Ricard Gomà: “La confluencia hace compatible las formas emergentes con experiencias de gestión honesta”
Ricard Gomà (Barcelona, 1964) habla con ilusión de las perspectivas que abre la confluencia, finalmente sellada, alrededor de Guanyem. Sin embargo, el hasta ahora líder del Grupo Municipal de ICV-EUiA en Barcelona no figurará en una lista que quiere tumbar el Gobierno del alcalde Xavier Trias “y llevar al consistorio el clamor vecinal de la calle”. Los 12 años ocupando cargos públicos y su voluntad de retomar la docencia son los principales argumentos que esgrime para argumentar su retirada. A pesar de ello, para muchos Gomà resume la paradoja de ser el daño colateral de la confluencia y, a la vez, el máximo opositor a las políticas del Gobierno de CiU. Hablamos con él sobre los detalles de la negociación con Guanyem, de la huella de ICV-EUiA en la Barcelona actual y de la dualidad entre pragmatismo y purismo político.
¿Cómo explicarías qué ha pasado en Barcelona en los últimos cuatro años?
Por suerte la ciudad va mucho más allá de su Gobierno. Barcelona tiene una ciudadanía con un alto grado de compromiso con los barrios, con un tejido asociativo y unos movimientos sociales muy potentes. Por lo tanto, las políticas de los gobiernos siempre están moduladas por estas dinámicas. El Gobierno de CiU no puede alterar todo esto en sólo cuatro años. Eso no quiere decir que no lo haya intentado en algunos aspectos.
¿En cuáles?
Se ha impulsado una política inexplicable, sobre todo en tiempos de crisis, de freno a los principales programas de inversión social y educativa de proximidad. De todo aquello que había hecho de Barcelona una ciudad con unos niveles de cohesión muy elevados. No puede ser que en cuatro años tengamos más de 200 millones de superávit y que, en cambio, no se haya hecho ni un solo centro de servicios sociales nuevo, ni una sola guardería pública nueva, ni una sola nueva promoción de viviendas para personas mayores. Esto es un cambio radical en relación a lo que se había hecho anteriormente.
Hace unos meses ICV ponía en marcha la web Barcelonaenvenda. ¿Quién la ha vendido y quién la quiere comprar?Barcelonaenvenda
En la ciudad tenemos unos fondos de inversión que son capaces de comprar la Torre Agbar o el Deutsche Bank para hacer hoteles de lujo. Nosotros decimos que el actual Gobierno se ha instalado en la 'Marca Barcelona'. Y ha tomado decisiones para que esta marca genere beneficios que terminan en muy pocas manos. La Marina de lujo del Port Vell o la barra libre hotelera en Ciutat Vella son buenos ejemplos. Como también lo es una ordenanza de terrazas que sitúa el espacio público en el negocio y en el afán de lucro más que en la necesidad universal. En resumen, un modelo económico de ciudad muy vinculado al turismo sin límites y al capital financiero.
La ola del turismo masivo empieza a llegar a la ciudad bajo gobiernos llamados “de progreso” en los que tenía responsabilidades.
Es verdad que el incremento del turismo llevaba años advirtiéndonos y que probablemente abordamos tarde las soluciones para poner límites. Sin embargo, en 2007 se lo dijimos a los socialistas. Insistimos en un plan estratégico de turismo, sólo así nosotros estábamos dispuestos a reeditar el acuerdo de Gobierno. Había que rehacer el encaje entre ciudad y turismo y, a medio mandato, desarrollamos el Plan de Usos de Ciutat Vella con entidades y vecinos. Un plan que fue una de las primeras cosas que CiU suprimió al llegar al gobierno.
El Plan de Usos que impulsa la concejala Itziar González que, cuando ve que no puede sacarlo adelante, se va. Vistas las críticas que recibe hoy, no hubiera sido una salida posible para ICV?
