Tras sobrevivir once días en el timón de un petrolero, los jóvenes que viajaron de Nigeria a Gran Canaria piden una oportunidad
El buque Alithini II parece un gigante en medio del océano. Con 183 metros de eslora y 32 metros de ancho, este petrolero que ahora navega rumbo a Gibraltar transportó durante once días en la pala del timón a tres jóvenes desde el Puerto de Lagos (Nigeria) hasta el Puerto de Las Palmas. Los nigerianos, todos de entre 20 y 27 años, realizaron esta peligrosa travesía como polizones. Tras más de una semana sin apenas comer ni dormir, fueron ingresados en el hospital en cuanto llegaron a Canarias. Estuvieron a punto de ser devueltos a su país de origen en el Alithini II pocas horas después de haber llegado, pero su petición de protección internacional les ha dado una oportunidad.
El primer contacto de uno de los tres jóvenes con sus abogados fue en una habitación del Hospital Insular de Gran Canaria. El superviviente estuvo ingresado en estado grave desde el martes hasta este jueves, cuando recibió el alta. “Nos enteramos por la prensa y tratamos de entrar en contacto con las tres personas. Pudimos hablar con uno de ellos y nos manifestó que quería pedir asilo”, cuenta María Vieyra, asesora jurídica de Caminando Fronteras y una de las abogadas del joven que salió este jueves del Hospital.
Los otros dos ingresaron en el Hospital Doctor Negrín por deshidratación moderada al llegar a Gran Canaria y fueron devueltos al barco en cuanto se recuperaron. “Los tienen que devolver al puerto de origen”, apuntaron entonces a esta redacción fuentes de la Delegación del Gobierno en Canarias. Sin embargo, gracias a la movilización de diferentes colectivos y ONG, fueron reubicados en dependencias de la Policía Nacional para presentar también sus solicitudes. Allí permanecen los tres hasta que se admita o no su petición.
El procedimiento que se inicia con las personas que llegan como polizones es diferente al que se aplica a quienes llegan en patera, tal y como explica María Vieyra. El trámite para los polizones es el mismo que para las personas migrantes que llegan a los aeropuertos españoles.
Los plazos son más cortos. Una vez presentada la solicitud, la Oficina de Asilo y Refugio tiene cuatro días para admitirla o denegarla. Si es admitida, los solicitantes pasarán a uno de los centros de acogida habilitados en el Archipiélago. Si es denegada, los abogados tienen dos días para exigir un reexamen y en otras 48 horas se resuelve si se hará o no esta nueva evaluación.
En caso de que se denieguen sus solicitudes, pasarán a estar en una situación administrativa irregular y el buque tendrá la responsabilidad de repatriar a los jóvenes. Vieyra, en una entrevista concedida a este periódico, tilda de “sorprendente” que se aplique en este caso la legislación para polizones. “Cuando las personas fueron derivadas al hospital, desembarcaron en territorio español. Entonces, debería dejar de aplicarse la legislación de los polizones, cuya única particularidad es la forma de entrada”, explica la abogada.
El colectivo Caminando Fronteras, fundado por la activista y periodista Helena Maleno, pidió al Ejecutivo español que paralizara la devolución de los náufragos, puesto que “el hecho de someterse a una travesía de tal riesgo” debía ser considerado como un indicio para analizar de manera individualizada las circunstancias personales de cada uno de ellos.
“Solicitamos a la Subdelegación del Gobierno en Las Palmas que deriven a las tres personas a los programas de atención humanitaria a personas migrantes [...] para recuperarse anímica y psicológicamente a la vista de la naturaleza de los hechos y la peligrosa travesía, que podría haber sido mortal”, exigió el colectivo.
Escapar escondido en un barco
Una imagen publicada por Salvamento Marítimo evidenció las arriesgadas condiciones en las que los jóvenes nigerianos realizaron su viaje. En la foto puede verse a los tres hombres apretados con los pies a pocos centímetros del océano. Con los hombros encogidos y sin despegar la mirada del océano, los polizones trataron de sobrevivir al frío y a los golpes del océano.
Decenas de jóvenes han llegado al Archipiélago escondidos en grandes barcos y exponiéndose a peligrosas travesías. El día 20 de julio de este año, dos saharauis de 25 y 26 años llegaron al puerto de Santa Cruz de Tenerife en un buque procedente de Tánger, en Marruecos. Cruz Roja los atendió dentro de la embarcación y, después de comprobar que estaban en “buen estado de salud”, fueron devueltos.
En julio de 2021, ocho jóvenes senegaleses llegaron al Puerto de Las Palmas como polizones en el buque Pegasus. Muchos manifestaron su voluntad de pedir protección internacional, pero la consignataria de la embarcación comenzó a repatriar a los senegaleses casi un mes después de su llegada. Mientras tanto, permanecieron alojados en un centro bajo la responsabilidad de la consignataria y en un régimen de retención donde solo podían ir de la habitación al comedor o al baño, según informó Efe.
Algunos niños, al escuchar a sus mayores, también han tomado en los últimos años esta decisión. El mismo recorrido que los tres hombres llegados esta semana hicieron, lo hizo también Roy. En diciembre de 2020, con solo 14 años, llegó al puerto de la capital de Gran Canaria desde Lagos escondido en un petrolero.
El pequeño nigeriano pasó a vivir en un centro de acogida para menores no acompañados de Moya, en Gran Canaria. En su país vivía con su hermana desde que tenía seis meses y, aunque su sueño era ser abogado, también es un apasionado de la música. En el albergue recibió clases de español y, por las tardes, jugaba a baloncesto y fútbol con otros jóvenes canarios de su edad en el pueblo, en el marco de algunas actividades de integración desarrolladas por el Ayuntamiento de este municipio grancanario.
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