Francisco se niega a viajar a España en año electoral
El “huracán” Francisco no pasará por España en 2015. La Secretaría de Estado vaticana acaba de hacer oficial lo que desde hace semanas era un rumor cada vez más extendido. El Papa no vendrá a nuestro país; declina la invitación presentada tanto por la Conferencia Episcopal como por el Gobierno y la Casa Real.
¿Cuáles son las razones de esta negativa? La nota emitida por la Conferencia Episcopal se limita a informar del hecho y a señalar que “los obispos españoles confían en que el Santo Padre pueda visitar nuestro país más adelante y al mismo tiempo le testimonian su comunión y afecto, junto al del pueblo a ellos encomendado”.
Más allá de eso, lo cierto es que Francisco no quiere venir a nuestro país este año. Por varias causas. Según fuentes vaticanas consultadas por eldiario.es, la negativa del Papa a pisar suelo español se debe a tres motivos: en primer lugar, su deseo de no interferir (ni ser instrumentalizado) en los distintos procesos electorales que agitarán nuestro país en estos meses; en segundo término, los escándalos que han sacudido a algunas diócesis (con especial énfasis en el caso de abusos que compromete el futuro del arzobispo de Granada, Javier Martínez) y que han llevado al Papa a comenzar un proceso para cambiar el rostro del episcopado español.
Finalmente está la preocupación de la seguridad vaticana sobre la imposibilidad de organizar un evento multitudinario –se hablaba de congregar en Ávila a más de un millón de jóvenes en agosto– en tan corto espacio de tiempo.
Nada de política
2015 es año electoral, con elecciones municipales, autonómicas y generales. Francisco no quiere que su visita sea instrumentalizada políticamente. Por primera vez en la historia de la democracia, el Papa que llegaría a España no sería precisamente un conservador, ni su llegada interpretada como un apoyo al Gobierno de Mariano Rajoy.
Más bien al contrario: no son pocos los que tildan a Francisco de “comunista”, y es conocido el apoyo público que le mostró Pablo Iglesias tras la crítica del Pontífice a los mercados durante su visita al Parlamento Europeo.
En segundo lugar, el cambio de paradigma en los viajes papales. España ha dejado de ser un país fundamental en el modelo de Iglesia que defiende Bergoglio. Nuestro país no es una “periferia”. Fuentes vaticanas también hablaban de “cuestiones de seguridad” (resultaba imposible organizar un evento, de un solo día, con tan poca antelación y con una previsión de millones de personas, especialmente si se produjera en agosto) y del cansancio del Papa, que al parecer habría regresado de Filipinas completamente agotado.
Sin embargo, y como el propio Bergoglio explicó en el vuelo de vuelta, Francisco realizará otros dos viajes al continente americano (EE UU y Ecuador, Bolivia y Paraguay), y otro a África, donde visitará Uganda y la República Centroafricana.
La otra razón, más interna, es la profunda determinación del papa Francisco de acometer los cambios necesarios en el episcopado de nuestro país para evitar que polémicas como las de los arzobispos de Zaragoza o Granada puedan volver a repetirse. El nombramiento de un nuevo obispo para Barcelona –en pleno proceso independentista– también es una cuestión a tener en cuenta.
El nombramiento, en agosto, de Carlos Osoro para sustituir al cardenal Rouco en Madrid fue el punto de salida de una serie de nombramientos cuyo fin es cambiar el rostro de una Iglesia demasiado identificada, tanto en lo político como en lo social, y demasiado escorada hacia la derecha. Y es que, por el momento, el “efecto Francisco” no termina de llegar a España. O, al menos, no con la rapidez que desearía el Papa.