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La primera. No es inteligente ni sensato ni “patriótico” rechazar un pacto de semejante magnitud. En países serios, como Alemania, es algo que acontece cuando fallan los apoyos de los partidos bisagra y la gobernabilidad del país lo necesita. El actual gobierno de Merkel es una coalición con el SPD, y el último gabinete del canciller Eschröder lo fue con la UDF. Para eminentes politólogos coaliciones semejantes demuestran altura de miras, sentido de estado y mayoría de edad de partidos y sistemas.
La segunda. No es inteligente ni sensato que ningún partido enseñe sus cartas en lo tocante a estrategia durante una campaña electoral. Salvo los tontos nadie confiesa cual va a ser su política de pactos después de las elecciones. A Rubalcaba le ha faltado tiempo para salir a la palestra y negar semejante coalición contra natura, y es lógico, porque está en mitad de una campaña, porque está en mitad de una tormenta que no hunde su partido pero que tampoco lo deja remontar, porque quiere recuperar su semblante de izquierdas entre el electorado indeciso que se muestra esquivo e incrédulo, y porque intenta, aunque no puede, eliminar el lastre de las decisiones que tomó el PSOE durante su última época de gobierno y que aún no han sido olvidadas por muchos de sus antiguos votantes.
La Tercera. Independientemente de la inteligencia y la sensatez, e incluso del patriotismo, no debemos olvidar que en este país, en el último gobierno de Zapatero y con los primeros embates de la crisis, mucha gente, muchos partidos, muchas empresas y organismos pedían una gran coalición de gobierno, un gobierno de concentración para combatir el desastre, pero ninguno de los dos grandes partidos estaba interesado. Sin embargo, a la hora de reformar la constitución no dudaron ni tuvieron problemas para entenderse y proceder de urgencia.
Conclusión: en mi opinión sería posible una gran coalición de gobierno PSOE-PP si sus tradicionales apoyos nacionalistas o la mayoría absoluta fallan. Tal vez aún no haga falta, pero mañana… Ambos son partidos que ocupan el centro político, lo que a pesar de las apariencias los hace cercanos en muchos temas. Por descontado que la pose es importante, y por eso se muestran enfrentados, incompatibles, y anuncian a los cuatro vientos que su amor es una quimera porque son la izquierda y la derecha, pero a estas alturas la ciudadanía no se deja engañar, al menos conscientemente, por esos detalles. Si los poderosos, si la banca y los grandes intereses económicos y financieros, si los que han generado la crisis y se han enriquecido con ella, los que sugieren recortes en sanidad, privatizaciones y reflote de bancos con dinero público tocan arrebato, dan los avisos pertinentes y así lo mandan, descuiden que el PSOE y el PP se entienden, pactan, gobiernan y montan un circo si así se ordena. Total, ambos partidos llevan tiempo trabajando para los mismos jefes y, al parecer, con excelentes resultados.