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Chernóbil, Fukushima… ¿Cofrents?

Juan Ponce

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Este 26 de abril se cumplen 34 años de la catástrofe de Chernóbil, que con sus miles de muertos y millones de afectados por la radiación nos recuerda lo insensato que puede ser el ser humano en determinadas decisiones. Junto al desastre de Fukushima, hace ya 9 años, han sido los dos más graves accidentes nucleares. ¿Las catástrofes eran absolutamente imprevisibles o sólo un riesgo que se asumía porque dejaba ingentes beneficios a sus propietarios y, en ciertos estados, una forma de acceso al armamento nuclear? Teniendo en cuenta que los beneficios se los llevan unos pocos, y que los riesgos los asume la población actual y venidera, es una energía socialmente muy cara. La prima del seguro de la central nuclear de Cofrents cubriría daños por 1.500 millones de euros, cuando los daños en Fukushima se estiman en 167.000 millones de euros. Barata para algunos, para la mayoría muy cara.

Ni siquiera actualmente la tecnología nuclear es ni más barata ni ha minimizado sus riesgos. No se ha solucionado el enorme problema de los residuos radiactivos legados para muchas generaciones, no se han resuelto los riesgos y vulnerabilidades asociados, ni se han abaratado los costes de construcción; las dos centrales que iniciaron su construcción la primera década este siglo en Europa, Olkiluoto-3 en Finlandia y Flamanvillle-3 en Francia, han al menos triplicado tanto el tiempo de construcción como su coste final respecto al inicial superando en el último caso los 12.000 millones de euros.

Sin embargo, “hace sólo 10 años la energía eólica era tres veces más cara y la solar siete veces más cara”, tal y como recordaban desde la Alianza Europea para una Recuperación Verde, recientemente formada por eurodiputados de 17 países, 37 multinacionales, 28 asociaciones sindicales y empresariales, varios grupos de expertos y siete ONG, entre ellas Birdlife, WWF o la Red de Acción Climática. La Alianza propone que las inversiones masivas que se requerirán para salir de la crisis ligada a la pandemia de la Covid-19 se alineen con la lucha contra el cambio climático, y le pide a la Comisión Europea que utilice el Pacto Verde firmado a finales de 2019 para salir de la crisis, petición que ya habían hecho 13 ministras y ministros de Medio Ambiente y Clima de la Unión Europea, entre ellas la ministra de Transición Ecológica, Teresa Rivera, de quien depende la decisión del cierre progresivo de la centrales nucleares españolas empezando por las que mayor riesgo suponen.

Vivimos en un momento crítico en el que un virus lo está cambiando todo y le está dando valor a lo realmente importante; nos estamos replanteando la forma de trabajar, de movernos, de comprar o consumir, de comer, de vivir. Estamos prescindiendo de casi todo lo que parecía imprescindible y hemos evitado cosas que parecían inevitables.

Por todo ello desde Compromís seguiremos recordando que la nuclear de Cofrents es obsoleta, peligrosa y prescindible y que su producción, al no ser modulable, está limitando la implantación de energías renovables que ya son las más baratas del mercado, que se complementan entre ellas, y que no suponen riesgos inasumibles en el presente y para las generaciones futuras. Y por ello pedimos que se cumpla el acuerdo de Les Corts Valencianes de no conceder más prórrogas de funcionamiento cuando caduque la actual en marzo de 2021.

*Juan Ponce, portavoz adjunto de Compromís en les Corts Valencianes

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