Es una reflexión que hemos hecho y, de hecho, en ese momento se hizo. Y, personalmente, encuentro muy interesante las condiciones en las que se puede estar, o no, en un gobierno plural. En todo caso, estamos muy orgullosos del Plan de Usos de Ciutat Vella. Otra cosa es la reflexión que te hacía antes, probablemente tardamos demasiado en impulsarlo. Determinados impactos del turismo fueron más allá de lo que nosotros hubiéramos querido. De todas formas, en 2011 en Barcelona, después de 32 años de democracia, había 2.000 apartamentos turísticos. Ahora hay 10.000. Se han multiplicado por cinco en sólo cuatro años.
¿Es suficiente con asumir que ICV-EUiA estaba en minoría?
No tuvimos suficiente fuerza como para detener determinadas políticas. Sin embargo nos opusimos estando dentro del Gobierno. Votamos en contra del Hotel Vela, del Maremagnum y de la privatización del Port Vell o del World Trade Center. Combatimos lo que significaba toda esta dinámica privatizadora. Cuando el PSC giraba a la derecha, siempre encontraba a CiU, que abrazaba estas políticas sociovergentes. De todos modos, creo que la huella de ICV-EUiA en las políticas del Ayuntamiento de Barcelona ha ido mucho más allá de lo que ha sido nuestra fuerza numérica en el Gobierno.
¿De qué está más orgulloso?
Estoy convencido de que si no hubiéramos estado en el Gobierno de la ciudad se hubieran hecho muchas más políticas sociovergentes. Quizás hoy no tendríamos el sistema universal de atención social que tenemos, o no hubiéramos avanzado en ecología urbana, o en políticas de interculturalidad, de acogida... Se me hace difícil pensar que sin nosotros el Gobierno hubiera atendido a 16.000 personas recién llegadas, todas ellas con tarjeta sanitaria y acceso a todos los servicios públicos de la ciudad.
Pero después el mismo equipo municipal impulsa unos Juegos de Invierno y buena parte del legado social queda en un segundo plano...
Es verdad que los socialistas toman algunas decisiones, no muchas pero muy importantes, fuera del pacto de Gobierno. Pero aquí nosotros nos plantamos.
Una parte de la ciudadanía le reprocha hoy aquella gestión.
Pienso que una parte lo ha vivido en clave crítica, y es interesante por nuestra parte acoger estos elementos. Pero hay que decir también que en 2011 los socialistas sufren un descenso electoral descomunal y nosotros crecemos. En una situación complicada, viniendo del Gobierno del que veníamos, la gente nos dio su apoyo. Recibimos el mensaje: “plantaros, no claudiquéis, pero seguid en el Gobierno para transformar las cosas”.
En este mandato ICV ha tenido cinco concejales. ¿Han tenido el peso suficiente en la articulación de la confluencia con Guanyem?
Valoramos de forma muy positiva el acuerdo de confluencia. De hecho, fue nuestra apuesta desde el primer momento. Incluso antes de la existencia de Guanyem o de Podemos, nosotros ya apostábamos por una gran confluencia de las fuerzas de izquierda que conectara con la sensibilidad mayoritaria de Barcelona, que está muy lejos de las prioridades injustas de Trias.
¿Se han sentido suficientemente reconocidos durante la negociación?
El esfuerzo que hemos hecho todos requería dos cosas. La confluencia de lo emergente con lo preexistente; y de lo políticamente organizado con lo ciudadano con voluntad de organizarse. Esta doble confluencia es la que hemos acordado y estamos muy satisfechos. Creo que el acuerdo reconoce la pluralidad de los espacios políticos que confluimos, pero a la vez todos los espacios manifestamos nuestra voluntad de generar un sujeto colectivo nuevo. Nuevo y diferente a todo lo que había pasado hasta ahora.
¿Por qué no estará en la lista?
Este es mi tercer mandato en el Ayuntamiento, llevo 12 años y me creo mucho la limitación de mandatos. Creo que no podemos ir más allá de dos o tres mandatos en un mismo ámbito institucional. Así que, honestamente, pienso que me toca el relevo y la renovación. Y esta reflexión la tenía hecha desde hacía tiempo, siento que no se haya podido explicar hasta ahora, pero no lo podíamos decir hasta que no tuviéramos el acuerdo de confluencia cerrado.
