Agustín Zamarrón: “Prefiero que me comparen con Valle-Inclán; Harry Potter se repite, es un poco cansino”
Pese a su estilo y formas decimonónicas, Agustín Zamarrón (Miranda de Ebro, 1946) utiliza whatsApp y teléfono móvil. Responde a la llamada de eldiario.es desde “uno de los salones del Partido Socialista” en el Congreso de los Diputados. Este diputado de Burgos, médico jubilado, requiere poca presentación tras su estreno este martes como presidente de la Mesa de edad en la sesión constitutiva de las Cortes.
¿Cómo lleva esta reciente fama?
Mire, yo no la llevo. No tengo esa constitución mental ni social para hacerlo. Es una fama pasajera que tiene sus servidumbres obligadas, porque para eso estoy en un partido.
Se ha hablado estos días mucho de sus exquisitas formas en sus intervenciones en el Congreso de los Diputados ¿Cómo vio las del resto de diputados en la sesión de investidura?
Represento plenamente la mentalidad de mi formación en eso de que las formas tienen que ser las que la ciudadanía demanda. Las buenas formas, las adecuadas maneras, son importantes. Yo no soy quien para enjuiciar a nadie, por lo tanto, hablo en términos generales: me sorprendió el buen trato que recibí. Me sorprendió tanto por mis compañeros como por todas las asistencias de la Cámara, que fueron exquisitas. Refiriéndonos a los diputados, el trato es de una educación extrema. Habrá alguna cosa monstruosa que yo no he percibido, pero las malas maneras son siempre inadmisibles porque nosotros estamos representando al pueblo; y las malas formas no son las del pueblo español, que siempre ha sido un pueblo de acogida, exquisito y de trato amigable.
¿Le gustaría que las formas respetuosas volvieran a la política española?
Las formas conforman también la materia. De tal manera que continente y contenido se conforman mutuamente. En Castilla de Azorín hay un capítulo que se titula 'La fragancia del vaso'. Nosotros somos las formas de la ciudadanía y el contenido son sus ilusiones, sus ambiciones, sus deseos de justicia y de progreso, y nosotros las albergamos. ¿Qué aroma vamos a dar a las justas demandas de la ciudadanía? La fragancia del vaso no puede ser una mala fragancia.
Acaba de citar a Azorín, que, aunque nació en Monóvar, pasó gran parte de su vida en Castilla, sobre la que escribió. ¿Cómo ve hoy a Castilla y León?
“Castilla, ayer dominadora, envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora”. ¿Se acuerda de ese verso de Machado? Castilla y León está en muy mala situación con una terrible crisis demográfica. Al mismo tiempo, en esa situación, sus hombres y sus jóvenes han conseguido que esta región prospere, sobre todo en materia educativa. ¿Por qué? Porque en la peor circunstancia los colegiales se ayudan los unos a otros, los maestros se ayudan los unos a los otros. Castilla necesita ayuda, pero necesita ayudarse a sí misma. Como en el cuento del Conde Lucanor, tiene Castilla que pedir auxilio a sí misma para poder cargar los costales sobre el burro de la vida.
Uno de los principales problemas de Castilla y León es la despoblación.
Lo más triste es pensar en esa cantidad de gente que se ha ido. Una sangría permanente que dura ya siglos. Estamos alimentando a otras regiones de Europa con nuestras mejores gentes. Y me alegro de que así sea, pero las estamos alimentando con nuestra propia sangre; nos estamos desangrando. Hay que fijarse menos en la inmigración, que es importante, pero ¡por Dios, hay que fijarse en la emigración!. Esa emigración que nos ha hecho perder el futuro, porque muchos de los que se han ido son los mejores y no volverán. Hay que poner todos los medios para hacer grata su vuelta.
¿Qué responsabilidad tiene el Partido Popular sobre la situación de la Comunidad tras 32 años en el Gobierno?
