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Cerca de África

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, en la noche del 23J.

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"La cura para todo es siempre el agua salada: el sudor, las lágrimas o el mar"

Karen Blixen

Ha sido muy entretenido oír repetir la consigna de que el viaje a Marruecos del presidente del Gobierno en funciones con su familia era un “viaje privado”. Lo privado es político –no hacen falta que se lo recuerde, últimamente lo oímos repetir mucho– y donde menos duda cabe es en el caso de Pedro Sánchez. Dejémoslo en que el viaje no es oficial y no siéndolo es privado, pero, desde luego, una lectura política tiene. ¡No vamos a suponer al secretario general del PSOE tan poco avisado como para elegir por mero placer veranear a 45 grados a la sombra pudiendo estar a 26 en Lanzarote! Al menos reconozcámosle el sacrificio, porque lo es.

Sánchez mira a África y lo que me parece grave es que el resto del país no lo haga. La que se ha liado en el continente con el golpe de estado en Níger es de aupa-el-Erandio, como hubiera dicho mi ama. Para ver el bosque, despejemos la escena. Un golpe militar ha expulsado del poder al presidente democrático de Níger, Mohamed Bazoum, que está retenido en su palacio por los golpistas (28 de julio). La zona está totalmente desestabilizada y la influencia de Rusia hace prever la llegada al país de los mercenarios de Wagner, ahora dependientes directamente del Kremlin, como ya se encuentran en Mali, Sudán, República Centroafricana y Libia. La población que apoya el golpe increpa a Francia –que como España ya ha evacuado a sus nacionales– y espera de Rusia cereal, ayuda técnica agrícola y, en general, un apoyo que consideran que Europa no les da. Así que, si como parece el golpe se instala, nos hallamos en una especie de emparedado entre Ucrania y el Sahel con los rusos de fondo. 

No sólo eso. El Sahel, Níger, constituyen una de las áreas básicas de preocupación exterior de España desde hace años. En la época Rajoy, el ministro Zoido se desplazó expresamente a entrevistarse con Bazoum, entonces como él ministro del Interior, y manifestó: “Níger es un socio fundamental de España en el Sahel y por eso vamos a reforzar nuestra cooperación en la lucha contra el terrorismo, el crimen organizado y la inmigración irregular”. En esa frase se recoge la madre del cordero. El yihadismo que domina grandes extensiones de la zona –filiales de Al Qaeda y Estado Islámico– provoca grandes matanzas, más de 2.500 personas asesinadas el año pasado, y el terror empuja a las poblaciones hacia la costa norte del continente. Los traficantes de seres humanos, las mafias, campan a sus anchas dirigiéndolos a cruzar el Mediterráneo ora por Libia ora por Argelia o por Marruecos. 

La cuestión es tan acuciante que el Gobierno español consiguió en la cumbre de la OTAN de Madrid incluir el llamado “flanco sur”, esa zona concreta, como una de las amenazas en los listados de la Alianza Atlántica. La situación estaba más o menos controlada con la democracia colaborativa en Níger, la presencia francesa y las misiones como ECI Níger, a las que la UE destinada presupuesto y España personal para formación de policías, control de inmigración en fronteras, etcétera. Todos esos profesionales han sido evacuados estos días. Si miran un mapa, verán que si Níger queda desestabilizado, el control de flujos migratorios en el Sahel se descalabra y que el único colchón entre la zona y el Mediterráneo está formado por un estado fallido como Libia y por Argelia y Marruecos.

Así que no hay mayor chorrada que la soltada por el ínclito Abascal para meterse con el viaje de Sánchez al relacionarlo “con la puerta abierta a la inmigración”. Es justo al revés. Si algo le interesa ahora mismo a España y a Europa es revertir el golpe de Níger –muy difícil– o asegurarse de que los estados ribereños sigan ejerciendo de colchón. Obviamente a Sánchez tampoco le interesa, en medio de la negociación de la investidura, una trágica avalancha de inmigrantes como las ya vividas. Una cosa no empece la otra. Tampoco el amor a los derechos humanos debe impedir reparar en que un flujo incontrolado y masivo de inmigrantes hacia los países del Mediterráneo no es deseable y menos si es espoleado por Putin. Repito, la influencia sobre la zona puede ceñirse a manos rusas. El sandwich.

Es muy entretenido debatir de insustancialidades, pero eso no hace que controlemos más la realidad a fuerza de ignorarla. En Marruecos están encantados con la visita. “El simbolismo de la estancia de Pedro Sánchez es fuerte –escriben en Le360–. Su desplazamiento a Marruecos se quiere un mensaje de amistad hacia Marruecos, habiendo sido las relaciones entre Rabat y Madrid raramente tan sólidas y perennes”. Ahora unos replican, ¡el Sáhara! y otros, ¡Pegasus! y no son asuntos menores ni sobre los que las cosas estén claras, desde luego, pero sobre la situación provocada por el golpe de Níger, sobre eso, está todo clarinete. Así que –sigo con el artículo marroquí– a la espera de la constitución del Congreso para negociar después la investidura “mientras espera, aprovecha y tiene razón en hacerlo”. 

Por todo lo anterior resulta especialmente incomprensible la postura del PP y los argumentos absurdos expresados para atacar a Sánchez también por este viaje. Cuando hablan de una provocación ¿a quién, a ellos?, porque a ninguno de nuestros aliados le puede provocar el viaje sino una sensación de alivio. O cuando Gamarra lo acusa de irse de vacaciones dejando en la estacada al país, ¿es que esta señora, a la sazón mi paisana, no sabe nada de lo que les dejo escrito aquí? Lo de Níger sí que puede dejarnos en la estacada. 

Si me leen en el chiringuito o en la playa todo esto puede parecerles de un aburrimiento sideral, pero si miran a ese mar que tienen enfrente y que probablemente sea el Mediterráneo, piensen que todo esto pasa justo en la otra orilla. Si aún así les resulta duro, tengo una explicación alternativa mucho más tuitera. ¿Se acuerdan de la lona de los parapoliciales de Desokupa? Sí, esa con el tipo aullando y la cara de Sánchez: “Tú a Marruecos, Desokupa a la Moncloa”. ¿Se acuerdan? Si les gusta más, piensen que el viaje de Sánchez es una peineta: “Yo a Marruecos y también a Moncloa, vosotros a la mierda”. Es más divertido, pero modestamente yo insisto en lo del Sahel. Soy muy cabezota.

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