Es cierto que el Código Ético de ICV estipula el tope de 12 años. Pero también lo es que la tendencia en el partido es poner el contador a cero y empezar de nuevo cuando un concejal pasa a ser cabeza de lista. Es decir, por poder, podrías seguir y así lo quieren muchos militantes y compañeros…
Sí, es verdad. Entiendo a los compañeros y a las compañeras que les duele mi salida. Y me duele que les duela. Pienso que es una sensación muy humana. Hasta ahora he encabezado la referencia del proyecto y esto genera un vínculo muy estrecho. Pero estoy convencido de que no podíamos ir más allá de los 12 años y, sobre todo, que las personas que vendrán aportarán un valor y unas prácticas muy valiosas para fortalecer la confluencia.
Da la sensación de que su renuncia era más bien una condición de Guanyem...
La verdad es que en las negociaciones hemos sido muy respetuosos con las diferentes fases del proceso. Todos tenían muy claro que la fase de los nombres que finalmente debían configurar la candidatura era una fase posterior al cierre del acuerdo. Por lo tanto, el acuerdo no podía estar condicionado a ningún tipo de decisión sobre los nombres. Esto ha sido así.
¿No ha habido imposiciones?
La negociación ha ido así: Aprobamos un Código Ético, hicimos un taller de criterios de configuración de las listas y después hemos acordado los aspectos de configuración de la candidatura para, finalmente, cerrar un principio de acuerdo. En las posteriores semanas, cuando se termine de validar, vendrá la fase de configuración de equipos y los nombres de las personas.
El perfil de los nombres que van saliendo dan más protagonismo al ámbito activista y al teórico que al de la gestión del día a día. ¿Esto les preocupa?
Es un tema que hemos tenido siempre presente. Y no sólo desde ICV. El conjunto de espacios saben que la confluencia debe hacer compatible las formas emergentes con la experiencia de la gestión honesta y las políticas de transformación social. Esto estará reflejado en el programa, en la lista y en las personas. Ahora bien, las capacidades para transformar la ciudad van mucho más allá de la lista y del Ayuntamiento. Una de las cosas más positivas que nos ha pasado este mandato ha sido la expresión de la movilización social en clave propositiva. Con mucha capacidad de poner sobre la mesa soluciones que no venían desde el Gobierno. El espacio Harmonia, Can Batlló, Fem Rambla, Flor de Maig son buenos ejemplos. Estas capacidades colectivas también deben estar en el proyecto de la confluencia.
¿Si no está en la lista, significa que tampoco estará en la redacción del programa?
Sí estaré, seguro. Debe ser una elaboración programática muy abierta. Presencial, digital, temática, de barrios... Ahora se nos abre una magnífica oportunidad para decir que no estar en una lista no significa salir de un proyecto. La nueva política también es eso, impulsar un proyecto sin figurar en la primera fila o, en este caso, en la lista.
La CUP no figurará en la confluencia, entre otras cosas, porque sí estará ICV. ¿A usted le hubiera gustado que estuvieran?
Nosotros dijimos desde el primer momento que el acuerdo debía ser lo más inclusivo posible. Nunca pusimos objeción a ninguno de los espacios políticos. Hemos sido plenamente respetuosos con las posiciones de todos.
Regresa a la docencia, su predecesora Imma Mayol y otros cargos de ICV pasaron por Agbar tras dejar su función pública...
Las trayectorias personales son absolutamente respetables y cada uno hace la suya. En cualquier caso no hubo ninguna irregularidad en el caso que mencionas. El Código Ético tiene la limitación de mandatos y tanto Imma como yo lo hemos respetado. Mi compromiso social y político viene de lejos, se desarrolló en el tejido asociativo y en los movimientos sociales y, durante unos años, ha pasado por el Ayuntamiento. Ahora vuelvo con muchas ganas a la docencia y a la investigación en la universidad.
Todavía estamos de resaca tras el impacto que provocó el documental Ciutat Morta. Desde algunos sectores se ha criticado que ICV no mordiera más al PSC durante ese tiempo para esclarecer los hechos...Ciutat Morta
Nosotros no teníamos ninguna responsabilidad en las políticas y las acciones de la Guardia Urbana. Nos encontramos con un muro de opacidad. Visto lo que ha pasado y asumiendo que es difícil entender con ojos de 2015 lo que pasó en 2006, nosotros decimos dos cosas: Por un lado, es necesario que se reabra el proceso judicial; y por el otro, es necesario que haya una investigación interna de la Guardia Urbana para que haya más transparencia y poder adoptar decisiones.
