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Las presas del trasvase Tajo-Segura derivan más agua al Levante de la que dejan fluir al río

Canal Transvase Tajo-Segura.

J. Marcos / Mª Ángeles Fernández

Desde 1979 el agua del Tajo no sólo desemboca en Lisboa, sino que también lo hace en la otra orilla peninsular, en el Levante. En palabras oficiales, se trata de “dar solución a la escasez de recursos del Sureste español”. La cobertura legal a este imponente movimiento de agua se dio en 1971 al considerar la cuenca del Tajo como “excedentaria” –le sobra agua–. A la larga, el proyecto ha derivado en situaciones en las que, por ejemplo, en 2014, la tubería del trasvase se llevara desde los embalses de cabecera más líquido que el resto del curso del río más largo de la Península Ibérica.

El proyecto se ideó en 1933 y las obras arrancaron en 1968. Se construyó pensando en trasvasar 600 hectómetros cúbicos anuales de agua y llegar, en una segunda fase, a los 1.000 hm. Cada hectómetro son mil millones de litros. Pero la realidad hídrica del país, que se ha vuelto más seco, rompió estas previsiones. También frenaron ese impulso “las leyes ambientales de la Unión Europea, que impidieron que en zonas muy valiosas –que todavía queda alguna en la cabecera de determinados ríos– se perdiera lo que quedaba sin embalsar”, recuerda la abogada ambientalista María Soledad Gallego.

En la cabecera del Tajo, es decir, entre su nacimiento y los embalses del trasvase, se ha producido un descenso del 47% de las aportaciones, según los datos de la Confederación Hidrográfica del Tajo recogidos en 2013 en el libro El Tajo. Historia de un río ignorado. El Sindicato Central de Regantes del Acueducto Tajo-Segura (SCRATS) calcula que se trasvasan unos 400 hm al año aunque cada curso es cambiante.

Por ejemplo, en el año hidrológico 2009-2010 se bombearon 282 hectómetros y cuatro años después fueron 474, según los datos de la Confederación del Segura (en la web de la Confederación del Tajo no hay información detallada). En ese mismo año 2013-2014, las aportaciones que recibieron Entrepeñas y Buendía (es decir, el agua que entró a estos embalses de los que se nutre el trasvase) fueron de 734 hectómetros cúbicos; en definitiva, del volumen que llegó a las presas, se fue más agua por la tubería del trasvase que la que la que quedó luego para fluir por el propio Tajo.

Miguel Ángel Sánchez, coportavoz de las Plataformas en Defensa de los Ríos Tajo y Alberche en Talavera de la Reina, cuenta que “las datos están muy mezclados y perdidos. Es un tema opaco y oscuro”. Tras recopilar números de varias fuentes y analizarlos explica que “estas cuentas no son nada fáciles de recabar” y remata: “No dejan respirar al río, hay un descenso claro de las aportaciones y se debería cuidar y mimar cada gota”.

Volviendo al año hidrológico 2013-2014, la cuenca del Segura recibió aproximadamente la misma cantidad de agua por el trasvase que por sus recursos propios. La situación de 2015 no es la peor, reconoce Sánchez, pero el hecho de que el PSOE haya regresado al poder en Castilla La Mancha ha dado altavoz a las protestas de diferentes colectivos ambientales y ciudadanos en contra del trasvase.

Motor de la 'huerta de Europa'

Desde los embalses de Entrepeñas (sobre el Tajo) y Buendía (sobre el río Guadiela), con una capacidad conjunta de 2.443 hm, se lleva agua a través de una conducción de 242 kilómetros de túneles y acueductos hacia el río Segura. A ello hay que sumar otros 80 kilómetros adicionales de cada uno de los canales de riego, que transportan el vital líquido a zonas de regadío a 61 municipios de Murcia, Alicante y Almería.

