Juan Pablo Martínez, nuevo director del Instituto de l'Aragonés: “La realidad del idioma es de intranquilidad”
Juan Pablo Martínez, catedrático de Teoría de la Señal y Comunicaciones de la Universidad de Zaragoza, fue nombrado director del Instituto de l'Aragonés en un acto celebrado el pasado mes de mayo en la Universidad de Zaragoza, sucediendo en la dirección al escritor e historiador Ánchel Conte, fallecido en noviembre de 2023, quien había sido el director de este órgano de la Academia Aragonesa de la Lengua (AAL) desde su constitución.
Asume el cargo en un momento de hostilidad institucional a las políticas lingüísticas, aunque confiado por los avances que se han logrado desde la puesta en marcha de la AAL. “Tenemos mucho trabajo por delante, pero afortunadamente lo podemos hacer desde una academia reconocida legalmente”, asegura. Con todo, el hecho de que el aragonés siga siendo una lengua no oficial deja resta mucha fuerza a su protección. “La realidad del idioma es de intranquilidad, en cualquier momento se pueden dar pasos atrás en la protección de los derechos de los hablantes”, asume.
La necesidad de defender el modelo de consenso que trabajan desde la academia es lo que le ha motivado a ponerse al frente del cargo. “Desde el punto de vista del Instituto de l'Aragonés, en estos dos primeros años de vida de la academia, hemos abordado un encargo fundamental, que era trabajar y elaborar la ortografía normativa del aragonés, pues estábamos en una situación donde existían distintas ortografías muy dispares, cada una propuesta por asociaciones diferentes”, recuerda. La publicación ha tenido una gran acogida y editoriales, revistas y diferentes entidades ya adoptan su normativa. En estos momentos están abordando su difusión y se ha presentado a profesores y asociaciones para garantizar la unidad en los criterios que propone.
Martínez, que es miembro del Estudio de Filología Aragonesa, también ha sido coordinador de la Gramatica basica de l'aragonés (2021, Prensas de la Universidad de Zaragoza). Es coautor de trabajos sobre la situación del aragonés como Aragonese: The Aragonese language in education in Spain (Fryske Akademy, 2016) o L’aragonés y lo catalán en l’actualidat. Analisi d’o Censo de Población y Viviendas de 2011 (Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2017), así como de artículos y ponencias sobre lingüística aplicada y el desarrollo de herramientas informáticas para el aragonés. Avanza también que una de las ideas de futuro es llevar a cabo “convenios de colaboración con instituciones y entidades interesadas en las lenguas propias”. De hecho, el año pasado ya se firmó un primer convenio de colaboración con el Justicia de Aragón
La financiación de los trabajos del Instituto de l'Aragonés y la propia AAL van a ser otro de los frentes de su mandato. “Nos hemos propuesto también elaborar un diccionario y una gramática del aragonés y sus variedades, que es en lo que se está trabajando ahora, sin embargo la poca financiación que existía ha desaparecido”, denuncia. Esta situación complica la posibilidad de contar con colaboradores externos y un avance rápido en los trabajos. Además, explica que sería importante ampliar el número de académicos porque la labor científica que hay que realizar es grande y la estructura actual “es muy limitada”.
La relación con el Gobierno de Aragón, que decidió suprimir por orden de Vox la dirección general de Política Lingüística, por el momento es “correcta” y Martínez define como “cordiales” las reuniones que han mantenido. Aunque no olvidan que dentro del propio Ejecutivo existen tensiones y no todos piensan igual en estos aspectos, poniendo en riesgo mucho de lo logrado. “Hemos ofrecido al Gobierno de Aragón la colaboración de la academia, sobre todo porque tenemos dos grandes funciones que son las que nos da la propia ley: una es la normativa, es decir, establecer las normas de uso correcto, y la otra es el asesoramiento a las administraciones públicas en todos los aspectos relativos tanto al uso correcto de la lengua como a su promoción social”, explica.
En sus trabajos previos, Martínez, que también es miembro de la asociación cultural Nogará y cofundador de iniciativas como Softaragonés y Edicions Transiberiano, ha desarrollado correctores ortográficos para el aragonés, así como los traductores automáticos de Apertium bidireccionales entre castellano-aragonés y aragonés-catalán. También ha trabajado en la localización y traducción al aragonés de diversos programas informáticos y en otros proyectos para la enseñanza, difusión, divulgación y visibilización del aragonés. Considera que se tendría que haber dado un impulso mayor al uso oficial de las lenguas aragonesas en los entes oficiales, algo que podría revitalizar la realidad de los hablantes.
Martínez asume que se ha perdido la transferencia generacional del aragonés y que el uso va en retroceso. Pero ve motivos para la esperanza al señalar que el “estigma” de hablar en la lengua materna se ha revertido. Y eso hace que el número de hablantes, que el censo del 2011 sitúa en unas 8.000 personas, se mantenga gracias a las enseñanzas y los nuevos hablantes. “Desde todas las posiciones políticas se tendría que fijar un acuerdo para defender este patrimonio cultural, sobre todo teniendo en cuenta que hay derechos de los hablantes en juego”, incide. Considera que se tendría que establecer un plan común para los próximos años que aborde de forma decidida la realidad del aragonés, diagnosticando su situación real y proponiendo soluciones, sobre todo atendiendo al Estatuto de Autonomía, en el que se define una hoja de ruta que no se está produciendo.
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