¿Se hizo todo lo posible o quizás se hubiera podido presionar más?
Posiblemente las dos cosas. Nosotros no teníamos ningún tipo de responsabilidad política en este campo. Era un gobierno con tres fuerzas políticas, cada partido tenía sus áreas. Nos era muy difícil poder incidir y durante mucho tiempo este tema fue desapareciendo de la agenda pública y mediática. Ciutat Morta tiene el mérito de volver a poner sobre la mesa el debate sobre el 4-F y el papel de las instituciones y la policía.
¿Cree que se actuó con proporcionalidad en el caso de Can Vies?
No. Se cometieron dos grandes errores: El primero, el derribo. En Barcelona, como en todas las grandes ciudades europeas, deben existir espacios autogestionados. No puede ser que haya acciones unilaterales de fuerza. No se actuó de forma proporcionada y hubo graves errores políticos y policiales. Ha sido una de las grandes expresiones de la desconexión brutal entre el Gobierno y los barrios de la ciudad.
Se acercan las municipales. ¿Qué papel cree que jugará un antiguo socio suyo como ERC?
En este mandato ERC –y Unitat per Barcelona— ha sido un aliado permanente de Trias. Votó la investidura, el Programa de Actuación Municipal (PAM) y el actual presupuesto. Han hecho de muleta de un Gobierno que ha ampliado la desigualdad y que ha puesto Barcelona en venta. El acuerdo Mas-Junqueras en el contexto nacional puede tener una 'cara B' en su proyección en la ciudad. Ojalá que esto no ocurra y que ERC deje de ser subsidiaria de la derecha.
¿Y el PSC?
La reflexión también vale para el PSC. Ha hecho más de muleta que de alternativa a Trias. Hizo posible el PAM, un PAM que después ha hecho posible las políticas conservadoras. Y, a pocos meses del final del mandato aprueba un presupuesto donde hay más inversión por cápita en el Eixample que en Nou Barris; en Sarrià que en Sant Andreu. El PSC ha votado a favor de la privatización del ciclo integral del agua y de un incremento del 27% de las tarifas del agua. ICV se ha situado muy lejos de las políticas de Trias. Hemos sido claramente el único polo de oposición, sin perder la capacidad propositiva. Muchas veces llevando la misma capacidad propositiva que surgía de los barrios.
El Gobierno de Trias asegura que se ha construido la ciudad con más diálogo que nunca.
No es verdad que haya habido geometría variable. Lo que sí ha habido es un pacto de hierro entre las dos caras de la derecha en la ciudad, CiU y PP, y un PSC y una ERC que han sido la muleta de Trias. En este mandato, los grandes elementos definidores del modelo de ciudad han salido adelante con el apoyo del PP. Incluso Alberto Fernández Díaz ha hecho de teniente de alcalde de facto de Trias. Él mismo ha anunciado, en nombre del Gobierno, proyectos como la reforma de la parte alta de la Diagonal o, hace cuatro días, el nuevo pelotazo urbanístico en forma de hotel de lujo en el edificio del Deutsche Bank.
¿Qué es lo que, según ustedes, se ha hecho peor?
Tenemos una Barcelona social y territorialmente fracturada. Más que nunca. Se han incrementado las desigualdades: Los barrios ricos son más ricos y los pobres son más pobres. En los últimos años, barrios como Trinitat Nova, Roquetes, Ciutat Meridiana, Besos o Buen Pastor se han empobrecido. En cambio, los barrios ricos, en plena crisis, han seguido acumulando riqueza. No ha habido ninguna política para revertir esta realidad. Todo lo contrario, el Gobierno ha concentrado sus inversiones en las zonas acomodadas. No sé cómo se puede explicar que se hayan gastado 40 millones de euros en el Paseo de Gracia o la parte alta de la Diagonal y que Trinitat Vella no tenga un nuevo centro de Servicios Sociales o que la Marina no tenga una guardería.