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Las universidades tiran de profesores precarios: los asociados ya son más que los titulares

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Daniel Sánchez Caballero

La precarización laboral se va instalando en la universidad. Las 50 universidades públicas españolas dependen cada vez más de los profesores asociados —una de las figuras más precarias y creada con un espíritu que ha sido pervertido—, que son ya uno de cada cinco docentes en los campus. Además, la relación entre contratados y funcionarios se ha invertido en los últimos años, de manera que el personal laboral ya es mayoría en los centros y las plantillas se están envejeciendo.

Es, quizá, la principal conclusión que se extrae del informe Datos y Cifras del Sistema Universitario Español (SUE), publicado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades tras una ausencia de tres años (cuando la serie debe ser anual). Pero no es la única. Un vistazo a la evolución del número de profesores en las universidades revela que los centros públicos pierden un profesor al día desde 2011, mientras las privadas ganan cuatro, según denuncia el sindicato CSIF. El dato es consistente con el hecho de que los campus particulares tienen cada vez más alumnos de grado y, sobre todo, de máster.



La causa de esta situación está en la gestión que se hizo de la crisis (no en la crisis en sí, que pasaron todos los países, pero no en todos se optó por recortar en Educación), los tijeretazos que todas las Comunidades Autónomas metieron a los presupuestos universitarios y la implantación de la tasa de reposición en 2010 por parte del entonces presidente, José Luis Rodríguez Zapatero. Con esta medida, el Gobierno prohibía sustituir a los profesores jubilados (a todos los funcionarios, en realidad), de manera que las universidades no pudieron sacar plazas y renovar sus plantillas. Aún hoy la tasa es del 100%, lo que quiere decir que ya se pueden reponer las plazas de jubilados, pero no crear nuevos puestos de trabajo.



“Si no se imponen medidas con carácter general, el sistema universitario va a tener un verdadero problema”, valora Ramón Caballero, responsable de Universidad de CSIF, “porque la plantilla docente va a estar en una situación precaria, inestable y en malas condiciones”. Isabel de la Cruz, portavoz de la plataforma de profesores asociados de la Universidad de Valencia, es más directa: “No se puede sostener una universidad de calidad sobre el precariado”, sostiene.

El precariado

Casi uno de cada cuatro profesores en las universidades españolas públicas tiene un contrato de asociado (22.871 de un total de 102.297) por el que gana 300 euros al mes si da tres horas de clase semanales o el doble por el doble de horas. Si se suman los 8.679 asociados de Ciencias de la Salud, que aparecen diferenciados en el informe del Ministerio, el total supera los 30.000.



Estos más de 30.000 profesores asociados son ya más que los profesores titulares, el que debería ser el núcleo del PDI (Personal Docente e Investigador) en la Universidad (son 28.057). Si se suman también otras categorías de docentes contratados, como los ayudantes, ayudantes doctor, contratados doctor, colaborador o visitante, el número de profesores contratados supera al de funcionarios.

Dice la ley que el PDI contratado, computado en equivalencias a tiempo completo, no podrá superar el 49% del total de la plantilla. En cifras brutas, las universidades ya están por encima, pero los asociados y otras figuras como los visitantes no tienen jornadas a tiempo completo, por lo que aún no se ha superado ese límite. Pero podría pasar si la tendencia continúa.

La figura del profesor asociado se estableció para aprovechar el talento y conocimiento de diversos profesionales en la universidad. Se supone que debería servir para que personas de reconocido prestigio en su ámbito expliquen su experiencia laboral en la universidad. Por eso en teoría dan pocas horas (tres o seis semanales) y cobran poco: no es su tarea laboral principal.

“Tiene bastante sentido”, concede Caballero, de CSIF. “Pero a partir del estallido de la crisis, las universidades empezaron a utilizar la figura del asociado como mano de obra barata para dar gran parte de las clases de la universidad”, explica.

Estos son los llamados falsos asociados. Personas que no tienen otro trabajo, que en muchas ocasiones están empezando en el mundo laboral, “que no son profesionales de prestigio, ni siquiera les ha dado tiempo a serlo”, explican Caballero y De la Cruz, pero que no tienen otra manera de entrar en la universidad.

La estocada para las universidades llegó con la crisis. No por, con. En marzo de 2010, Zapatero decidió instaurar la tasa de reposición, por la que se impedía de facto reponer las jubilaciones de funcionarios. Basta ver los gráficos para entender el efecto que tuvo sobre las plantillas universitarias.

“Desde entonces, las universidades se han encontrado principalmente con una única figura posible de sustitución del profesorado que se ha ido jubilando: la figura de profesorado asociado”, explica Mavi Mestre, presidenta de la recién creada comisión Crue-Profesorado y rectora de la Universidad de Valencia. “Teniendo en cuenta que la equivalencia, a grandes rasgos, es de tres asociados por un profesor a tiempo completo, este hecho explica el incremento significativo de esta figura contractual”, comenta.

La precarización de este tipo de contratos no está solo en el salario. “Cada año tenemos que renovar el contrato. ¡En algunas universidades incluso hay que volver a concursar!”, explica De la Cruz. “No sabes si te van a renovar o no, no sabes si tendrás tres o seis horas (semanales de clase). Al ser anuales, no puedes entrar en grupos de investigación, que duran tres años. Si no puedes investigar, no te puedes acreditar... Estos contratos no te permiten planificar ni tu vida personal, ni tu vida laboral”, lamenta.

En Valencia, los asociados fueron a la huelga el curso pasado. La situación sigue siendo la misma, aunque le han arrancado al consejero Marzá la promesa de una subida de sueldo (un 20%, pero que de 300 euros son 60 euros más al mes) que sigue esperando ser firmada.

La lenta incorporación de la mujer

Otra consecuencia de la tasa de reposición ha sido el envejecimiento de las plantillas. El grupo de edad más numeroso en los campus es el que va de 50 a 59 años (39.805 personas), seguido del de 40 a 49 (39.277).



Esto se refleja también en las categorías docentes. Los funcionarios son mayores, los contratados son más jóvenes. Casi dos de cada tres (65%) funcionarios de las universidades tiene más de 50 años. Sin embargo, en los contratados ese mismo porcentaje tiene menos de 40.

El informe también muestra la paulatina incorporación de la mujer a la docencia universitaria. Siguen siendo minoría en todas las categorías laborales, pero si se analizan las plantillas por edad y sexo, se observa cómo van entrando lentamente. Las mujeres ya son mayoría entre los menores de 30 años y van perdiendo presencia paulatinamente según suben los tramos de edad hasta representar apenas el 28% de los mayores de 60 años.

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