Espacio de opinión de Canarias Ahora
Sol, playa y clima
El Turismo comenzó en Canarias en los años 80 del siglo XIX. Una de las motivaciones principales de viaje fue la salud, dada la benignidad del clima canario para curar o aliviar enfermedades reumáticas, cutáneas y respiratorias (p.ej. la tuberculosis). Sin embargo, en esta fase inicial el número de turistas aún no puede ser considerado importante si lo comparamos con otros destinos de la época (5.000 visitantes en 1895). Esta fase de introducción turística se extendió hasta finales de los años 50 del siglo XX. En 1950 la población de Canarias era de 793.328 habitantes y el sector primario aún tenía un peso relevante en la estructura sectorial del PIB: agricultura/pesca 28%, industria 15%, construcción 6% y servicios 51%, (datos de 1955).
Turismo como generador del empleo en Canarias
A partir de los años 60 del pasado siglo el turismo adquirió nuevas dimensiones y se desarrolló hacia un turismo de masas. Los visitantes fueron aumentando, a la vez que lo hacía la población con nuevos habitantes atraídos por el empleo. La actividad turística creó trabajos directos (p.ej recepcionistas) e indirectos (p.ej. producción de la agricultura para consumo turístico), pero mayor aún fue la proporción de los empleos derivados, que son los que dan servicio al volumen poblacional creado por el Turismo, p.ej. con empleos como: el comerciante que vende productos al trabajador turístico, el funcionario que da servicios al comerciante, el médico de hospital que atiende al funcionario, etc. Es decir, el Turismo fue el “motor” para la creación del tejido poblacional, de manera que a finales de los 60 la población canaria alcanzó el millón y en el 2007 superó los dos millones de habitantes. En la actualidad el Archipiélago cuenta con 2,1 millones de habitantes y el sector servicios supone aprox. el 83% del PIB, la agricultura/pesca el 1%, la industria el 9% y la construcción el 7%.
El segundo Informe CATPE sobre la competitividad turística de Canarias incluye la propuesta de tener en cuenta los empleos derivados (o “inducidos”) al calcular la incidencia del Turismo, pues el dato utilizado habitualmente (aprox. 30% del PIB) se refiere únicamente a los efectos directos e indirectos y puede dar la equivocada sensación de que “sin el Turismo, podríamos vivir del restante 70% de la actividad económica”, lo cual no es así, pues la mayor parte de ese 70% se corresponde con los efectos derivados del Turismo. Podría resultar más fácil entenderlo con una reflexión desde el otro extremo: ¿cuántos de nosotros estaríamos en Canarias si no se hubiese basado la economía canaria en el Turismo? Pues muy pocos.
En Canarias apenas existen “actividades motor” que hayan evolucionado con independencia del Turismo (agricultura destinada a exportación, industria exportadora, actividad portuaria,..), las cuales en su conjunto no superan el 5% del PIB. Incluso la construcción, considerada como el otro gran motor económico, quedaría, bajo esta perspectiva, relegada a una actividad dependiente del Turismo, sea de forma directa (p.ej. un hotel), indirecta (p.ej. construcción de un almacén de proveedores industriales para el sector turístico) o derivada (p.ej. construcción de viviendas para trabajadores con empleos inducidos por el Turismo). De ahí que podamos afirmar que el Turismo ha creado aprox. el 95% de los empleos de forma directa, indirecta y derivada.
Sol & playa & clima como eje del Turismo
Al evolucionar el modelo turístico canario a partir de los años 60 hacia un turismo de masas, se pasó de los perfiles de turistas de salud, naturalistas y exploradores hacia el denominado “turista de sol y playa” como principal cliente. El sol y playa tiene en Canarias el especial añadido del clima óptimo y constante, que le quita la estacionalidad que tienen otros destinos del Mediterráneo y supone la motivación principal de su segmento más importante en invierno: el turista jubilado. Si unimos el clima al “sol y playa” obtenemos el mix de motivación vacacional predominante para Canarias, presente de una u otra manera en prácticamente todos los productos turísticos actuales, aunque tengan denominaciones distintas al sol y playa como p.ej. el turismo deportivo (¿vendrían los cicloturistas de diciembre a marzo si no fuese por el clima?).
