Más de 3.200 personas han muerto ahogadas en el Mediterráneo desde el naufragio de Lampedusa
Se cumple un año de la tragedia de Lampedusa. Un año desde el fatídico 18 de abril de 2015 en el que murieron ahogadas más de 800 personas a 120 millas de las costas italianas. Solo sobrevivieron 28. El resto de los migrantes y refugiados que se jugaron la vida en el mar en su intento por llegar a Europa perecieron en la que fue la mayor tragedia en el Mediterráneo de las dos últimas décadas.
Ese mismo día, hace un año, Mariano Rajoy era contundente al enterarse de la noticia: “Ya no valen las palabras, hay que actuar. Son tragedias que se están produciendo todos los días. Los europeos nos jugamos nuestro crédito si no somos capaces de evitar estas dramáticas situaciones”. Desde aquel día, más de 3,200 personas han perdido la vida ahogadas en el Mediterráneo, según la OIM, y Europa no ha activado ninguna misión de rescate y salvamento marítimo conjunta ni gobiernos como el español han cumplido acogiendo el número de refugiados que se comprometieron a recibir ante la Comisión Europea.
Doce meses después, la ruta entre Libia e Italia está más activa que nunca. Solo en el mes de marzo unas 10.000 personas la usaron para tratar de alcanzar Europa, y el número de llegadas a Italia en lo que va de año es ya el doble que el registrado en el mismo periodo en 2015, según datos de Oxfam. Quienes intentar cruzar en ese trayecto se enfrentan a la que es ya la ruta más mortífera del mundo: entre sus aguas han muerto 219 personas desde enero.
Noticia de otro naufragio
El aniversario de la catástrofe deja otro naufragio con datos desoladores. Según la denuncia de un diplomático somalí en Egipto, 400 migrantes y refugiados procedentes de Somalia, Etiopía y Eritrea desaparecieron en el mar frente a las costas egipcias cuando trataban de llegar a Italia. Ni la Organización Internacional de las Migraciones ni las ONG han podido confirmar esa información a lo largo del lunes.
Sin embargo, el ministro italiano de Exteriores, Paolo Gentiloni, informó de la tragedia asegurando que están pendientes de recabar más información por parte de las autoridades egipcias, y ha considerado que el naufragio “interpela a nuestras conciencias” y es “otra razón de peso para comprometerse a no levantar muros”.
Según varios medios somalíes, el naufragio existió y los equipos de rescate sólo pudieron rescatar a 29 supervivientes.
Los más de 1.300 kilómetros que separan la costa egipcia de la italiana la convierten en una ruta poco habitual, tal y como recuerda Médicos Sin Fronteras. “Nosotros no tenemos a ningún equipo desplegado cerca de Egipto. La vía más frecuente para llegar a Italia es desde Libia”, dice la organización. MSF recuerda que esta falta de presencia de ONG, y el hecho de que el naufragio se haya producido cerca de la costa egipcia, donde no ha intervenido la Guardia Costera italiana, incrementa el desconocimiento y podría agravar las consecuencias de la catástrofe.
La respuesta de la UE
La Unión Europea respondió a la tragedia de hace un año organizando una cumbre para abordar la crisis de los refugiados y acelerar la Agenda sobre migración. Fue solo la primera de las muchas cumbres europeas que se sucederían desde entonces, cuyas medidas no han supuesto un descenso de las llegadas de migrantes y refugiados, ni de las muertes de quienes no consiguen alcanzar las costas. A los compromisos de reparto de los refugiados que se reubicarían desde Grecia e Italia a otros países de la UE –y que no se han cumplido–, se sumó una ausencia total de articulación de una misión de rescate marítimo por parte de la Unión Europea.
De esta primera cumbre surgieron los llamados “hotspots”, o “puntos calientes”, los centros de registro en territorio europeo que pretenden acelerar tanto el proceso de solicitudes de asilo como las deportaciones de las personas a las que se les deniegue el mismo. Pero el desconocimiento sobre la gestión de estos centros es aún grande.
Oxfam Intermon denuncia en su último informe sobre los “hotspots” que en los tres centros que funcionan en Sicilia desde septiembre de 2015 las autoridades europeas e italianas no han acordado aún una estructura legal clara que regule su funcionamiento, lo que deja un “serio vacío legal”. Y dan un ejemplo: las solicitudes de asilo son evaluadas a través de unas entrevistas que las autoridades italianas les hacen a los migrantes y refugiados inmediatamente después de haber desembarcado y, por lo tanto, “bajo una situación de estrés físico y psicológico severo”, aseguran.
Abandonan a los refugiados en un limbo legal
“Cuando nos bajamos del ferry en Agrigento, nos esperaba un autobús. Nos llevaron a la estación de tren, nos dieron un bocadillo, una botella de agua y una tarjeta con el teléfono de Cáritas, y nos dejaron allí. Eran las cinco de la mañana, y no sabíamos a dónde ir”. Testimonios como este, de Filsim, un somalí de 22 años que esperó 8 meses en Libia para poder cruzar en patera, demuestran la falta de protección de muchos migrantes y refugiados al llegar a Europa.
Otros, como Bakari, de Gambia, cuentan cómo quedaron “abandonados” tras el rechazo de su solicitud de asilo: “Dos días después de llegar nos dieron el papel (la orden de expulsión) y nos dejaron en la calle sin más explicaciones. Eramos siete y dormimos en la estación de tren de Catania durante tres meses”.
Oxfam asegura que este tipo de situaciones son muy frecuentes, y que esta “tendencia a gestionar las solicitudes de una manera acelerada” en los hotspots está dando lugar a “decisiones precipitadas y más expulsiones”, a lo que Paula San Pedro, responsable de Incidencia Política en Acción Humanitaria de la organización, ha añadido: “La respuesta de la UE está poniendo sus intereses políticos por encima de la dignidad y la seguridad de los seres humanos. El planteamiento de Europa sobre la inmigración agrava la cifra total de muertos en el Mediterráneo y está arruinando la posibilidad de que estas personas lleven una vida segura”.