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Surcando el criptoverso: siete claves sobre las monedas digitales de tercera generación

Representaciones de varias criptomonedas.

Consuelo Durán

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Cada vez se habla más del metaverso, pero “el criptoverso, un conjunto de monedas digitales que usan criptografía para asegurar las transacciones y que conviven de manera virtual en internet, está en expansión como el universo”. Es una reflexión de David Tercero-Lucas, investigador de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona y actualmente en la Universidad Pablo de Olavide, y uno de los mayores expertos en monedas digitales, en la conferencia que ha organizado el Observatorio Económico de Andalucía (OEA) esta semana.

El economista ha centrado su exposición en las monedas digitales públicas (CBDC). Son las criptomonedas de tercera generación. Vendrían después de las de primera generación, las criptomonedas de valor no estable y de cambio flexible, emitidas por un particular, como bitcoin, que fluctúan constantemente y tienen rendimientos y volatilidad extremos. Y de las de segunda generación, que son las de valor estable, como tether, dai, paxos, standar… La mayoría mantienen el valor 1:1 con respecto al dólar o paridad con el euro, el yen… Es decir, un tipo de cambio fijo. “La más importante por capitalización es el tether. Cada unidad de tether que se pone en circulación tiene que estar respaldada por un euro. Se usa mucho porque está permitiendo el acceso de manera muy rápida a plataformas de intercambio de criptomonedas, lo que permite con mucha facilidad”, expone.

De tercera generación, las emitidas por bancos centrales, o sea una autoridad pública, “hay pocos ejemplos, y todos en países en desarrollo”, mientras que en EEUU o la UE están en fase de investigación. El primero fue Bahamas, en 2020 con el Sand Dollar. En 2021, el conjunto de islas que conforman la Organización de Estados del Caribe Oriental, con el Dcash. Luego, Nigeria con el E-Naira.

Ventajas e inconvenientes

Entre las ventajas que ve, figuran que “incrementará la eficiencia de los sistemas de pagos electrónicos y reducirá la concentración de riesgo de liquidez”. No solo: si se crea una mone,da digital pública, “la hoja de balance del banco central podría incrementarse de manera considerable e impactar en el sistema de precios”. También, “podrían reducir la economía informal, la evasión fiscal o la financiación de terrorismo”, por la llamada maldición del efectivo. En los inconvenientes, el problema de la seguridad informática y también “hay que analizar si van a incrementar la inclusión financiera o más bien lo contrario”.

En pleno debate de la exclusión financiera del mundo rural, con el cierre de bancos y la eliminación de cajeros, emerge el criptoverso. De hecho, apunta que “se verían diferencias entre el mundo rural y urbano”. No obsante, los países emergentes “creen que puede dar acceso a un mayor número de usuarios sobre el sistema financiero”. En cambio, en los países avanzados “esta no es una prioridad, pero sí la seguridad de los pagos”. Otro de los problemas puede ser la estabilidad financiera dado que las quiebras “tendrían una magnitud y una velocidad mayor porque podríamos trasladar nuestro dinero con un clic, como se ve con bizum”.

Lo cierto es que el escenario ha cambiado. La pandemia, por ejemplo, ha impulsado muchísimo la digitalización de los sistemas de pago. Por eso, el experto ha indagado en esta nueva realidad con ideas que recogemos en estas siete claves.

¿Va tarde Occidente en su desarrollo?

“Es cierto que las economías desarrolladas están evolucionando de manera mucho más lentas los últimos años, por ejemplo, con respecto a China”. Cierto es también, aclara, que este país tiene más “capacidad para imponer una política determinada”. Mientras, “el mundo desarrollado parecer estar observando a ver cómo evolucionan los pagos y cómo la gente lo está adoptando”. De momento, recuerda que la UE pretende lanzar el euro digital en 2025.

¿Podría esto impactar en el sistema monetario internacional?

“En principio desplazar al dólar como moneda reserva global es muy difícil”, responde. Pero China “entiende que la influencia geopolítica es vital y a eso camina con el yuan digital” ,lo que “también puede ocurrir con Rusia”. Pero insiste en que “hay países que no quieren avanzar hasta ver los efectos en otros”.

¿Qué utilidad tendrían las monedas digitales públicas?

“Bitcoin es el origen de todo y sin las criptomonedas descentralizadas no tendríamos el resto”, recuerda. Pero insiste en que “no tienen nada que ver” con las CBDC, “ni en su utilidad ni en las características que puedan tener”. Una moneda digital impulsada por bancos centrales sería considerada “para usarse como medio de pago y no le darían tanta importancia a la reserva de valor”. Pero la gente que invierte en criptomonedas actualmente, de primera y segunda generación, “lo hace porque considera que en el futuro van a valer más (como el bitcoin, por su oferta limitada), hay un motivo de especulación”.

¿No van contra la filosofía de partida?

La criptomoneda se planteó con una filosofía inicial de escapar del control de estados y bancos comerciales, y ahora se habla de una autoridad pública detrás de esta evolución, ¿ve contradicción? “Si el bitcoin hubiera funcionado como tendría que funcionar se usaría para pagar y, sin embargo, se está usando para especular. No se está usando pues para que el estado y la banca comercial no vean las transacciones que estás realizando. Eso sí, han servido para que la innovación esté siendo brutal y estemos llegando a cotas interesantes”, sugiere.

¿Desaparecería la banca privada?

No lo cree: “La función de prestamistas siempre correrá a cargo de los bancos comerciales”. Podría verse comprometida la estabilidad financiera, eso sí, avisa. Pero apunta, entre un aspecto positivo, la eliminación de comisiones. “Los bancos comerciales crean dinero a través de préstamos, no a través de los depósitos. La creación de una moneda digital pública puede hacer que la gente desplace sus depósitos a los bancos centrales, pero estos no van a prestar dinero”, subraya.  

¿En qué nos puede beneficiar un euro digital?

“Hay que pensarlo de la manera más simple. Son exactamente la misma cosa, pero el euro digital no puedes ir al banco a que te lo den. En la actualidad el 90% del dinero es virtual. Tienes derecho a ir al banco y que te lo den y eso no ocurriría con el euro digital” explica. De todas formas, recurre a un ejemplo muy extendido hoy y que puede servir para entender la filosofía: el pago con bizum, que encima no cobra comisiones. Viene a ser lo mismo pagar con el monedero digital (el que brindan estas monedas virtuales) y el sistema bizum.

¿Y cómo impactarían en las comisiones?

“Es una innovación relevante. Esas aplicaciones que se están desarrollando provienen de lo que se hubiera intentado hacer con un euro digital. No hay diferencia entre pagar con uno o con otro, a excepción las comisiones que te puedas ahorrar”, recalca. “En un país desarrollado como el nuestro hay dos sistemas. Pero la gente que envía dinero a países en desarrollo o emergentes, pagan unas comisiones elevadísimas y eso se podría solucionar con una estructura digital. Es uno de los argumentos que usan muchos defensores de las criptomonedas. Podrían servir para la reducción de la desigualdad y la pobreza”, concluye.

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