Lucifer, el Diablo mismo en persona, contra España
El próximo 30 de octubre el exministro de Interior, Jorge Fernández Díaz ha sido citado por el titular del Juzgado Central de Instrucción número 6 de la Audiencia Nacional, Manuel García Castellón, como imputado por la posible vinculación con la Operación Kitchen.
No quiero pecar de agorero, pero me pregunto: ¿Sabe el juez, con todos los respetos, a quién ha citado como implicado? ¿Sabe qué altos designios han movido las actuaciones del exministro? Porque yo tenía mis serias dudas. Veía una proliferación absoluta de destructores de la unidad de España. Veía un día sí y otro no a Carles Puigdemont, con su endemoniada pelambrera, tratando de destruir a España desde su peligrosa Generalitat. Vi a Pablo Iglesias, con su endemoniada coleta, ahora reconvertida en endemoniado moño, entrando en el Gobierno para destruir España desde su peligrosa vicepresidencia. Observaba evidentes y llamativos síntomas en ese mismo sentido de filoetarras, filocomunistas, filosanchistas y hasta de Jorge Javier Vázquez, que ahora compagina su Sálvame con el peligroso Séneca, seguramente un apéndice terrenal del Diablo.
Hasta que supe la verdad, gracias a aquel impagable mensaje en video del exministro de Interior que se transmitió urbi et orbe el pasado mes de junio. La destrucción de España no era sino una operación preparada directamente por el mismo Diablo. Y no por cualquier espíritu maligno, no por cualquier ángel caído como Semyazza o Azkeel. No. Era el Diablo mismo. El propio Lucifer, también conocido como Satanás. Y nos lo decía el exministro ante la cámara, con dos bemoles. Y los desventurados que no lo hayan visto que corran a verlo y sean así conscientes del inconmensurable peligro que acecha.
Esa información para mí era oro, y venía de una fuente extraordinariamente fiable, la más fiable, el anterior Papa Benedicto XVI, quien le informó personalmente en su residencia del Vaticano. Porque claro, Jorge Fernández es más de Benedicto, más de un Papa como Dios manda, en la línea de Juan Pablo II. No como Francisco, el Papa actual, un rojillo a fin de cuentas. De estos jesuitas que antes marcaban la línea precisa de la ortodoxia católica, y que con Pedro Arrupe, como Prepósito General de la Compañía, descubrieron la inculturación y la opción preferencial por los pobres. Marx en estado puro.
Digo, pues, que Fernández Díaz nos mostró la Verdad, así con mayúsculas. Y gracias a ello asumimos que todo lo que él haga lo hace por el bien de todos, aunque los demás no lo sepamos. Aunque nuestro propio conocimiento esté velado por fuerzas diabólicas. No somos conscientes de que lo hace para librarnos, precisamente, del Diablo.
Nosotros no somos de comunión diaria, ni cumplimos ese precepto de comulgar nueve primeros viernes de mes seguidos para obtener la indulgencia plenaria. Pero él sí, y por eso tiene indulgencia plenaria, y no una sino varias. Algo dijo Lutero sobre que eso de las indulgencias hacía que los cristianos evitaran arrepentirse de verdad, en su fuero interno, y lo sustituyeran comprando indulgencias. Pero eso son cosas de Lutero que ya sabemos de qué pie cojeaba, otro rojo o, al menos, protestante, que es casi lo mismo.
Aquí lo que importa es la profunda fe de Fernández Díaz y su convencimiento de que siempre obra contra el Diablo. Y así tiene una gran ventaja sobre el común de los mortales, que no somos merecedores ni de besarle los pies. Por eso lo acusan ahora de que cuando ascendió a los altares del ministerio del Interior comenzó su labor callada y sacrificada, de poner las herramientas coercitivas del Estado en pie de guerra contra el maligno y sus acólitos. Y hay por aquí muchos acólitos de Lucifer, algunos evidentes y otros como lobos disfrazados de ovejas que tratan de engañar a las buenas gentes. Y ahí el exministro tiene la capacidad del discernimiento, sabe a quién poner bajo la lupa de los poderes del Estado, sabe a quién vigilar, a quién darle un empujón al abismo con “informaciones reveladoras”, lo sabe todo porque tiene la mejor fuente. La única verdad revelada.
