La propuesta de una fecha fija para la Pascua revoluciona el calendario laboral
“¿Cuándo resucitó tu Cristo de entre los muertos?. El mío hoy, el tuyo la semana que viene. Si seguimos así, nuestros bisnietos podrían llegar a celebrar la Pascua en agosto”. El pasado 12 de junio, durante un retiro con sacerdotes de todo el mundo, el papa Francisco retomó una propuesta que ya abordó hace 50 años su antecesor Pablo VI: unificar las fechas de la Semana Santa para que los cristianos pudieran celebrar el mismo día la muerte y resurrección de Cristo.
Hasta ahora, la Pascua se celebra el domingo siguiente a la primera luna llena tras el equinoccio de primavera. Hasta aquí, se trataría de un cálculo más o menos sencillo. Sin embargo y desde la reforma del calendario gregoriano (siglo XVI), ortodoxos y católicos conmemoran esta fecha en días distintos. La razón está en que el papa Gregorio hizo desaparecer diez días respecto del calendario Juliano, que durante años continuó siguiendo la Iglesia ortodoxa. Esto complica más las cosas, de modo que a los retrasos lunares hay que sumar el desfase de almanaques distintos.
No obstante, en 2014, todos los cristianos pudieron celebrar la Pascua el mismo día, un hecho que podrá repetirse en 2017. La propuesta de Francisco, con todo, tiene un importante componente ecuménico. Una celebración conjunta de todos los cristianos tendría un impacto mundial en mitad de la persecución que se sigue contra ellos en Siria, Irak o Egipto, y pondría unas serias bases para la unidad efectiva de ortodoxos y católicos, separados desde hace un milenio.
El propio Papa señalaba este viernes, durante un encuentro con decenas de miles de miembros de la Renovación Carismática, que todos los cristianos asesinados por el Estado Islámico, fueran de la confesión que fueran, “son nuestros mártires”. Una expresión que ha causado escándalo en los sectores más conservadores, que continúan tildando de “herejes” a luteranos, anglicanos o coptos.
Calendarios laicos, fechas religiosas
Y, sin embargo, una propuesta así, que para el ciudadano podría resultar baladí -a fin de cuentas, la Resurrección es un tema de fe, que no habría de afectar al ritmo del común de los mortales- se torna relevante si consideramos que en el mundo occidental, los calendarios laboral y escolar se fijan siguiendo las festividades cristianas. Así, que la Pascua se celebre la segunda semana de abril tendría implicaciones directas en los destinos vacacionales o las evaluaciones en los centros educativos, así como en muchas celebraciones, religiosas y civiles, en todo el mundo, cuyas fechas también vienen marcadas en función de la Pasión de Jesús. Desde el Carnaval hasta la Feria de Abril, por poner dos ejemplos.
¿Qué supondría una fecha fija para Semana Santa? En principio, todo son ventajas, en el ámbito económico, turístico, e incluso educativo, como sucede con la Navidad, que permanece invariable, pese a que siguiendo criterios estrictamente teológicos nos llevarían a celebrarla cada año en fechas distintas. Expertos en turismo vacacional relatan a eldiario.es que una medida de este tipo favorecería “una mayor planificación, especialmente entre los viajeros extranjeros”, lo que se traduciría en más visitas, y de más calidad. España, a mediados de abril, es un destino apetecible.
Si se fijara la Semana Santa el segundo o el tercer domingo de abril, se producirían cambios sustanciales. Como explica Germán Porras, secretario de la asociación empresarial Mesa del Turismo, se “beneficiarían los destinos de sol y playa”, al ser unas fechas en las que, previsiblemente, puede hacer mejor tiempo. En cuanto al turismo de nieve, la ampliación de una o dos semanas de la temporada también podría resultar beneficiosa.
En ciudades como Sevilla, donde la Semana Santa y la Feria de Abril están íntimamente unidas, el impacto podría suponer un aumento de los ingresos de más de 10% según algunas fuentes. El Ayuntamiento estima que la Semana Santa lleva a la ciudad alrededor de 280 millones de euros.
Mejores evaluaciones
En el ámbito educativo, la medida supondría una mayor racionalización de los programas escolares. Varios docentes consultados por este medio subrayan la dificultad de preparar los temarios cada año, teniendo en cuenta que el cierre de los trimestres nunca es el mismo. Hay una gran diferencia entre el primero -el curso arranca en septiembre y para en Navidad- y los otros dos, cuya duración está estrechamente ligada a las vacaciones de Semana Santa. Que la segunda semana de abril se marcase como descanso invariable favorecería una mejor preparación de los temarios.
La propuesta del Papa Francisco tiene implicaciones en cadena. Echando una rápida mirada al calendario laboral, observamos cómo muchas de las fechas marcadas en rojo dependen del Domingo de Pascua. Estas son algunas de ellas:
-Miércoles de ceniza: (final del Carnaval) 46 días antes de Pascua.
-Domingo de Ramos: 7 días antes de Pascua.
-Jueves Santo: 3 días antes de Pascua.
-Viernes Santo: 2 días antes de Pascua.
-Sábado Santo: 1 día antes de Pascua.
-Lunes de Pascua (en Cataluña, Valencia, Baleares, País Vasco, Navarra…): 1 día después de Pascua.
-San Vicente Ferrer (en Valencia): Lunes, 8 días después de Pascua.
-Ascensión: 39 días después de Pascua.
-Pentecostés: 49 días después de Pascua.
-Corpus Christi: 60 días después de Pascua