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Coco, el foro anónimo refugio de criminales donde se acordaron los abusos del caso Pelicot

Imagen del 19 de septiembre de 2024 de algunos de los acusados de violar a Gisele Pelicot, en el banquillo en los tribunales de Aviñon, Francia.

Nick Robins-Early

The Guardian —

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El juicio de Dominique Pelicot ha conmocionado a Francia y horrorizado al mundo. Pelicot, de 71 años, reconoció que había drogado repetidamente a su mujer y, a lo largo de décadas, había invitado a través de internet a decenas de hombres a que la violaran mientras la mujer estaba inconsciente. Las confesiones de Pelicot y la valentía pública de su esposa Gisèle han obligado a todo el país a enfrentarse a las agresiones sexuales y la doble vida que la gente puede llevar gracias a internet.

En las últimas semanas, el tribunal de Aviñón ha sido testigo de las declaraciones de Pelicot y de otros 50 acusados, de las que ha surgido un patrón: hombres que llevaban vidas honradas en público, mientras que en línea y en privado cometían actos abominables. A medida que los hombres acusados de violación masiva han ido subiendo al estrado, fueron detallando cómo Pelicot los encontraba en un foro de chat ilícito llamado Coco, que además utilizaba para planificar los abusos.

Lo que se ha puesto de manifiesto durante el juicio es que la magnitud de los delitos de Pelicot y su capacidad para mantenerlos ocultos durante tantos años no habrían sido posibles sin Coco y la vista gorda de sus administradores respecto a los contenidos que allí se compartían. El sitio se ha convertido en uno de los ejemplos más contundentes del daño extremo que pueden causar los sitios web cuando no son moderados.

Desde su lanzamiento en 2003, Coco se ha visto implicado en asesinatos, pedofilia, ataques homófobos y agresiones sexuales, eludiendo toda responsabilidad por su rol en estos delitos. Tras una investigación de alcance internacional, las autoridades europeas finalmente ordenaron la clausura de la plataforma a principios de este año y detuvieron a su fundador y a otros involucrados. Para aquel entonces, los registros de la Fiscalía francesa contabilizaban más de 23.000 denuncias de actividades delictivas relacionadas con el sitio, en las que fueron identificadas más de 480 víctimas.

Un refugio online para criminales

Fundado por el ingeniero informático Isaac Steidl cuando tenía poco más de 20 años, en sus inicios Coco era un sitio de chat gratuito con una interfaz sencilla que permitía a los usuarios comunicarse de forma anónima. Aunque el sitio solicitaba a los usuarios que confirmaran su mayoría de edad, estos podían modificar su edad y chatear con un nombre de usuario inventado una vez que accedían a la plataforma.

“Parecía tan inocente. Tenía un diseño muy de los 90, con cocoteros, una carita sonriente y una leyenda que decía ‘este es un sitio web para gente amigable’”, dice Sophie Antoine, representante legal de APCE, una organización francesa contra la prostitución infantil. “Pero entrabas y era como una jungla”.

Una vez registrados en el sitio, los usuarios se encontraban con un listado de foros dedicados a distintos temas. Dada la naturaleza sexualizada del sitio, muchos de estos foros se centraban en fetiches específicos o albergaban contenido explícito. Los usuarios también podían abrir chats privados con otros individuos. Un periodista francés que se hizo pasar por una chica de 15 años contó que fue contactado por un sinfín de personas que solicitaban sexo y le enviaban imágenes de desnudos.

“Era de muy fácil acceso y muy explícito, no había control alguno”, dice Antoine.

Aunque nunca alcanzó una popularidad generalizada, Coco era bien conocido entre las agrupaciones defensoras de la seguridad infantil y de los derechos LGBTQ+, las cuales monitorean sitios con potencial para causar daños. ACPE llevaba años investigando a Coco, y Antoine formaba a personas en el uso del sitio con fines de investigación, al tiempo que alertaba a las autoridades sobre actividades ilícitas y peligrosas que se desarrollaban allí.