Esta agua del Tajo ha hecho posible la conocida como huerta de Europa: “El sudeste de la península es la región líder en exportación de fruta y hortaliza gracias a las aportaciones de agua del trasvase”, consideran desde SCRATS, que aglutina a unas 80 comunidades de regantes y unos 146.800 usuarios.

Estas aguas riegan unas 147.000 hectáreas de cultivos que varían entre los cítricos, otro tipo de frutas como los melocotones o los melones, y las hortalizas. También se obtienen frutos fuera de temporada gracias a los invernaderos. Sin olvidar su aportación al turismo levantino: en sus campañas informativas, el sindicato recuerda que 320.000 personas viven del turismo en Murcia y la Comunidad Valenciana. “Las zonas de Alicante, Murcia y Almería son áreas de gran riqueza turística, por lo que se benefician enormemente del trasvase. El desarrollo económico y social en el Levante español es un hecho gracias a una infraestructura que ha mejorado la vida de sus ciudadanos”, añade esta misma fuente.

En un primer momento, esta obra también desarrolló el sector turístico de determinadas zonas de Cuenca y Guadalajara. Con la construcción de los embalses de cabecera se creó una “singular zona turística en las comarcas de su entorno”, como explica el Ministerio, “actividad que se ha visto afectada por la sequía de principio de los 90”. Para algunos expertos las razones son otras.

“El trasvase ha tenido importantes consecuencias sociales y ambientales en la cuenca cedente. Los pueblos del entorno de los embalses de Entrepeñas y Buendía sufrieron primero los impactos de la pérdida de sus vegas fértiles. Más adelante estos pueblos desarrollaron una economía alrededor del turismo y uso lúdico de los pantanos, en torno a lo que entonces era conocido como el Mar de Castilla. Esos nuevos recursos se agotaron en cuanto el trasvase entró en operación en los años 80 y se vaciaron sistemáticamente los embalses para maximizar los volúmenes trasvasados”, se recoge en el libro El Tajo. Historia de un río ignorado, editado por la Fundación Nueva Cultura del Agua y escrito por nueve expertos de áreas tan diversas como la Biología, el Derecho o la Economía.

A un 15% de capacidad

Desde finales de 2013 el Trasvase Tajo-Segura se regula en el conocido Memorándum del Tajo, aprobado sin debate parlamentario y fuera del Plan Hidrológico del Tajo que en ese momento estaba en fase de información pública. Este Memorándum, acordado entre las comunidades autónomas de Extremadura, Castilla-La Mancha, C. Valenciana, Madrid y Murcia (entonces gobernadas por el Partido Popular) y el Gobierno de Mariano Rajoy establecía un caudal mínimo de 400 hectómetros cúbicos en cabecera. Por encima de esa cantidad, todo es trasvasable, por obligación.

Incluido en la Ley de Evaluación Ambiental, este Memorándum fue tumbado por el Tribunal Constitucional, aunque recientemente el Ejecutivo ha insistido en el tema incluyendo una legislación muy similar en la polémica de Ley de Montes, a pesar de que ahora se trabaja también en otro plan de cuenca para el río Tajo. El Parlamento Europeo ha anunciado una visita a la zona a inicios de 2016, y la Comisión Europea está estudiando varias denuncias.

El Tajo (o Tejo), además de ser el río más largo de la península, da cobertura a diez millones de personas: siete en España (el abastecimiento de Madrid depende de esta cuenca) y tres en Portugal. Por lo que el trasvase además de mermar la situación en Cuenca y Guadalajara deja tocado el río aguas abajo, incluso con su desecación en periodos de estiaje.

Entrepeñas y Buendía están ya por debajo de los 400 hectómetros cúbicos este verano, a pesar de que su capacidad es de 2.443. Están al 15,9 % de su capacidad, muy por debajo del 47% de capacidad que en agosto marcan los embalses del Segura, la cuenca receptora. Con esos números, que tienen múltiples lecturas, el Ministerio anunció un nuevo trasvase el pasado 31 de julio de 20 hectómetros cúbicos.

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