La portada de mañana
Acceder
España tiene más de un millón de viviendas en manos de grandes propietarios
La Confederación lanzó un ultimátum para aprobar parte del proyecto del Poyo
OPINIÓN | Aldama, bomba de racimo, por Antón Losada
Sobre este blog

El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Soria y Zerolo

José Manuel Soria y Miguel Zerolo en 2004, cuando el bigote lo llevaba el primero y no sospechaban ni por asomo que saldrían de la política por la puerta de atrás.

Carlos Sosa

La última vez que alguien de cierto relieve en Coalición Canaria defendió el escandaloso pelotazo de Las Teresitas fue el 23 de febrero de 2009. Y ese alguien lo dijo así: El escándalo de Las Teresitas “fue algo que surgió con un acuerdo político, y con la intención de recuperar la playa para el pueblo de Santa Cruz, y al final se ha judicializado y utilizado como arma política, y lo que tenemos ahora mismo es una paralización de Las Teresitas, en medio de una batalla. Yo no sé cómo va a acabar, pero creo en la inocencia de todos los cargos políticos. Pero a la gente que han cogido en medio la han crucificado. A Miguel Zerolo lo han crucificado, azotado públicamente, denostado… ya la pena la cumplió. Lo que venga detrás ya da igual”.

Estas reflexiones tan profundas, coincidentes en la esencia con lo manifestado por el acusado en la antesala del juicio, este viernes, las hizo el hoy presidente del Gobierno, Fernando Clavijo, al periodista Francisco Pomares cuando éste era un lustroso colaborador de La Provincia en medio de una entrevista en la que el ex alcalde de La Laguna se confesaba independentista o, como mínimo, partidario de que Canarias sea un Estado libre asociado. Un Estado portorriqueño, para entendernos.

Ni una sola voz más de Coalición Canaria se ha descolgado desde entonces defendiendo la honorabilidad o la inocencia (no tienen por qué coincidir ambas virtudes) de Miguel Zerolo, ni siquiera en los días previos al juicio que comenzó este viernes en la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife por el escándalo de Las Teresitas. Y eso que el ex senador y ex alcalde la capital tinerfeña fue en su momento el cachorro de Manuel Hermoso mejor colocado para convertirse en su sucesor y, consecuentemente, en el líder de las más grandes empresas nacionalistas canarias. Zerolo se creyó tan a pie juntillas lo de la impunidad y lo del funcionamiento implacable de la maquinaria empresarial y financiera de la Agrupación Tinerfeña Independiente (ATI) que llevó hasta sus más flagrantes extremos, sin disimulo y en plena plaza pública, las prácticas habituales del régimen en la isla.

La estrategia era clara y aún hoy permanece indeleblemente fijada en el manual de los impunes: dices que es en nombre de Tenerife y por su engrandecimiento; consigues la complicidad de los principales medios informativos;  buscas amenazas externas que puedan hacer peligrar el negocio y embarcas a todas las fuerzas políticas. Por eso Fernando Clavijo en 2009 y Miguel Zerolo este pasado viernes de 2016 volvieron a hacerlo. Y volvieron a decirlo: todo lo que hemos hecho fue en beneficio de los ciudadanos, para que los santacruceros tuvieran una playa y para que no se construyera en su frente.

El régimen no contaba con Santiago Pérez, en aquellos momentos secretario general del PSOE de Tenerife, hoy concejal de Por Tenerife en La Laguna, el tipo más íntegro e insobornable a este lado del Misisipi. Pérez –que está citado a declarar como testigo-prohibió a los concejales del PSOE que votaran a favor del convenio de Las Teresitas; los expulsó cuando le desobedecieron, y redactó en 2002 para el colectivo Ínsula Viable la correspondiente denuncia que impidió que el pelotazo de Las Teresitas engrosara la amplia lista de casos de corrupción que empezaban a aflorar en Canarias.

Soria llamó “incompetente” a la magistrada

Eran tiempos aquellos en los que ninguna de las autoridades archipielágicas esperaba que la corrupción fuera investigada a fondo. Llegó Zapatero en 2004 y su ministro de Justicia, Juan Fernando López Aguilar, creó fiscalías anticorrupción en los lugares donde históricamente se practica lo que se conoce como “justicia de frontera”, tantas veces unida al urbanismo de litoral turístico. Ya saben. Por eso prosperó la denuncia de Santiago Pérez en un caldo de cultivo propicio y junto a otros casos escandalosos en Gran Canaria, como Eolo, Faycan, Góndola… Ocupaba la Jefatura Superior de Policía de Canarias un comisario maldito para Coalición Canaria y para el PP, Narciso Ortega.

Coalición Canaria y el Partido Popular se repartían el poder territorialmente: la provincia de Santa Cruz de Tenerife para los nacionalistas, la de Las Palmas para los populares de José Manuel Soria. El poder ejercido de la forma más bananera.

Llegó hasta tal punto la depravación que José Manuel Soria, estando ya en la plataforma de lanzamiento hacia un ministerio en el Gobierno de Rajoy (29 de noviembre de 2011), descalificó públicamente la instrucción que la magistrada Carla Bellini hacía del caso Las Teresitas. Directamente la tachó de “incompetente”, insinuando que incluso debiera ser sancionada, y eso que la instructora había alcanzado la plaza de magistrada del Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) por nombramiento del Parlamento a propuesta del PP. O quizás fuera por eso: Soria fracasaba en su intento por anular el caso Las Teresitas porque la magistrada y la fiscal anticorrupción, María Farnés Martínez, se mantenían en sus trece. Había presuntos delitos y siguieron adelante.

Para las memorias de algunos y algunas de los protagonistas quedarán los motivos por los que se les retiró a los acusados el delito de cohecho, ampliamente acreditado en los informes policiales. El ritmo de vida que llevaban algunos de los encartados no se correspondía razonablemente, con sus ingresos formales, si exceptuamos, claro, las 145 veces que Miguel Zerolo se ganó la Lotería.

José Manuel Soria y Miguel Zerolo eran compadres. Llegaron a coincidir como alcaldes de las dos capitales canarias y trabaron una estrecha relación política y de componendas hasta rebasar límites razonables. Soria trató de salvar a su compadre, pero no pudo, y la cosa se complicó cuando, ya como ministro, Paulino Rivero rompió todos los vínculos con él y con el PP. Definitivamente la suerte dio la espalda a Zerolo, que acabó abandonando la política por la puerta de atrás y sin un homenaje similar al que sus compañeros de CC tributaron a quien fuera su tesorero en la salud y en la enfermedad, Luis Suárez Trenor, también implicado junto al alcalde de Santa Cruz en escándalos como el caso Fórum Filatélico. Ni nada que se pareciera al homenaje perpetuo que los dirigentes del PP canario y sus empresarios de cabecera rinden un día sí y el otro también a su desprestigiado gran timonel.

Nunca se imaginó Zerolo que su amigo José Manuel Soria también acabaría saliendo de la política de manera precipitada e indigna. Qué tiempos aquellos en los que se creyeron intocables.

Sobre este blog

El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Etiquetas
stats