El juez propone juzgar por homicidio a los tres policías que mataron a tiros a un joven en su casa de Vallecas
Los tres policías nacionales que causaron la muerte a tiros del joven Kebyn Peralta en Madrid van camino de sentarse en el banquillo. El juez del caso ha dictado un auto en el que establece que será un tribunal del jurado el que decida si los policías podían haber reducido al joven sin apretar el gatillo, como hicieron en al menos 18 ocasiones ante un presunto ataque con cuchillo, o si se excedieron hasta cometer un delito de homicidio.
En un auto dictado el pasado lunes, al que ha tenido acceso elDiario.es, el titular del Juzgado de Instrucción número 1 de Madrid, Pedro López Jiménez, da por finalizada la instrucción afirmando que “resulta verosímil la imputación que de los hechos relatados se hace a los policías nacionales”. Esos hechos, añade, “revisten, por ahora, y sin perjuicio de ulterior calificación, los caracteres de delito de homicidio”.
De acuerdo a la Ley Orgánica del Tribunal del Jurado será un tribunal de ciudadanos quien juzgue a los tres policías nacionales que, en cualquier caso, tienen un plazo de tres días para recurrir la decisión del magistrado.
De no prosperar el previsible recurso de las defensas ante su decisión, el tribunal del jurado analizará toda la prueba practicada hasta ahora, esto es, escuchará a las acusaciones, los acusados, los peritos que han elaborado los informes… y decidirá si se declaran probados o no los hechos atribuidos a los policías. Con su decisión, el presidente del tribunal redactará el fallo.
Kebyn Brayan Peralta Asencio, un joven de 20 años, negro y de nacionalidad española, falleció el 26 de noviembre de 2021 a consecuencia de seis disparos de los al menos 18 disparos que realizaron tres policías nacionales en el rellano de su casa, en el barrio de Palomeras, uno de los más castigados de la capital. La madre del chico había salido a la calle, en compañía de un hermano de la víctima, para llamar a la Policía y pedir ayuda por el estado alterado y violento en el que se encontraba su hijo.
La versión policial
Esther, la madre, esperaba que los agentes calmaran a Kebyn o le sacaran del domicilio, pero al poco de que comenzaran a subir hasta la novena planta, pertrechados con un escudo protector y sus armas reglamentarias, empezó a escuchar disparos.
Los policías declararon en sede judicial que entraron al domicilio con las llaves que le había facilitado la madre de Kebyn y le pidieron que salieran de su cuarto. Lo que encontraron, aseguran, es al chico con la mirada perdida y escondiendo un cuchillo de 12,5 centímetros de hoja –algo más grande que el que se utiliza como cubierto para un filete– bajo una manga.
Según el relato de los agentes, Kebyn les atacó repetidamente en embestidas contra el escudo, tras el que se situaban alineadamente los tres. El chico, dicen, impactaba el cuchillo contra la protección, arremetía con el arma blanca por encima de ella y por los laterales, hasta que el agente que lo portaba lo perdió. Kebyn, según este relato, habría aprovechado para intentar acuchillar en la cabeza a uno de los agentes, que esquivó varias veces las cuchilladas a poca distancia.
Fue este agente el que habría disparado en primer lugar. Los otros dos que habían subido con él en ascensor, le imitaron. Cuando el cuarto policía, que se retrasó porque no cabía en el primer viaje del ascensor, alcanzó el piso noveno, Kebyn ya había doblado las rodillas. Pese a ello, continúa el relato de los agentes, Kebyn no soltaba el cuchillo, así que tuvieron que golpearle “muchas veces” con las defensas e incluso pisarle una mano. Aun así seguía revolviéndose, aseguran. Uno de ellos se puso encima de él, y “tras varios minutos”, lograron engrilletarlo.
El informe del médico forense adscrito al juzgado concluyó que no había disparos dirigidos a órganos vitales y que todos se realizaron de pie, frente a frente, a excepción de uno, más escorado. Pero añadía: “Cada uno de los disparos, por sí solos, probablemente no habrían causado el fallecimiento, al causar hemorragia de menor intensidad que podría, eventualmente, haber permitido una mayor supervivencia, y tratamiento quirúrgico hospitalario”. Kebyn medía 1,70 y pesaba 70 kilos.
El cuchillo apareció sin mango y sin huellas
El supuesto cuchillo que utilizó Kebyn contra los policías apareció fracturado en una repisa del salón. La hoja estaba separada del mango y fue encontrada junto a la puerta de acceso a la casa. Uno de los policías asegura que el cuchillo se rompió como consecuencia de los impactos contra el escudo, más de15.
Otro policía afirmó que, pese a que el cuchillo apareció sin mango, Kebyn Brayan lo clavó “muchas veces” contra la pared en su intento de alcanzar en la cabeza al policía que disparó primero y que, tras recibir seis tiros, nunca lo llegó a soltar. El informe de la Policía Científica no encontró huellas en el arma blanca.
La presunta desproporción en el número de disparos, tanto por las vainas percutidas encontradas como por los proyectiles que alcanzaron el cuerpo de Kebyn, no sería tal debido al estado de alteración del atacante, según los policías. Un informe toxicológico reveló la presencia de varias drogas en el cuerpo de la víctima, sin determinar si las había consumido recientemente.
El juez Pedro López ordenó un nuevo informe a la Policía Científica para conocer la influencia que podrían haber tenido las sustancias en la resistencia a los disparos del joven y si fue tan violento como la describieron los agentes. Con su resultado iba a tomar una decisión sobre enviar a juicio o no a los policías. El informe ya es conocido por el juez, pero aún no ha sido incorporado a las actuaciones. Tras estudiar su contenido, el magistrado ha propuesto que un tribunal juzgue por homicidio a los tres policías, defendidos por el sindicato Jupol.
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