Una buena amiga que no entiende lo de la verdad revelada, me dice que este tipo de hombres pueden ser de lo más peligroso, porque con esas ideas obsesivas en la mente se han mantenido en el poder durante años. En este caso, al mando de las fuerzas de seguridad de un estado democrático, y que ha sido imputado por ello. Que ha utilizado, según la imputación fiscal, los recursos públicos, las estructuras personales y materiales de las FSE para intereses espurios. Que, curiosamente ha contado con el apoyo inestimable de un sacerdote católico, Silverio Nieto, que tiempo atrás fue policía de la Brigada de Información del dictador Francisco Franco. Que ya decía Friedrich Nietzsche que el cristianismo “ha hecho una guerra a muerte a ese tipo superior de hombre, él ha extraído de esos instintos, por destilación, el mal, el hombre malvado, el hombre fuerte considerado como hombre típicamente reprobable, como hombre réprobo”.
Pero a mí, que quieren que les diga, cuando veo a don Silverio Nieto, que dicen que era confesor del exministro pero el lo niega, en esa foto suya, publicitada ahora, con el fondo de otra foto en la que aparece Juan Pablo II saludando al cardenal Rouco Varela, veo una trinidad que guía los pasos de Fernández Díaz. Ahí está el camino y no en las palabras de ese Nietzsche acusando al cristianismo de crear la imagen del “hombre réprobo”. ¡Pues claro que réprobo y malvado! Menos mal que han ido surgiendo grandes hombres infundidos de la gracia plena como Trump, Bolsonaro, o en nuestro caso más modestamente, Fernández Díaz, ahora atacado por doquier y todavía no juzgado, sólo imputado, que nos señalan el camino a seguir.
Los enemigos del Estado son innumerables, atacan por tierra mar y aire. Y los buenos hombres, algunos hombres buenos, han dado el paso adelante que les ha sido solicitado y actúan con verdades que nosotros, simples mortales desinformados, no somos capaces de comprender. Para mí está claro que como decía Blaise Pascal: “Le cœur a ses raisons que la raison ne connaît point” (el corazón tiene sus razones que la razón ignora). Y el exministro se lo ha tomado al pie de la letra. ¿Qué más da que la razón te diga una cosa, si el corazón te dice otra? Y, si además Benedicto XVI te ha dado, en exclusiva, la información de que el Diablo quiere destruir España, tú tienes la obligación de obrar en consecuencia, y más si cuentas con medios para ello.
Mi amiga vuelve a decirme que quizá Fernández Díaz se ha pasado de frenada, que el juez le ha citado a declarar el próximo 30 de octubre, que el fiscal en su auto pone las cosas muy feas para el exministro, que su partido ya le sitúa en la categoría de “ese señor del que usted me habla”, que las investigaciones contra la anterior cúpula del ministerio del Interior del gobierno de Mariano Rajoy, fijan el “centro nuclear” del famoso caso Kitchen en aquel ministerio del Interior, “desde donde se habría dirigido y coordinado toda la operativa, presuntamente con la participación directa del ministro y actuando por delegación de este, al parecer, el secretario de Estado de Seguridad”.
Está muy preocupada porque el problema con la operación Kitchen es que deja en mal lugar, por el momento, a todo un ministro del Interior, precisamente el encargado de velar por la seguridad del país, lo que quiere decir de sus ciudadanos. Si esto es así, y las acusaciones terminan siendo comprobadas en el juicio, los ciudadanos, me dice, ya nos podemos poner a temblar porque quienes tenían que defendernos en el más estricto respeto a la legalidad se la saltaron, según la acusación, cuando le vino en gana. Hombres de comunión diaria, me añade, que cuentan con la protección extra de un ángel de la guarda personal, pueden resultar de lo más peligroso porque si se portan mal, de inmediato tienen el recurso de la confesión y la consiguiente absolución, un padrenuestro, tres avemarías y un poquito de cilicio por la noche. Y ya está, a otra cosa mariposa, con la conciencia más limpia que con Netol.
¡Esta amiga! Me parece que va a ser hora de ponerla en las listas de filoalgo. Llámenme ingenuo, pero yo sigo creyendo que a Lucifer hay que atacarlo con todas las armas y que si el exministro obtuvo la revelación por boca del Papa emérito, por algo será. Los eméritos, últimamente, tienen mucho que decir.
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