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PP y Ciudadanos en Andalucía ultiman un Gobierno conjunto bajo la tutela de sus líderes nacionales

Moreno y Marín abrirán el martes junto a García Egea y Villegas las reuniones para un acuerdo PP-Cs tras el 2D

Daniel Cela

Los líderes andaluces del PP y Ciudadanos, Juanma Moreno y Juan Marín, inician este martes en Sevilla la negociación para formar el próximo Gobierno autonómico, asistidos de cerca por el secretario general del PP nacional, Teodoro García Egea, y por su homólogo en la formación naranja, José Manuel Villegas.

La presencia de dirigentes nacionales en la primera línea de negociación del Gobierno andaluz está en consonancia con la campaña electoral que hicieron estos dos partidos y con la sobreexposición de sus líderes, Pablo Casado y Albert Rivera, que interpretaron las andaluzas como “la primera vuelta de las generales” para “acabar con el sanchismo”. “Estoy viendo que se está decidiendo el futuro de esta tierra en despachos de Madrid y Barcelona, lamentablemente el resultado de las elecciones favorece esta situación”, se quejó Susana Díaz, este lunes, ante el comité director del PSOE, máximo órgano de decisión entre congresos.

Para Villegas, negociar en el Parlamento andaluz en nombre de la dirección nacional de su partido no es algo nuevo. Hace tres años y medio, el número dos de Ciudadanos ya pilotó el diálogo con la ejecutiva del PSOE andaluz que derivó en el apoyo de investidura a Susana Díaz y la firma de un acuerdo político con 72 medidas de Gobierno. La formación naranja se definía entonces en sus estatutos como “socialdemócrata”, y hoy se reconoce como un “partido liberal”. Su eje político ha ido desplazándose hacia la derecha, ganando poco a poco terreno al PP.

En 2015 tenían nueve diputados en el Parlamento andaluz, hoy suman 21 gracias, en parte, a la transferencia de votos de los populares. La primera condición que Cs impuso al PSOE, antes de firmar el acuerdo de investidura, fue la dimisión por su implicación en el caso ERE de los ex presidentes Manuel Chaves y José Antonio Griñán, que entonces ocupaban un sillón en el Congreso y el Senado respectivamente.

Líneas rojas de Moreno y Marín

Los políticos andaluces de Ciudadanos -incluido Marín- son muy conscientes de que su resultado el 2 de diciembre debe mucho a “la fortaleza de nuestra marca a nivel nacional” y al “impulso y compromiso personal” que ha jugado Rivera y la líder catalana, Inés Arrimadas, en la campaña andaluza. “Somos un partido de ámbito nacional, con el mismo programa en todas partes de España, y las mismas condiciones de negociación en Sevilla que en Barcelona o Zaragoza”, dice un diputado autonómico. La estructura orgánica de Cs está centralizada, no es como la del PSOE. “Aquí no existen barones”, subraya Marín.

En 2015, Villegas fue quien aclaró a los socialistas andaluces que Cs no iba a entrar en un Gobierno de coalición, cuando Díaz les ofreció algunas consejerías de su gabinete. “Cada cosa que negociábamos con los diputados andaluces de Cs, luego tenían que consultarlo con la dirección estatal. A veces volvían con el aval y otras no”, recuerda un socialista que participó de aquellas primeras negociaciones, donde se estableció una pauta que luego se repetiría durante toda la legislatura. Cada medida del acuerdo y cada uno de los tres presupuestos autonómicos que pactaron PSOE y Cs se abordó en el comité de enlace entre ambos partidos, donde sólo se sentaban dirigentes andaluces de cada formación.

En cambio, para el PP andaluz, que lleva 36 años en la oposición, el marco de negociación para formar Gobierno que arranca hoy en Sevilla sí es una absoluta novedad. Los populares dicen que “es normal” que la dirección nacional de Casado haya enviado a negociar a su número dos, “porque Ciudadanos eligió desde el primer momento al secretario general de su partido”. Oficialmente, aseguran que “no hay tutelas”, pero admiten que desconocen el papel que jugará García Egea y si los términos de la negociación sobre el Gobierno andaluz tendrán “clave nacional”. “No se puede disociar esto de lo que está pasando en España, como si las municipales, autonómicas, europeas y generales no estuvieran a la vuelta de la esquina”, reconocen desde la dirección regional.

Las mismas fuentes señalan que Juanma Moreno cuenta con la confianza del presidente nacional de su partido para pilotar unas reuniones que “no tienen otro horizonte que el PP ocupe la Presidencia de la Junta” y sellar “un acuerdo de gobernabilidad con Cs” para desalojar a Susana Díaz del poder. Hace dos días, Marín usó prácticamente la misma fórmula a la inversa: “No contemplo otra posibilidad que ser presidente de la Junta, es la única línea roja”. Horas después, Villegas precisó que “la única línea roja” en la negociación con el PP era “desalojar al PSOE andaluz del poder”, algo que muchos interpretan como una concesión para que Moreno sea el próximo presidente de la Junta. Ninguno de los dos partidos explica, a las claras, cuándo entrará en escena la tercera pata de esta negociación: Vox. La formación de ultraderecha es necesaria para consolidar el cambio de Gobierno, pero ni ellos han reclamado nada aún, ni PP ni Cs han visibilizado ningún acercamiento.

