde ya eran más de tres mil las familias que se habían unido a la huelga. Todos habían publicado vídeos similares, y muchos además colocaron en sus balcones y ventanas pancartas de “No nos moverán”.

-No nos moverán, no podrán echarnos a todos –dijo en rueda de prensa un portavoz de los huelguistas, oculto tras la careta de Pancho-. No nos moverán, somos muchos. Esto es como aquello que se decía de los bancos: si le debes diez mil euros al banco, tienes un problema; si le debes diez millones, el problema lo tiene el banco. Pues con nuestra huelga pasa lo mismo: si no pagas el alquiler, tienes un problema. Pero si todos los inquilinos dejan de pagarlo, el problema lo tiene la empresa propietaria. Y el gobierno, que ya no puede seguir mirando para otro lado ante la emergencia habitacional que sufre este país.

La careta era casi una coquetería, porque todo el mundo reconoció tras ella a un conocido activista de la vivienda, miembro de un sindicato de inquilinos. Y aunque yo no estaba segura, juraría que ese no era el “Pancho” que yo había visto en aquella reunión en el polígono.

Al día siguiente se multiplicaron las adhesiones a la huelga, ahora también inquilinos de otras empresas y de grandes propietarios que hubiesen impuesto subidas abusivas o intentasen desalojar para dedicar los pisos a alquiler turístico: en esos casos, no siendo fondos buitres, los inquilinos decidían pagar la renta anterior a la subida, y forzar así el mantenimiento de la misma o incluso una bajada.

-Solo hay una cosa que me fastidia de todo esto –comentó el jefe de Opinión en la reunión de esa mañana-: me fastidia lo de la canción.

-¿No te gusta el “No nos moverán”? –pregunté.

-Al contrario, me encanta, me pone la piel de gallina oír las primeras notas. Pero la canción original, no esa. La original es muy anterior a la serie, una de las más viejas canciones populares de lucha, en todo el mundo y en todos los idiomas. Aquí mismo, al final del franquismo y en la Transición, era un himno de resistencia, se cantaba en las manis. Pero por culpa de la serie, varias generaciones habéis crecido pensando que la canción la compusieron para ella, y que además la letra es “Del barco de Chanquete no nos moverán”, en vez de la preciosa original.

Me la puso en su teléfono, en versión de Joan Baez:

“Unidos en la lucha, no nos moverán,

unidos en la lucha, no nos moverán,

como un árbol firme junto al río…“

-Ahí tienes, eso también fue nuestra Transición: coger la memoria de la resistencia antifranquista y reciclarla en teleserie familiar. Es lo mismo que pasa ahora con “Bella Ciao”, que es un himno antifascista pero los jóvenes creen que la ha inventado Netflix para la Casa de Papel esa.

Pero eso poco importaba a quienes llevaban dos días haciendo cantar a todo el país el “No nos moverán”, aunque fuese en versión “barco de Chanquete”. Además de los vídeos, circulaban documentos con instrucciones para unirse a la huelga de inquilinos, modelos de carta para enviar al propietario, cautelas legales, teléfonos de abogados colaboradores, dudas resueltas.

No sorprendió que el número de adhesiones creciese exponencialmente en horas, o que a la mañana siguiente, en la rueda de prensa del Consejo de Ministros veraniego, la portavoz anunciase la creación de una comisión interministerial y pidiera una reunión a los responsables de la huelga, además de prometer próximas medidas y pedir comprensión a los grandes tenedores de vivienda. Por supuesto, fue duramente criticada por aquellos partidos y medios que exigían el respeto a la propiedad privada y a la legislación vigente. Fueron estos quienes más insistieron en atribuir la huelga al “comando Verano azul”, esos “antisistema amigos de independentistas y batasunos”.

Más importante que eso, la acción –pese a no ser propiamente una acción del grupo-, sí consiguió reconciliar a los “jóvenes antinostalgia”, como los llamó un periódico, con sus mayores nostálgicos que se habían sentido atacados en su memoria sentimental. El problema de los alquileres no era un asunto de jóvenes, al contrario: afectaba también a cuarentones como mi padre, que había tenido que volver a casa de los abuelos tras el divorcio, por no poder pagar un alquiler.

Yo misma, que estaba un poco harta de Chanquete y compañía por haberme implicado sin mi consentimiento, me reconcilié también con ellos. Tanto, que cuando recibí el SMS convocándome a una nueva reunión del grupo, ni lo dudé.

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