La primera playa sin humo sigue teniendo (algunos) fumadores: así se extendió su modelo de educación pese a la falta de sanciones
“Un cambio tan importante no se podía hacer con prohibiciones porque generaría rechazo”. Así recuerda el conselleiro de Sanidad de la Xunta, el popular Jesús Vázquez Almuiña, la iniciativa que impulsó en 2012, cuando era alcalde de Baiona, municipio turístico de las Rías Baixas, de crear allí las dos primeras playas sin humo de Galicia, modelo de arenal saludable y ecológico que copió de Nueva York y que extendió por toda la comunidad al ser llamado por Feijóo en 2015 a su Gobierno. Hoy en Galicia hay ya 141 playas sin humo en 64 ayuntamientos y la Xunta está asesorando a otras comunidades que replican en el resto de España un modelo que apela a la educación y a la concienciación pero que genera visiones contrapuestas sobre si sería más útil impulsar ordenanzas municipales que permitan multar a los fumadores.
Tras el impulso en 2005 por parte del Gobierno de Zapatero de nuevas restricciones legales al consumo de tabaco en edificios públicos, en 2006 la localidad de L’Escala, en Girona, ya había reservado en una de sus playas un espacio para no fumadores. Era un momento en el que las prohibiciones legales aún no habían llegado a los espacios abiertos sino sólo al interior de los edificios. Ese paso siguiente se dio con la nueva ley antitabaco de 2010, que entró en vigor en 2011, cuando también se extendió la prohibición a los espacios al aire libre de centros educativos, sanitarios o parques infantiles.
Fue en aquel contexto cuando, recuerda Almuiña, supo de la iniciativa de Nueva York de prohibir el consumo de tabaco en playas y parques y decidió trasladarla, coincidiendo con el 31 de mayo de 2012, día mundial sin tabaco, a dos de los seis arenales de Baiona: Ribeira y Frades. “Las playas son un espacio en el que los niños pasan mucho tiempo, un sitio de ocio en el que ven a sus padres fumando”, dice el exregidor y conselleiro de Sanidad.
En 2014 Baiona amplió la iniciativa a cuatro playas y ahora todas lucen banderas y carteles que las identifican como “playas sin humo”, con la imagen de un cigarrillo cruzado por una línea roja, como las señales de prohibición. Sin embargo, no existe prohibición porque no se puede sancionar a quien decide seguir fumando en la playa. Es una cuestión (sólo) de educación.
Un paseo por la playa de la Ribeira, la más céntrica y familiar de la villa, permite comprobar que en la arena, entre niños y niñas jugando, sigue habiendo restos de cigarros, que tardan una década en degradarse y que por su tamaño no llegan a ser recogidos por las máquinas que limpian los arenales más turísticos. En el chiringuito de la playa, un hombre y una joven fuman tranquilamente en dos mesas distintas aparentemente ajenos a la bandera de “playa sin humo” que ondea sobre la caseta . En el chiringuito puede fumarse, igual que en el paseo que bordea la playa, pero también hay quien lo sigue haciendo en la propia arena.
“Hay gente que no se da cuenta, aunque haya carteles, pero la experiencia nos dice que cuando alguien le indica a un fumador que es una playa sin humos, éste apaga el cigarrillo o sale de la arena”, dice Almuiña. De hecho, en los primeros años de la iniciativa, y así sigue ocurriendo en algunos municipios que la han seguido implantando después, los socorristas o miembros de Protección Civil que vigilan los arenales informan a los fumadores de las características de la playa y reparten folletos, ahora elaborados por la propia Xunta y facilitados a los ayuntamientos para su distribución. En la primera playa de Baiona en la que se implantó el modelo, la de Frades, una bañista habitual destaca cómo, cuando eso sucedía, los fumadores dejaban de hacerlo, pero también cómo sigue habiendo gente fumando en la arena años después. “Es cuestión de educación”, resume.
Este verano en el chiringuito de la playa de la Ribeira el camarero, preguntado por los dos fumadores que hay en ese momento en su puesto, señala hacia el resto de la playa: “Y en la arena también, pero yo no voy a ser policía de nadie”. La pregunta a una pareja de policías locales por los fumadores que sigue habiendo en la playa no obtiene mejor respuesta. “Eso es una tontería, así de claro”, dice uno de ellos sobre la iniciativa de playas sin humo de su Ayuntamiento, mientras que el otro destaca que “esa [las playas] no es una zona que esté prohibida por la ley” por lo que a falta de ordenanza municipal que extienda esa prohibición, ellos no pueden sancionar a los que decidan seguir fumando allí.
Tras más de una década de gobiernos del PP, el Ayuntamiento de Baiona pasó hace apenas unas semanas a manos de un tripartito encabezado por el PSdeG, que al menos este año mantendrá el modelo en vigor que no contempla sanciones y que defiende el ex-alcalde y ahora conselleiro.
Siete años después de implantarse la medida en Baiona, en Vigo el alcalde, el socialista Abel Caballero, volvió a convertir en viral en las pasadas semanas su decisión de someter a consulta popular en la web del Ayuntamiento la posibilidad de hacer zonas sin humo la principal playa de la ciudad, Samil, así como las gradas del estadio municipal de Balaídos. La iniciativa tuvo un respaldo masivo, pero al igual que en Baiona no pasará de una recomendación y el Ayuntamiento se va a dar tiempo para decidir si aprueba una ordenanza municipal que le permita convertirla en prohibición y sancionar los incumplimientos.
En 2012, al tiempo que Baiona implantaba aquellas dos primeras playas sin humo, la iniciativa aparecía también en otros municipios, como Mogán, en Gran Canaria, donde después se aplicaron sanciones. Pero la expansión del modelo de Baiona coincidió con la llegada de Almuiña a la Consellería de Sanidad de la Xunta. “Encontré técnicos de salud pública que llevaban tiempo trabajando en otros proyectos previos, como el hogar sin humo, y les propuse extender el de las playas; lo acogieron muy bien y desde 2016 no paran de sumarse ayuntamientos”, recuerda, y destaca la extensión del modelo fuera de Galicia: “Murcia ya nos siguió y Asturias, Andalucía o Valencia también nos pidieron datos sobre la iniciativa”, dice el conselleiro.
¿Hay que dar el siguiente paso y sancionar a los fumadores? Almuiña elude la pregunta e insiste en que en los primeros tiempos de implantación de una medida así es más útil la concienciación que la prohibición. En Baiona, desde la playa de Frades, una bañista da otra visión del modelo: “Si la gente fuera más educada, no serían necesarias multas”.