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“Actor de Cádiz busca director de La Fura como voluntario…”: el mosqueo de los profesionales de la escena que abre un debate pendiente

Archivo - Vista aérea de la ciudad de Cádiz

Alejandro Luque

Cádiz —

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“Actor de Cádiz busca director de La Fura como voluntario para que dirija mi espectáculo”. El anuncio, plasmado en el perfil de Facebook de Javier Sánchez Vázquez, conocido en el mundo artístico como Monano, se volvió viral en pocos días y puso sobre la mesa un debate pendiente: hasta qué punto es legítimo recurrir a voluntarios para nutrir espectáculos, prescindiendo de los profesionales de la escena.

La Fura de dicha entrada no es otra que la compañía catalana La Fura dels Baus, que el próximo sábado representará en la capital gaditana el espectáculo Gadir, el resurgir de los fenicios, en el marco del ciclo de eventos Orgullos@s de nuestra Historia, que pretende recorrer momentos estelares del pasado de la ciudad. A tal efecto, se publicó una convocatoria para formar parte del montaje, tanto en su aspecto dancístico –coordinado por el bailaor y coreógrafo Eduardo Guerrero– como en otros cometidos, por ejemplo la formación de una red humana.

“Es algo que se ha convertido en una costumbre”, comenta Monano. “Una vez lo planteé en la Mesa del Teatro de Cádiz y no tuve respuesta, así que se me ocurrió la coña de Facebook. Para mí era una broma, un chiste, pero que parece que ha tenido cierta repercusión. Y no oculto que un poco de mosqueo sí tenemos, porque te aseguro que el que maneja la grúa cobra, pero los actores participantes no. Y cuando yo quiero preparar un espectáculo nuevo, necesito directores y los tengo que pagar”.

Tener arte y ser artista

El actor reclama, después de una pandemia muy dura y una pospandemia aún más difícil, con los teatros al 30 por ciento, “un poco de sensibilidad. No parece lógico que se plantee un casting con un día de casting, tres o cuatro ensayos y una actuación. Eso parece más bien un trabajo con unos horarios y unas cualidades determinadas. Y esas convocatorias para proyectos no remunerados es algo que no sucede en otras profesiones. En la nuestra, mucha gente ha tenido que marcharse por la precariedad, ya no están en la industria cultural”.

Por otro lado, Monano entiende que “no se trata de molestar a la gente que hace voluntariado, porque yo también soy voluntario. He trabajado en proyectos de Payasos sin Fronteras y de Payasos en Rebeldía, he estado en Sarajevo, en Etiopía… Pero por la gente vulnerable. Una actuación en Europa no puede ser lo mismo. ¿Dónde está la voluntariedad del individuo? No lo sé. Lo que se transmite al final es que esto no es una profesión. Por supuesto que arte podemos tener todos, pero ser artistas, vivir de ello, es más complicado”.  

Lo cierto es que la cuestión ha levantado polvaredas en las redes sociales de manera periódica. Sin salir de Cádiz, el veterano Festival Iberoamericano de Teatro ha realizado numerosas convocatorias de este tipo, defendiendo una idea de artes escénicas participativas. Su responsable, Pepe Bablé, comenta que el asunto “es complicado”, suspira. “Hay gente que se presta a ello por el afán de hacer cosas más profesionales sin ellos serlo. Y, por el contrario, hay profesionales que no se prestan a un trabajo de voluntario porque para no serlo se han preparado y formado. ¿Dónde termina el voluntario y comienza el profesional?”.

“Ahora se han puesto de moda las residencias artísticas y los espectáculos comunitarios y creo que tienen parte de culpa en toda esta confusión, ya que las únicas personas que obtienen un pago económico son los creadores que los lideran, dejando la mano de obra en manos de personas que no cobran”, agrega. “Puedo entender el voluntarismo cuando se produce en un espectáculo donde la participación del voluntario es incidental y sin peso específico en el desarrollo de la trama ni de la puesta en escena, pero cuando sí lo es, defiendo que deberían ser tratados de una manera tan profesional como la de los que dirigen ese espectáculo”.

Experiencia compartida

Carlus Padrissa, director de La Fura dels Baus, explica a elDiario.es Andalucía que el equipo desembarcado en Cádiz está integrado por 14 personas, a los que vienen a sumarse los compositores de música locales, los responsables de las coreografías y los voluntarios. “Nosotros lideramos el proyecto, pero sin los voluntarios no podría salir la propuesta adelante, porque es la gente de aquí la que hace el espectáculo”.

El director argumenta asimismo que “tenemos 45 años de experiencia, aprendimos mucho de otros en las Olimpiadas de Barcelona y ahora enseñamos a otra gente. Entiendo que los profesionales quieran trabajar, pero nosotros estamos aquí solo un día, ellos tienen todo el año para hacer cosas en Cádiz. Ojalá haya muchos proyectos para todo el mundo”.

Por su parte, Javier Sánchez Vázquez, Monano, asegura que hasta ahora no ha recibido respuesta por parte de ningún director que quiera ser voluntario. “No, no he tenido esa suerte”, ríe. “Parece que la voluntariedad no está en la dirección de actores, es más bien cosa del eslabón de debajo de la cadena”.   

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