Nueve alimentos de despensa que quizás estés guardando durante demasiado tiempo

Conocer cuándo un determinado producto ha dejado de tener las condiciones ideales para consumir puede ser un poco complejo.

Marta Chavarrías

8 de enero de 2025 22:10 h

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La despensa se convierte muchas veces en un armario en el que acumulamos infinidad de alimentos, muchos de ellos con la fecha de caducidad ya vencida, y es fácil perder la noción de lo que realmente tenemos y cuánto tiempo llevan allí esperando formar parte de alguna receta. Harina, pasta seca, arroz, azúcar, aceites, productos enlatados y alimentos procesados o condimentos son algunos de los protagonistas de muchas despensas que necesitan un almacenamiento específico cuando hemos abierto el envase. 

Si bien hablamos de alimentos que son seguros para consumir durante mucho tiempo, eso no significa que mantengan su calidad para siempre, ya que el sabor y la textura pueden degradarse con el paso del tiempo, igual que su valor nutricional

Cómo saber que un producto de la despensa ha llegado a su fin 

Conocer cuándo un determinado producto ha dejado de tener las condiciones ideales para consumir puede ser un poco complejo. Y es que, aunque la fecha de caducidad y de consumo preferente es un punto de referencia útil, no siempre nos dicen si ha llegado el momento de tirar o no un alimento. En ocasiones, debemos ir más allá y buscar indicadores visuales y olfativos de deterioro.

Algunos de los más evidentes son la formación de moho, así como el cambio de textura, un olor desagradable o la presencia de latas con abolladuras u oxidadas. Estos son algunos de los alimentos en los que más deberemos fijarnos:

Arroz integral

Si optamos por el arroz integral en lugar del arroz blanco es posible que debamos comprobar, antes de consumir, que está en buen estado ya que, por sus particularidades, es más susceptible a la oxidación. El arroz integral se deteriora más rápido que el blanco debido a los aceites en su capa de salvado natural. 

Algo similar ocurre con las harinas integrales, que no son tan resistentes como las harinas blancas por el mismo motivo: su contenido de salvado y germen, dos ingredientes que incluyen aceites, pueden echarse a perder rápidamente. También las harinas sin gluten, como la de coco o de almendras, tienen cantidades mayores de aceite y son más propensas a echarse a perder y a formar moho. A medida que se exponen a la luz, el aire y la humedad, sus aceites se deterioran y el sabor cambia.

Galletas

Las galletas saladas son un buen recurso para tener en la despensa, aunque una vez abiertas se pueden estropear con rapidez porque absorben la humedad del aire, lo que favorece que se vuelvan rancias y pierdan la textura crujiente. Si esto ocurre puede ser que tengan también un olor desagradable porque los aceites de las galletas pueden echarse a perder con el tiempo.

Frutos secos

Aunque son alimentos que pueden durar de cuatro meses a un año, su calidad se ve afectada por el calor, de ahí que la temperatura de almacenamiento sea un factor decisivo en la duración del almacenamiento. Por tanto, cuanto más alta sea, más corto es el tiempo que los podremos conservar en óptimas condiciones. Uno de los síntomas visuales a los que podemos atender es un cierto aspecto arrugado de la fruta seca.

Legumbres

Aunque tienen una vida útil muy larga si almacenamos las legumbres secas en recipientes sellados en la despensa, a medida que pasa el tiempo se pueden secar más, por lo que si las cocinamos pero ya ha pasado su fecha de caducidad, es posible que tarden más en cocinarse. 

Productos enlatados

La mayoría de los alimentos enlatados tienen una vida útil larga, aunque debemos prestar atención a los que tienen un alto contenido de ácido, como el tomate, el pomelo o productos a base de vinagre. El problema con estos productos es que el alto nivel de acidez hace que las latas se corroan más rápidamente, lo que puede disminuir el sabor y la textura y aumentar el riesgo de que desarrollen patógenos. 

Estos aguantan en buenas condiciones sin abrir de 12 a 18 meses, aunque una vez abiertos deben almacenarse en la nevera no más de una semana. Sin embargo, si vemos moho en el envase, o este está abollado u oxidado, es una señal de que el alimento puede haberse echado a perder o que pueda incluso estar contaminado. Una lata abollada u oxidada significa que se ha dañado en algún momento y, por tanto, su contenido es más susceptible de desarrollar patógenos. 

Otra señal que nos manda una lata en mal estado es cuando, al abrirla, la comida sale en una especie de explosión, algo que podría indicar incluso que puede tener una toxina producida por la bacteria Clostridium botulinum.

Pasta y otros alimentos elaborados con harina

Cereales, pasta o cuscús, así como la cebada o la quinoa pueden durar hasta 12 meses en la despensa sin abrir. Pero, una vez abiertos, debemos tener en cuenta que, aunque se trata de productos secos, pierden sabor y textura cuanto más tiempo pasan expuestos al aire, a las temperaturas extremas y la humedad. Un paquete de pasta abierta que no está en buenas condiciones nos envía pistas, como la presencia de manchas blancas y una apariencia descolorida que indican que ha estado expuesta a la luz o que se ha puesto rancia. 

Incluso, en algunos casos, pueden atraer plagas no deseadas, como las polillas de la despensa, si los dejamos en su envase original a temperatura ambiente. 

Azúcar

El azúcar es un alimento cuyo tiempo de conservación puede ser casi indefinido. Sin embargo, no mantendrá todo el sabor ni otras particularidades organolépticas si pasa mucho tiempo en la despensa, ya que se notarán cambios en el sabor y la textura a medida que pase el tiempo. 

Sal

Este ingrediente se ha usado durante muchos años como conservante de alimentos gracias a su capacidad para eliminar la humedad. Pero es clave evitar que la sal se humedezca, por lo que es clave guardarla en un recipiente seco y fresco. Especial cuidado debemos tener con la sal yodada porque el yodo reduce su vida útil a unos cinco años. 

Aceite de oliva

El tiempo de almacenamiento del aceite de oliva dependerá del tipo de aceite del que se trate: es mayor si es aceite de oliva virgen. Pero este alimento tiene tres grandes enemigos a la hora de conservarlo: el calor, la luz y el aire, que pueden hacer que, aunque no esté caducado, sí pierda algunas cualidades de sabor y aroma. Lo más recomendable para que esto no suceda es guardarlo en un recipiente de vidrio de color oscuro con un tapón hermético, en un lugar fresco y protegido de la luz del sol.

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