Pelicot utilizaba un seudónimo en Coco y convocaba hombres en un foro llamado “à son insu”, que significa “sin su conocimiento”, para que fueran a su casa en la pequeña ciudad de Mazan. En el foro, Pelicot afirmaba que él y su esposa compartían el fetiche de que los hombres mantuvieran relaciones sexuales con ella mientras estaba dormida, sin mencionar abiertamente que la drogaba contra su voluntad ni que ella no tenía conocimiento ni consentimiento de los abusos. Aunque muchos de los hombres declararon que creían estar participando en un juego sexual consentido, los investigadores hallaron que en reiteradas oportunidades Pelicot había utilizado la palabra “violación” de forma explícita con los potenciales agresores, a los que además describía cómo drogaba a su mujer.

La actividad en Coco no estaba moderada, a tal punto que Pelicot utilizó el foro durante años sin recibir sanción alguna. Las autoridades sólo tuvieron conocimiento de él después de que en 2020 un guardia de seguridad de un supermercado increpara a Pelicot cuando este intentaba grabar vídeos no consentidos de mujeres que estaban haciendo las compras. En el improbable caso de que un usuario fuera expulsado de Coco debido a denuncias o amenazas legales, el sitio cobraba una pequeña tarifa de 10 euros para restablecer las cuentas vetadas.

A pesar de que el sitio ya era conocido como un infame refugio para los abusos en internet, las organizaciones de derechos y las autoridades se tuvieron que enfrentar a diversos obstáculos a la hora de investigarlo y emprender acciones legales contra este sitio. Durante años, la normativa de la Unión Europea impedía que el propietario de un sitio web fuera considerado legalmente responsable de los contenidos de la plataforma, una regulación similar a la Sección 230 de la legislación estadounidense. Coco complicó aún más las cosas al migrar su dominio, pasando de ser un sitio francés a estar registrado en la isla autónoma de Guernsey como una web .gg.

Hacer rendir cuentas a Steidl por su creación también supuso un obstáculo logístico: tras fundar el sitio, se mudó a Bulgaria, fuera del alcance inmediato de las autoridades francesas, y renunció a su ciudadanía francesa. Incluso cuando Coco fue implicado públicamente en una serie de actos de violencia y abusos sexuales, el sitio siguió en línea, sin que Steidl pudiera ser localizado.

Asesinatos, agresiones y abusos a menores

En paralelo a que Pelicot utilizara Coco para perpetrar sus ataques, otros abusos se llevaban a cabo en los foros y chats del sitio. Durante años, una serie de crímenes de alto perfil relacionados con Coco recibieron una amplia cobertura en los medios franceses, lo que condujo a un aumento en los llamamientos entre los grupos de derechos para que la plataforma fuera clausurada.

Uno de los primeros casos fue el asesinato de Michel Sollossi, de 55 años, perpetrado en 2018 por un joven de 22 años que había quedado con él en Coco. Sollossi fue hallado muerto a golpes en su casa en los suburbios de París, y en el juicio se dictaminó que el asesinato había sido un ataque homofóbico. El autor fue condenado a 20 años de prisión.

A continuación se produjo una oleada de similares “emboscadas” homófobas. En 2022, un marsellés de 24 años denunció que se había librado por poco del ataque de tres personas que intentaron atropellarlo con un automóvil cuando se presentó a un encuentro concertado a través de Coco. A principios de año, fueron detenidas en la ciudad de Saint-Polois cuatro personas acusadas de hacerse pasar por hombres en busca de encuentros en el sitio, atrayendo a víctimas a las que asaltaban y atacaban violentamente.

Mientras en la plataforma proliferaban los ataques violentos contra hombres homosexuales, el sitio también se utilizaba para facilitar abusos sexuales a menores. Un hombre de la ciudad de Brest, en el noroeste de Francia, admitió en 2019 haber intercambiado vídeos de violaciones de menores utilizando el “sin su conocimiento”, el mismo foro que Pelicot. En uno de los casos de mayor resonancia pública, la exestrella del pop francés Richard Dewitte, de 77 años, fue detenido tras solicitar sexo a una agente encubierta que se hacía pasar una niña de 13 años. En 2023, un tribunal condenó a Dewitte a tres años de prisión.

