Solo el 5% de las mujeres que sufren ciberviolencia machista en Gran Canaria denuncia ante las autoridades

La consejera de Igualdad de Gran Canaria, Sara Ramírez y la coordinadora de la asociación, Ana Lydia Fernández-Layos.

Canarias Ahora

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Solo el 5% de las mujeres que viven en Gran Canaria y que sufren ciberviolencias machistas denuncian los hechos ante las autoridades, según revela la investigación Ciberviolencias machistas: un análisis de la realidad actual en Gran Canaria, impulsada y desarrollada por la Asociación Opciónate y financiada por el Cabildo de Gran Canaria, a través de su Consejería de Igualdad.

La consejera del área, Sara Ramírez, y la coordinadora de la asociación, Ana Lydia Fernández-Layos, han expuesto los datos de esta investigación, cuyos resultados preliminares ya reflejaron que el 50% de las mujeres de Gran Canaria ha sufrido al menos una situación de ciberviolencia machista de carácter sexual en Internet; que otro 16% asegura que alguna amiga o conocida también lo ha padecido; y que casi dos tercios de la población femenina entrevistada ha sido o conoce a alguna mujer de su entorno víctima del cibermachismo en sus relaciones de pareja.

 “Dentro los objetivos que tenemos en el Cabildo de Gran Canaria en las políticas de Igualdad, uno es la especialización de los servicios que prestamos a las víctimas de la violencia de género en nuestra Isla. Es este sentido, este estudio pionero en Canarias nos ofrece la primera fotografía del impacto del fenómeno y de sus efectos en la Isla y nos va a permitir fortalecer los mecanismos de prevención, protección y denuncia, así como tener una serie de propuestas destinadas a ir mejorando la atención que le damos a las mujeres”, ha asegurado la consejera.

“Ya en 2019, creamos el Servicio de Atención a Víctimas de Violencia Sexual; en 2020, pusimos en marcha el Servicio de Atención Psicoeducativa a Menores Víctimas de la Violencia de Género: y el año pasado, el Proyecto Maday, la casa de acogida para mujeres víctimas de violencia de género con problemas de adicciones”, ha recordado. “Y en esta agenda, la atención a las ciberviolencias cobra ahora una gran importancia, al contar con este análisis de la realidad de las violencias digitales en Gran Canaria”.

Ha detallado, asimismo, que la iniciativa forma parte del Programa de Investigación y Estudios Feministas con Perspectiva Interseccional del Marco Estratégico por la Igualdad Gran Canaria Infinita y que ha supuesto una inversión de 19.928 euros, procedentes de la convocatoria de Subvenciones para el fomento de la Igualdad por razón de sexo, orientación sexual o identidad de género de 2021. En concreto, esta investigación ha incluido el desarrollo de una encuesta digital a más de 330 mujeres de la Isla, entrevistas en profundidad a víctimas de la ciberviolencia machista y un grupo focal con representantes de instituciones locales, insulares y regionales.

El trabajo se ha centrado en analizar tres tipos de ciberviolencias. Por un lado, las de carácter sexual, que tienen lugar en Internet o en las redes sociales, como la recepción de correos, imágenes o mensajes sexuales de forma reiterada sin haber sido solicitados, así como seguir insistiendo en una conversación sexual, tras pedir que parasen. En segundo lugar, se han tratado las ciberviolencias ocurridas en el terreno de las relaciones sentimentales, en especial a través de la revisión del móvil para controlar las llamadas, mensajes y contactos, o el uso de las redes sociales para controlar qué hacían y con quién las mujeres objeto del estudio.

Y, por último, las ciberviolencias machistas simbólicas o discriminatorias que inundan el mundo digital. Estas se manifiestan a través de contenidos que muestran a la mujer simplemente como un objeto sexual, los insultos por defender postulados feministas, los chistes o memes sobre violaciones o agresiones contra las mujeres, o la exclusión de foros por el mero hecho de ser mujer, entre otros casos con los que se ha encontrado una amplísima mayoría de las entrevistadas.

El informe concluye que 44% de las mujeres encuestadas respondió que no sabría a dónde acudir para denunciar esta clase de hechos y también expresó sus dudas y temores relacionados con la revictimización, la necesidad de demostrar que se sufre esta situación, aportar pruebas y que sean admitidas.

Percepción generalizada de riesgo

La investigación también refleja que existe una “percepción de riesgo generalizada” entre las mujeres en el entorno online y cómo estas experiencias negativas tienen consecuencias directas en su comportamiento. Así, muchas de las entrevistadas afirmaron que las medidas de protección o de no exposición que adoptan implican un recorte de su libertad para actuar y para participar como desearían en las redes sociales.

Además, se constata que estas autocensuras conllevan en ocasiones una pérdida de oportunidades de proyección personal y profesional. Esta autoexclusión merma su derecho a la participación en el medio digital y, de hecho, la opción de abandonar las redes sociales o las aplicaciones es seleccionada por dos de cada diez mujeres afectadas por las ciberviolencias.

De igual modo, el estudio certifica que “igualmente grave es la culpabilización en el imaginario social de las mujeres que sufren estas situaciones, por no haber adoptado suficientes medidas de prevención o por haberse dejado hacer esa foto o vídeo”.

Efectos en la salud de las mujeres

El informe expone que los efectos comunes en mujeres que han sufrido ciberviolencias machistas de carácter sexual o en el contexto de sus parejas o exparejas son las palpitaciones y la ansiedad, que son señaladas por el 50% de quienes han vivido al menos una situación del primer tipo y por el 36,5% de las víctimas del segundo.

Y se ha corroborado que se produce un empeoramiento de la autoestima, en el 45,6% de las mujeres que han padecido alguna situación de ciberviolencia de carácter sexual y en el 31,7% de aquellas que han vivido alguna situación de ciberviolencia machista en sus relaciones de pareja; o de problemas de sueño, en el 36% y el 26,3%, respectivamente.

Propuestas

Este amplio proceso participativo se ha plasmado en numerosas propuestas de actuación contra las ciberviolencias machistas, que abarcan la educación, la visibilización del problema, la promoción del uso sano y saludable de las redes sociales e Internet o la denuncia y la protección, así como la extensión de las buenas prácticas entre las plataformas digitales.

Entre las medidas planteadas está la profundización en el marco educativo sobre cómo se manifiesta de manera estructural la cultura machista en todos los ámbitos presenciales y online, y una atención específica a las distintas variantes que se están produciendo y sus efectos, con el fin de socavar su normalización. Del mismo modo, se plantea la creación de más espacios específicos online para visibilizarlas y denunciarlas, y para hacerse eco de buenas prácticas. También se han producido apuestas por mejorar las competencias digitales y la ciberseguridad, mediante la incorporación de una perspectiva feminista y de servicios de apoyo y asesoría especializados dirigidos a las mujeres y chicas afectadas.

Varias voces subrayaron la necesidad de que “las políticas de uso y buenas prácticas de las empresas del espectro de las Tecnologías de la Relación, la Información y la Comunicación que promueven dinámicas sexistas conscientes o inconscientes, directas o indirectas, pero con iguales consecuencias dañinas, incorporen un análisis de género, prejuicios, estereotipos, actuaciones y mensajes machistas, misóginos y discriminatorios que se están difundiendo, promoviendo y creando contra las mujeres y las niñas”.

El estudio completo: https://opcionate.com/es/estudio-ciberviolencias-machistas-gran-canaria/

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