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“La visibilidad trans se lucha día a día, aún nos falta el derecho a una vida digna”

Eva Alvarado con la bandera del colectivo LGTBI

Santiago Manchado

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Menos oportunidades, más dificultades para acceder a un empleo, peores salarios, menos derechos, casos de violencia... Este jueves se celebra el Día Internacional de la Visibilidad Trans, una fecha para concienciar sobre la situación y discriminación que sufren estos hombres y mujeres, y también una ocasión para desterrar prejuicios y estereotipos.

“Se trata de reivindicar la inclusión real y, sobre todo, de que se tengan en cuenta las diversidades también en cuanto a identidad de género, que todavía siguen siendo muy desconocidas para la sociedad mayoritaria”, explica Emiliano Hernández, responsable del Punto de Atención Trans en la Fundación Triángulo Extremadura, para quien esta comunidad autónoma se encuentra en una situación privilegiada tras la aprobación de la ley LGTB en 2015.

Gracias a ella “se consiguieron dar zancadas en cuanto al reconocimiento de derechos y la validez de las identidades trans” porque esa legislación obliga a las administraciones públicas, sobre todo en el ámbito educativo, al reconocimiento y respeto de las identidades trans. Y es que es precisamente en los centros escolares donde mayoritariamente empiezan a visibilizarse las identidades trans, sostiene Hernández. ¿En qué se traduce este aspecto? Por ejemplo, los chicos y chicas que se visibilizan como personas trans pueden solicitar el cambio de nombre sin que previamente se haya llevado a cabo en el DNI, que no deja de ser un trámite burocrático lento.

Atención a la diversidad en los colegios

Eva Alvarado tiene 21 años y es de Azuaga, un pueblo en el sur de la provincia de Badajoz de unos 7.700 habitantes. Asegura que fue la primera mujer trans de Extremadura que consiguió cambiar su nombre y su género en su documentación antes de que empezara el tratamiento hormonal. A pesar de haber vivido en un entorno rural, Eva considera que los episodios de bullying que ha sufrido en varias etapas de su vida educativa se podrían haber dado en otro sitio “porque tontos hay en todos lados”. Sin embargo, echando la vista atrás echa en falta referentes reales de mujeres trans y educación.

“No sabía que eran posibles las operaciones, ni las hormonas... En la cabeza yo tenía lo que salía en la televisión, que era, por ejemplo, la Veneno, hasta que descubrí en Youtube a Victoria Volkóva”, una influencer mexicana que cuenta su tratamiento hormonal, sus operaciones de estética y ofrece consejos de maquillaje. Pero Eva recomienda a las personas trans con dudas sobre su identidad o su proceso que no usen internet como única fuente de información.

Cerca del 70% de las personas trans que atiende la Fundación Triángulo Extremadura son menores de edad. Si hace cinco años la media de edad de quienes solicitaban asistencia, información y ayuda era de 18-20 años, en la actualidad es de 14-16 años “debido a la facilidad que se encuentran en los ámbitos educativos gracias a la ley extremeña y que les permite socializar en entornos amplios, algo que antes por miedo o desconocimiento no podían hacer”, explica Hernández.

La Ley LGTB de Extremadura se aprobó por unanimidad y está en desarrollo desde 2015. Entre los aspectos pendientes se encuentra la implantación de un plan educativo de atención a la diversidad que ofrezca herramientas para afrontar las dificultades que pueda estar sufriendo la población lesbiana, gay, transexual o bisexual en las aulas. Pero uno de sus grandes hitos ha sido la puesta en marcha de un protocolo de atención integral a personas transexuales para mejorar la detección temprana de las manifestaciones de la transexualidad y la calidad de la asistencia sanitaria.  En concreto, comprende el proceso completo: desde la detección temprana de las manifestaciones de transexualidad, su diagnosis y tratamiento especializado, que incluye atención psicológica adecuada, y proporciona los procedimientos de reasignación de sexo, a los tratamientos necesarios para adecuar la modulación de la voz al género con el que se el solicitante se sienta identificado.

Eva precisó de ayuda psicológica pero recuerda que la profesional que la trató siendo menor de edad “me hablaba de su hijo, de un jardinero que iba los sábados a regar su limonero... Mi padre y yo salíamos frustrados”. A los 16 años contactó con la Fundación Triángulo “porque yo no era capaz de expresar con palabras lo que sentía”. Dos años más tarde comenzó un tratamiento hormonal y con ello dejó atrás los episodios de acoso y ciberbullying que había sufrido en su pueblo de manera intermitente.

80% de paro en mujeres transexuales

Emiliano Hernández explica que casi el 60% de las personas trans que atiende viven o proceden de entornos rurales en los que esas personas o incluso sus entornos efectivos se muestran reacios a la visibilidad. Pero hay ocasiones en los que existe el “privilegio de, como me conoce todo el mundo, es mucho más fácil que la gente empatice”.

A pesar de ello, un porcentaje alto abandona los pueblos, pero “más por la falta de oportunidades, sobre todo laborales”. La población trans soporta unas cifras de paro muy elevadas, que en el caso de las mujeres transexuales se sitúan en el 80%. “Si es difícil para ellas, imagina en los entornos rurales”, subraya Hernández.

Sin embargo, se está percibiendo un lento cambio de tendencia: debido a que las personas trans socializan con su verdadera identidad cada vez más jóvenes y comienzan su transición antes, “crean entornos afectivos cohesionados y duraderos, y se sienten más empoderadas, lo que les permite continuar con su formación y facilita su empleabilidad”, afirman desde la Fundación Triángulo Extremadura.

Eva Alvarado es una de estas mujeres. La joven vive actualmente en Badajoz, donde cursa un grado superior de Diseño Gráfico y en la actualidad realiza prácticas en una empresa de la ciudad, su supone su primera experiencia laboral y donde asegura sentirse “feliz”. No obstante, considera que la “lucha por los derechos trans hay que pelearla día a día porque aún nos falta el derecho a tener una vida digna y a no ser discriminadas por ser quienes somos”, reclama, pero también recuerda la necesidad de un salario justo “para que no tengamos que acudir a la prostitución”.

Para lograr todas estas metas, la visibilidad es una herramienta fundamental porque “reeduca” a la sociedad. Hernández afirma que el mensaje que las personas transexuales deben ocupar espacios para obtener presencia y voz: “Debemos empezar a verlas en la panadería, en las administraciones públicas, en las universidades impartiendo clases. Ese mensaje es el que debe recibir la sociedad”.

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