En otro caso, dos adolescentes fueron detenidos a principios de este año y acusados del asesinato de un hombre de 22 años en un suburbio de Dunkerque. Los dos chicos se habían hecho pasar por una chica, antes de tender una emboscada al hombre y matarlo a golpes en un aparcamiento cuando se presentó al encuentro.

La miríada de casos atrajo la atención de grupos franceses de defensa de los derechos LGBTQ+, como SOS Homophobie, y de organizaciones de protección de la infancia, como ACPE, que empezaron a exigir a las autoridades que tomaran medidas más agresivas contra el sitio web.

“Llevábamos años hablando de ello y pidiendo que el sitio fuera cerrado”, dice Antoine. “Pero todas las diferentes leyes europeas lo hacían difícil”.

El fin de Coco 

La habilidad de Coco para eludir a las autoridades se basaba en una combinación de protecciones legales para los proveedores de internet y la complicada actuación de las investigaciones internacionales. Asimismo, los sitios web que buscan eludir el escrutinio recurren a diversas herramientas para ocultar la localización exacta de sus operaciones, lo que obliga a las fuerzas de seguridad a retirar muchos obstáculos hasta poder hallar el origen y los propietarios de un sitio.

Cuando las autoridades finalmente fueron por Coco, supuso un inmenso esfuerzo de cooperación internacional durante 18 meses y un reciente cambio en la legislación francesa. En diciembre de 2023, JUNALCO, la autoridad nacional francesa contra la delincuencia organizada, abrió una investigación sobre Coco basada en una ley de 2023 llamada “délit d'administration de plateforme” (delito de administración de plataforma), que puede responsabilizar a los administradores de una serie de actividades que se lleven a cabo en sus webs. La ley permite llevar a juicio a los fundadores de sitios que funcionaron como vehículos para delitos tales como transacciones ilícitas que financien a bandas criminales. Las infracciones conllevan penas de hasta 10 años de cárcel y multas de hasta 500.000 euros.

Los fiscales acudieron a la misma ley para presentar cargos preliminares contra el multimillonario CEO de Telegram, Pavel Durov, tras su detención a principios de este año. La detención de Durov atrajo la atención internacional y suscitó un debate sobre hasta qué punto los gobiernos deben responsabilizar a las plataformas por los contenidos ilegales que circulen en ellas.

Junto con JUNALCO, organismos de países como Lituania, Bulgaria, Hungría, Alemania y Países Bajos reunieron esfuerzos para acabar con Coco en junio de este año. Las autoridades internacionales dieron de baja servidores con sede en Alemania, fueron incautados alrededor de unos 5,6 millones de euros y congelaron varias cuentas bancarias relacionadas con el sitio. En Bulgaria, las autoridades locales detuvieron e interrogaron a Steidl con la presencia de fiscales franceses como observadores. Tres de los socios de Steidl, incluida su esposa, también fueron detenidos para ser interrogados en Francia y posteriormente puestos en libertad, según los medios de comunicación nacionales y un comunicado de prensa de JUNALCO.

Los fiscales franceses no han hecho declaraciones sobre cuáles serán los pasos a seguir en el caso penal que involucra a Coco y Steidl, pero el sitio sigue fuera de línea. Grupos de defensa de los derechos LGBTQ+ y organizaciones de lucha contra los abusos a menores han celebrado el cierre, al tiempo que han advertido de que otros sitios similares podrían llenar el vacío que Coco dejó vacante.

Mientras tanto, el juicio Pelicot sigue su curso y la sociedad francesa se pregunta cómo han podido pasar desapercibidos durante tanto tiempo actos de este tipo, cometidos por hombres de edades y orígenes muy diversos. Los activistas por la lucha contra los abusos sexuales sostienen que el país debe replantearse cómo se ha llegado a que se produzcan estos delitos y preguntarse quién los comete.

“Queremos desmantelar la idea de que estos criminales son monstruos”, sostiene Antoine. “El caso Mazan demostró con sitios web como Coco que estas personas pueden ser tus vecinos: incluso en el pueblito más pequeño la gente puede conectarse en línea y cometer estos delitos”.

Reportaje adicional de Kari Paul.

Traducción de Julián Cnochaert.

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