No quiero hacer leña del árbol caído porque, además, es una leña que poco fuego daría. Y mucho menos hacerla sabiendo en la situación en la que está ese partido actualmente. Pero diré lo siguiente: no es un problema de mal gobierno, es un problema de no gobierno. Y eso está finiquitado, está acabado, está exhausto. Y deben dejarlo, por el bien de Castilla deben dejarlo.
¿Y cómo ve la alternativa que propone su partido? ¿Qué piensa de Luis Tudanca, candidato socialista a presidir la Junta?
Luis Tudanca es un hombre humilde, del pueblo, trabajador y honrado; honrado desde lo económico a las ideas. Toda la gente que en Castilla y León opta a soportar la pesada carga del Gobierno son personas como yo, personas que son del pueblo, llaman al pueblo y lucharán por el pueblo. Y es imprescindible que haya cambio en la Comunidad, no para que se marchen los otros, porque estarán ahí y serán escuchados, pero necesitamos gente con energía, que nos lleve por un camino nuevo de desarrollo y de esperanza.
¿Y sobre el candidato popular Alfonso Fernández Mañueco?
Mire le voy a dar una opinión: no quiero tener opinión.
¿Por qué no ha gobernado la izquierda en Castilla y León en tres décadas?
No nos hemos amado lo suficiente a nosotros mismos y, por lo tanto, no hemos tenido capacidad de amar al prójimo. Es en parte nuestra culpa, y esa es la responsabilidad que hay que mirar. Del pueblo se dice que nunca se equivoca; al pueblo lo equivocamos.
¿Cómo ve a la señora Batet como presidenta del Congreso?
El prestigio que la señora Batet tiene, la infinita paciencia que ha demostrado en las relaciones con los representantes políticos de su nacionalidad de nacimiento hablan por sí solos. Es una persona joven y sabia con una voluntad buena. Hizo muy bien en dejar que el clamor se estrellara contra el clamor, que el griterío se estrellara contra el griterío, porque el griterío avergüenza solo a quien lo produce.
¿Cómo un médico jubilado decide presentarse a diputado?
Esto es un compromiso moral. Es por obligación. Ningún ciudadano de España ante una proposición de este tipo, en la circunstancias en que vivimos ahora, aquí, en Europa y en el mundo puede ausentarse de llevar una carga como esta aunque le pese. Como miembro del Partido Socialista mi compromiso es obedecer. Mis compañeros se han guiado por la emoción y el corazón más que por el cerebro a la hora de elegirme.
Se le ha comparado con Valle-Inclán ¿qué le parece?
Me ha gustado. En mi ciudad, Miranda de Ebro, los chicos me llamaban Valle-Inclán, y eso está muy bien porque significa que lo conocían; ahora el siguiente paso es leerlo. Todo aquello que haga que se hable de Valle-Inclán está muy bien. Se ha hablado, para nuestra desgracia de lo esperpéntico de nuestra situación, pero Valle-Inclán también representa la alegría, la agilidad mental y la armonía.
¿Lleva su imagen porque lo admira?
No especialmente. ¿Por qué llevo estas barbas, me pregunta? Porque así me ha hecho la naturaleza, soy poco viril y la barba tardó mucho en salir. Así que cuando salió yo era todo un martirio de heridas e infecciones al afeitarme. La solución fue la ducha y dejar que la barba crezca a su aire.
Le han comparado también con Albus Dumbledore, uno de los personajes de las novelas de Harry Potter, ¿lo conoce?
¡Claro! A mí Harry Potter me parece un poco monótono, porque se repite una y otra vez. Inicialmente me gustaba y, además, hizo leer a muchos niños, pero se puso cansino. Estas son sagas que nos vienen, y son buenas para el conocimiento, pero aquí en España hay sagas también. Hay que volver los ojos a la propia cultura y fijarse en algún hidalgo con la adarga al brazo, toda fantasía y la lanza en ristre, toda corazón.
Entonces, en esa comparación entre Valle-Inclán y el profesor Dumbledore se queda con...
Con el primero, claro. Sin desprecio alguno a lo ajeno, sino por amor a lo propio.