Con Arenas no pasaba

El PP andaluz es el partido que más ha perdido porcentualmente en las andaluzas: de 33 diputados a 26, su nuevo suelo electoral. Ciudadanos no logró el sorpasso, sigue como tercera fuerza, pero tiene el aval de ser la fuerza que más ha crecido: de nueve a 21 escaños. Los más veteranos en el PP andaluz, que aún sobreviven de la última etapa de Javier Arenas, admiten que la “intervención” de la dirección nacional en la negociación andaluza “choca”, pero apuntan que el “músculo no es el mismo que cuando Arenas ganó las elecciones al PSOE en 2012”. “Entonces el PP andaluz era 100% arenista, estaba unido, estaba fuerte, los ocho secretarios provinciales acataban el rumbo que marcaba Javier, y Javier tenía la confianza y la amistad del presidente nacional del partido y presidente del Gobierno, Mariano Rajoy”, dice este ex diputado.

Arenas, desposeído ahora de todo poder orgánico visible, intervino en la primera reunión de la cúpula del PP andaluz tras las elecciones para reconocer que Moreno acababa de enfrentarse “a una campaña mucho más dura” que la que él vivió como candidato en 2012. El exlíder popular no dejó de reconocer la “ironía” de que, con 50 diputados y el mejor resultado de la historia del PP andaluz, él no se presentó a la investidura, a sabiendas de que “un pacto de perdedores PSOE-IU” había negociado ya un Gobierno de coalición, mientras que Moreno, con el resultado más exiguo del partido y la derecha más dividida, “toque con la yema de los dedos la Presidencia de la Junta”.

Fuentes del PP y de Cs consultadas por este periódico dan por hecho que el acuerdo “está encarrilado”, porque “no hay plan b distinto al cambio de Gobierno del PSOE”. “No habrá repetición electoral, llegaremos a un acuerdo”, afirma Marín. Las dos formaciones de derechas buscan un relato sobre la participación “pasiva” de la extrema derecha Vox en esta asociación que facilite la investidura, y posteriormente apelar a la responsabilidad de los 33 diputados socialistas para pactar con ellos “medida a medida y ley a ley”. “Como han hecho ellos con nosotros en estos tres años de legislatura”, dicen desde la formación naranja.

El PSOE, aislado de la negociación

De momento, Susana Díaz no quiere contemplar ese escenario de frente. El PSOE insiste en que ganó las elecciones, que es el partido más votado y que tiene legitimidad para liderar las negociaciones para formar Gobierno. Pero, de momento, al otro lado del teléfono no hay nadie. Los socialistas, por primera vez, han quedado aislados de la ronda de contacto entre partidos para arrancar la legislatura. Díaz ha telefoneado a Marín y a la líder de la coalición Adelante Andalucía (Podemos-IU), Teresa Rodríguez, pero no ha convencido a nadie para que se siente con ella a diseñar un acuerdo político. “Nosotros no podemos evitar que otras formaciones se reúnan”, dice el secretario de Organización del PSOE andaluz, Juan Cornejo.

Los socialistas insisten en aislar a Vox del nuevo mapa político andaluz, a pesar de que cuentan con 12 diputados en la Cámara y son la llave del Gobierno para las otras dos formaciones de derechas. El empeño de Susana Díaz en no contabilizar los escaños de los ultraconservadores permite a la presidenta en funciones reinterpretar el equilibrio de peso entre las derechas y las izquierdas: PP y Cs suman 47 diputados; PSOE y Adelante suman 50. Sin embargo, los socialistas ni siquiera tienen garantizado el apoyo de los 17 parlamentarios de Teresa Rodríguez a una hipotética investidura de Díaz. Al contrario: la gaditana parece haberse acomodado ya en la bancada de la oposición: “Está todo el pescado vendido”, ha dicho.

El comité director del PSOE, máximo órgano de decisión entre congresos, avaló el lunes (con varias críticas internas de peso) que Díaz inicie una ronda de contactos con sus rivales para tratar de armar un Gobierno de progreso. La socialista pone toda la presión en sus antiguos socios de Cs, recordando insistentemente a Rivera que su asociación con la ultraderecha de Vox marcará ejemplo de cara a las próximas citas electorales de 2019. El primer contacto que hará Díaz, según fuentes socialistas, será Teresa Rodríguez, para constatar si, como dice, contaría con 50 votos en el Parlamento en una hipotética investidura.

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