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Matemática ultra

El líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo en un evento el 21 de junio de 2023, en Madrid.

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Cuentan que cuando el “príncipe de los matemáticos” Carl Friedrich Gauss tenía nueve años, su profesor de Matemáticas castigó a todos los alumnos de su clase a sumar los números del 1 al 100, suponemos que con la esperanza de que aprendieran algo y a la vez le dejaran un rato tranquilo. Gauss halló el resultado rápidamente y concluyó que para hallar la suma total no tenía más que multiplicar 101 x 50 = 5.050 pero si no eres un genio, te puedes tirar un buen rato suma que te suma. Alberto Núñez Feijóo ha emulado en los últimos días al maestro del joven Gauss y nos ha puesto de deberes “matemáticas de estado”, como las ha bautizado Elías Bendodo, que se traducen en que cuantos más votos de la derecha ultra tengas que sumar, más principios democráticos tienes que restar. Por seguir un poco con las matemáticas y la teoría de juegos, el PP está practicando repetidas veces el juego de la gallina, que consiste en frenar un coche lo más cerca posible de un acantilado sin despeñarse. Lo peor del asunto es que en ese coche viajamos todos.

Iván Espinosa de los Monteros, cuya cuenta de Twitter es uno de mis placeres culpables, ha entendido perfectamente lo de las matemáticas de estado. Como pertenece al partido que pertenece ha popularizado el hashtag #MatemáticasParaProgres, en el que calcula cuántas concejalías, consejerías o ministerios le tocarían a Vox no ya en función de su porcentaje total de votos, sino en función del porcentaje de votos que tienen dentro del bloque de la derecha. No sé si me siguen a estas alturas pero, en sus cálculos, el 8% de Extremadura se convierte en un 17% del bloque de la derecha, y al partido ultra le corresponderían, por tanto, dos consejerías. En realidad 1,9, pero Espinosa de los Monteros redondea hacia arriba y aún dice más, que si se repite lo que ha pasado en otras comunidades en realidad les tocarían tres. Si en esto no nos fuera la vida resultaría hasta entretenido.

Cuando Borja Sémper aspiraba a la alcaldía de San Sebastián en lugar de estar presentando campañas desde playas falsas, dijo aquello de que “el problema de un pacto con Vox, más allá de la suma de diputados o concejales, es que sea capaz de influir en materias sensibles que transformen lo que representas”, y calificó de disparate lo de la “violencia intrafamiliar” cuando se lo estaban diciendo a la cara de Juanma Moreno Bonilla y no a la de todo el PP. Entonces no se había impuesto en el partido la visión puramente cuantitativa de la política, que es aplicar las cuatro reglas a la democracia, la complejidad de la realidad y la vida de las personas con el único objetivo de conseguir el poder.

Fue también un gallego, como Núñez Feijóo, el que inventó la primera calculadora capaz de realizar las cuatro operaciones aritméticas. Se llamaba Ramón Verea y su calculadora de hierro y acero de 26 kilos se conserva en la sede central de IBM, en Estados Unidos. Creo que es la máquina ideal para medir los pactos electorales entre el PP y Vox, aunque Verea, que nació en 1833, tenía más claro lo que era la igualdad que el partido conservador español de 2023. En un artículo firmado en 1884 escribió: “El hombre hace unas leyes para sí y otras para la mujer. Mientras el hombre se considere el amo de la mujer, mientras le niegue la igualdad civil, mientras no la mida con la misma vara que a sí mismo, no podrá decir con verdad que ha dado un paso en la senda del verdadero progreso”. Necesitaremos echar mano de la aritmética no ya para saber quién gobernará en España, para contar cuántos años vamos a retroceder. Calculen ustedes. 

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