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Opinión - ¡Nos comerán! Por Esther Palomera

España + Alemania: La Copa de la COVID

Pedro Sánchez conversa con la canciller alemana, Angela Merkel y el presidente francés, Emmanuel Macron, durante una cumbre del Consejo Europeo.

Guido Stein

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En 1990, el delantero inglés Gary Lineker acuñó una frase histórica: “el fútbol es un juego que inventaron los ingleses, juegan once contra once y ganan siempre los alemanes”. El devenir de la Mannschaft en los últimos campeonatos le ha restado, por ahora, la vigencia. La Roja también tuvo su época dorada. La historia abre una oportunidad singular a los países que representan esas dos selecciones de subir de nuevo al podio, juntos. Esta vez nos jugamos algo más que una copa y la gloria pasajera: ¿sabrá entenderlo el presidente Sánchez?

La presidencia rotatoria de la Unión Europea que comienza el próximo 1 de julio y que durará hasta el 31 de diciembre le corresponde a Alemania. La última vez que Angela Merkel lideró los destinos del continente fue en el primer semestre de 2007 bajo el lema “juntos hacemos Europa”. Sigue Merkel, todo lo demás y todos los demás han cambiado. Como acaba de advertirle la portavoz de Alianza 90/Los Verdes (que son los primos de Unidas Podemos), la Unión Europea y el resto “miran hacia Alemania y esperan mucho de Berlín”.

En medio de la euforia de la desescalada, Merkel les ha dicho a sus compatriotas que todo el mundo tiene derecho a disfrutar de unas merecidas vacaciones en Mallorca (cita también otro país competidor que yo voy a obviar), aunque contemplando las magnitudes económicas le entran dudas de que los alemanes hayan “mezclado sus esperanzas con las realidades”. Trece años después sigue imperando en la estadista una sensatez a prueba de virus.

Desde 2018, el gobierno alemán es fruto de una coalición entre los demócratacristianos y los socialistas; no es la primera vez ni será la última. El líder socialista alemán Scholz declaró en los comienzos de la andadura que “gobernar no era un fin en sí mismo, sino Europa, el progreso económico y técnico y la consistencia social”. A lo que Merkel sumó: “juntos estaremos a la altura de las exigencias de nuestro tiempo; se trata de configurar el futuro con valentía y decisión”.

Sobre el tapete está el multimillonario fondo europeo de recuperación para ayudar a hacer frente a las dentelladas de la pandemia, pero no sólo, ni principalmente. A la Unión Europea le pasa como a las empresas, tiene que sobrevivir a corto plazo, en el que el virus la ha situado al borde del precipicio, pero se la juega en el medio y largo plazo. La financiación aporta liquidez, pero la estrategia trabajada de cabo a rabo e implantada con inteligencia y decisión apunta a un futuro solvente.

Lo tengo prístino. Presidente Sánchez: piense en apoyar a Merkel en las decisiones a corto, adelántese a sus colegas, ella lo agradecerá a corto y a largo, y si necesita endulzar el trago piense que será el ministro de Exteriores socialista Heiko Maas, quien presida el Consejo de Ministros de la Unión Europea. Sus socios actuales lo van a entender, porque, al margen de las etiquetas que cada vez sirven para menos, no hay gobierno más social en Europa, y por lo tanto más cercano a los trabajadores, en estos momentos que rayan la catástrofe.

Si le queda alguna duda, le echo una mano: aunque se habla de La grande amitié/ die grosse Freundschaft franco-alemana, sin embargo, la noche del 9 de noviembre de 1989, en pleno derrumbe del tristísimo muro de Berlín, el presidente socialista Felipe González llamó al canciller demócratacristiano Helmut Kohl para mostrar el apoyo total de España a la reunificación de las alemanias; mientras Miterrand hacía ascos y Thatcher afirmaba que a ella le gustaba tanto Alemania que prefería que hubiese dos. 30 años después en Alemania siguen sabiendo quién es un “amigo”.

Hágase y háganos un favor.

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