Reconstruir una mirada distinta
El nuevo año nos recordó el 70 aniversario de Auschwitz y la terrible tragedia del Holocausto. Finalizado el tórrido verano hicimos memoria sobre esta maquina de la muerte que hizo explosión en Hiroshima y Nagasaky. En las misma fechas se estrenaba la última película –en realidad su testamento-- de Alain Resnais “Amar, beber, contar” fallecido el año anterior y que es un juego de lenguajes entre cine y teatro. Ahora nos llegan las imágenes del niño Aylan en la playa muerto, después de huir de la represión y una víctima más del gravísimo problema de la inmigración.
Decía Piglia que el cine no refleja la realidad sino que la reproduce. Resnais ha sido uno de los grandes realizadores que no ha querido representar el cine como una auténtica vivencia como ser una vivencia. En “Noche y Niebla” lo que le importa no es lo que pasa con los campos de exterminio, sino cómo se presenta. Fue el primero que no miro en otra dirección sino que supo crear un “nuevo realismo” reconstruido con una mirada distinta. Quizá por eso tuvo tanta crítica y en algunos casos una oposición total. España tardó muchos años en permitir el estreno del film.
En su afán permanente por facilitar la memoria necesaria para no olvidar –que defendia Pingaud- supo crear en “Hiroshima”, como en sus realizaciones anteriores una memoria individual que a la vez se transforma en colectiva. No muestra Hiroshima bajo la visión del turista, sino a través de la historia de un hombre y una mujer que no han conocido el genocidio de primera mano. El es su compañía en Hiroshima y ella en esta ciudad no puede olvidar Nevers. Es la narración de dos amores prohibidos. Ella con un soldado alemán. El con un pasado que demuestra que la memoria es dolorosa y el presente peor. “Como tu yo también intente luchar contra el olvido”. La aventura es imposible. La intensidad de ambos personajes resulta directamente de la fuerza de un pasado colectivo. La visita a Hiroshima recrea la tragedia de la bomba atómica. Nos presenta el tiempo a través de la investigación mental en todo lo que sucede siempre en presente.
La posibilidad de redención de la actriz enamorada del japonés a través del amor es una deconstrucción de la propia realidad, porque ella habla al japonés pero también al soldado alemán. El travelling artístico y literario entre Nevers e Hiroshima son los puntos de referencia de que ambos personajes –como acaso nosotros también—somos fantasmas de la Historia y por eso pasan a ser personales para todos.
La muerte de los campos de concentración, las bombas del Japón, la maquinaria de la guerra actual necesita de personas que sepan ver las cosas de frente y crear una mirada que nos desborde. Me gustaría pensar como filmaría hoy el cineasta francés la tragedia de Aylan. Nos lo dijo el propio Alain Resnais: “La muerte es el país donde llegamos, cuando hemos perdido la memoria”.