Los planificadores que afirman que “hay que abandonar el monocultivo del sol y playa” olvidan que el sol y playa es la tipología vacacional más importante y que, además, ya no se puede categorizar a los turistas por perfiles únicos asociados a un sólo producto turístico. Desde hace varios años se va imponiendo el perfil del turista multiopcional, es decir, el que se distancia de los extremos (“sólo descanso”, “sólo cultura”,..) y mezcla diferentes tipos de vacaciones (ver Reiseanalyse 2015). Buena muestra de ello es un estudio de segmentación de Promotur del 2014, en el que identifica 11 perfiles de turistas diferentes de sol y playa, desde el “Simpson”, que busca descansar en un lugar con buen clima con cercanía a la playa, seguridad y buen precio, hasta el “Participante”, que busca “la conexión con la cultura local y experimentar algo más que playa”. Por tanto, en vez de buscar alternativas al sol y playa, la cuestión es complementarlo para poder captar a más perfiles mixtos, tal como está enfocando Promotur varias campañas de comunicación. Visto de este modo, resultaría absurdo el hablar de “cambiar nuestro modelo turístico”, cuando es justo lo único que sabemos hacer bien y precisamente donde más potencial de creación de productos mixtos de sol y playa tenemos, gracias a la combinación con el clima.
Sol & playa & clima como pilar de nuestro bienestar
En definitiva, el sol & playa & clima es el pilar de nuestro modelo turístico y el Turismo es el generador casi único del empleo en Canarias. Dada su importancia, cabe preguntarse: ¿tiene el Turismo en la sociedad canaria un reconocimiento acorde a su función económica y social? Pues no parece tenerla. Una parte importante de la población vive de espaldas al Turismo, como si el puesto de trabajo que le da sustento nada tuviese que ver con el Turismo, visto incluso por muchos como un mal necesario.
Posiblemente no exista ninguna otra región turística que trate con semejante pasividad, a veces incluso desprecio, a su principal pilar de subsistencia. Resulta insólito ver como una región turística con nuestras características celebra su 50 aniversario del Turismo con tanta nostalgia, recreándose en fotos en blanco y negro y añorando tiempos pasados de cuando transitábamos en burro sobre las playas intactas de Maspalomas hasta San Agustín. Ello no quiere decir que no sea importante saber de dónde venimos, pero sin duda es igual de importante saber a dónde vamos y de qué van a vivir nuestros hijos y nietos, visión de futuro que faltó por completo en la celebración del 50 aniversario de Maspalomas Costa Canaria hace escasamente unos años.
Pero más grave son los falsos mitos que se han transmitido por nuestros planificadores turísticos o conocidos académicos durante la última década: que el sol y playa estaría acabado (¡falso!, es la tipología nr.1 y además en crecimiento); que no genera empleo (¡falso!, el Turismo es el único sector que ha creado empleo en los últimos años de crisis); que los turoperadores se quedan el gasto en origen (¡falso!, los TTOO pagan a los hoteleros; los turistas no vienen gratis); que regalamos el sol y playa y no exportamos nada (¡falso!, exportamos experiencias vacacionales de sol y playa; el Turismo es una industria exportadora); que la diversificación de la economía canaria crearía empleo masivo (¡falso!, nuestras posibilidades de diversificación industrial y en el sector primario están muy limitadas); que hay que diversificar el Turismo con alternativas al sol y playa (¡impreciso!, lo que hay que hacer es crear complementos al sol y playa); que el turismo de ciudad y el turismo rural tienen un potencial de desarrollo importante en Canarias (¡falso!, los hoteles rurales y de ciudad son las únicas modalidades que nunca fueron prohibidas por la moratoria; si tuvieran semejante potencial de crecimiento ya se habrían desarrollado).
Y, finalmente, el mito más falso de todos: que, supuestamente, habría que cambiar de modelo turístico. El actual modelo de sol y playa se puede desarrollar, segmentar mejor y aprender a gestionarlo, pero ya no se puede reconvertir, por ejemplo, hacia un modelo donde predomine el agroturismo, el astroturismo o el turismo cultural, tal como pretenden dar a entender algunos.
Nos guste o no, esto es lo que hay: el sol y playa y clima no sólo es nuestro modelo turístico, es nuestro motor de subsistencia, es la razón por la que estamos aquí la mayoría de nosotros. Ciertamente, si no hubiese sido por la feroz intervención administrativa a la que está sometida Canarias desde hace dos décadas y a la dejadez pública en la rehabilitación de las infraestructuras turísticas, el modelo habría evolucionado de forma bastante diferente y, probablemente, tendríamos una presencia más acentuada de segmentos con mayor poder adquisitivo, pero el modelo en sí sería el mismo, un modelo de turismo vacacional basado en nuestro sol, nuestras playas y nuestro clima, que es, en definitiva, lo que nos da y seguirá dando de comer.
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