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La UE pone a prueba su unidad ante los horrores de la guerra en Ucrania

El canciller alemán, Olaf Scholz, el 25 de marzo en un Consejo Europeo en Bruselas.

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

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¿Cortar el gas? ¿Y el carbón? ¿Y el petróleo? En definitiva, ¿qué hacer ante las imágenes de 400 civiles asesinados en Bucha, ante las “atrocidades cometidas por los agresores rusos”, en palabras del jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell? Desde que el presidente ruso, Vladímir Putin, invadió Ucrania el 24 de febrero, la Unión Europea ha ido jalonando la evolución de los bombardeos rusos con paquetes de sanciones: desde un grupo reducido de personas próximas a Putin el primer día, hasta los activos del Banco Central de Rusia o los artículos de lujo.

Sin embargo, la guerra en Ucrania ya entra en su quinta semana, cada día con nuevos horrores, con millones de ucranianos desplazados, miles de muertos y heridos, el destrozo de un país y, al mismo tiempo, con evidentes daños para la economía rusa por las sanciones, pero también para la economía europea, que se acerca al precipicio de una nueva recesión mientras los precios se disparan y la crisis energética se profundiza.

Pero, ¿qué hacer? Los ministros de Finanzas de la UE hablarán sobre ello este martes en Luxemburgo, y los embajadores de los 27 ante la UE se reunirán este miércoles en Bruselas para intentar tomar una decisión, pero con la unidad en peligro. Era difícil tomar decisiones por unanimidad tan trascendentales y en medio de una guerra, los 27 han sido capaces de hacerlo. Pero a medida que avanzan las semanas y el conflicto, a medida que hay que avanzar o con sanciones y con qué sanciones; con el envío de armas; con la emancipación de los combustibles fósiles rusos, la unidad corre mayores riesgos de agrietarse. Quizá por eso este lunes el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, y el presidente del Eurogrupo, Paschal Donohoe, han insistido en la necesidad de mantener la unidad en lo que queda por venir.

“Nuestra respuesta es clara: reforzar nuestra unidad y aumentar la respuesta”, ha dicho Gentiloni tras la reunión del Eurogrupo. Este lunes, horas después de difundirse las imágenes de los civiles asesinados en Bucha, cerca de Kiev, con las manos atadas a la espalda, caídos sobre sus bicicletas mientras intentaban huir del asedio, la mayoría de los gobiernos de la UE han pedido más sanciones. El problema es cuáles adoptar. “No vamos a tomar ahora decisiones sobre el embargo del gas”, ha reconocido Gentiloni, “pero no lo estamos quitando de la mesa, dependerá de la evolución de la guerra”.

“Más sanciones y más ayuda”

“La UE seguirá apoyando firmemente a Ucrania y avanzará, con carácter de urgencia, en el trabajo sobre nuevas sanciones contra Rusia. El presidente Putin debe detener esta guerra de inmediato y sin condiciones”, ha afirmado este lunes en un comunicado en nombre de los 27 Josep Borrell. “Más sanciones y ayuda están en camino”, dijo el domingo el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. Y el presidente francés, Emmanuel Macron, ha declarado que es el momento de nuevas y “muy claras” sanciones.

El primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, ha pedido una cumbre europea extraordinaria para abordar la respuesta, y ha llamado al embargo a los combustibles fósiles, decisión que ya ha tomado Lituania, primer país en cortar las importaciones de gas.

Morawiecki publicó este domingo un post en Facebook, en el que defendía que lo ocurrido “debería llamarse genocidio, por lo que tendremos que responder. Todos los perpetradores de estos crímenes, tanto directos como indirectos, deben ser severamente castigados en tribunales internacionales. La UE debe romper todas las relaciones comerciales con Rusia lo antes posible. El dinero europeo debe dejar de llegar al Kremlin. El régimen gánster y cada vez más totalitario de Putin merece solo una cosa: sanciones que finalmente funcionen”.

Pero enfrente de Polonia hay tres países claros: la poderosa Alemania, muy dependiente del gas ruso; Austria, con la misma debilidad; y la Hungría del recién reelegido Viktor Orbán. Si algo está quebrando la guerra rusa en Ucrania es la alianza de los mayores exponentes iliberales en la UE, Varsovia y Budapest. Mientras Morawiecki se ha convertido en el principal halcón contra Rusia en la UE, Orbán es el mayor aliado de Putin dentro de la UE. Hasta tal punto Orbán se está convirtiendo en un cuerpo extraño entre los 27 , que el domingo por la noche celebró su victoria electoral mencionando, como rivales derrotados, a “la izquierda” nacional e internacional, a “los burócratas de Bruselas”, a “la prensa internacional de masas” y “hasta el presidente ucraniano”.

Un presidente ucraniano que interpeló al propio Orbán hace dos semanas en el último Consejo Europeo, en el que hizo una breve intervención: “Tienes que decidir por ti mismo con quién estás. Eres un Estado soberano. He estado en Budapest. Habéis vivido momentos trágicos. Visité su paseo marítimo. Vi ese memorial. Zapatos en la orilla del Danubio [en recuerdo al Holocausto nazi]. Escucha, Viktor, ¿sabes lo que está pasando en Mariupol? Si puedes, ve a tu paseo marítimo. Mira esos zapatos. Y verás cómo los asesinatos en masa pueden volver a ocurrir en el mundo de hoy. Eso es lo que Rusia está haciendo hoy. Los mismos zapatos. En Mariupol, hay la misma gente. Adultos y niños. Abuelos. ¿Y dudas si imponer sanciones? ¿Y dudas si dejar pasar las armas? ¿Y dudas si comerciar con Rusia o no? No hay tiempo para dudar. Es hora de decidir ya. Creemos en ti. Necesitamos su apoyo. Creemos en tu gente”.

Entre las sanciones que aún no se han impuesto, por temor al efecto bumerán en países muy dependientes como Alemania o Hungría, está el corte de las compras de gas y otros combustibles fósiles a Rusia. El ministro de Finanzas austriaco, Magnus Brunner, ha dicho este lunes a su llegada al Eurogrupo que hay que “mantener la cabeza fría” cuando se trata de sanciones: “Los crímenes de guerra nos conmocionan tremendamente. Pero hay que mantener la cabeza fría cuando se trata de sanciones. Nosotros, como Alemania, somos muy cautelosos acerca de un embargo de gas, porque tememos que las consecuencias para nosotros sean mayores de lo que serían para Rusia”.

En efecto, el miedo de la recesión, el efecto bumerán de las sanciones, en un escenario de precios disparados y crisis energética, con las opiniones públicas en la calle, tiene consecuencias en la toma de decisiones de los 27. Aun así, tanto el vicepresidente económico de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis, como el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, se han apresurado a espantar los fantasmas de una nueva recesión, si bien han reconocido que las consecuencias de la guerra están lastrando la recuperación económica.

“La razón por la que creo que no deberíamos concluir precipitadamente que habrá una recesión”, ha dicho Gentiloni tras el Eurogrupo, es que la UE viene de “un potente crecimiento del año previo, y esto hace muy difícil llegar a números negativos en 2022; la segunda razón es que ahora es muy difícil tener estimaciones. Hay algunos elementos que no están claros, uno un hipotético embargo al gas ruso; otro es cuánto durará la guerra; el tercero es cómo evolucionarán los mecanismos de confianza; y el cuarto es cómo será de global esta crisis, que de momento es parcialmente global.  Las razones más negativas son difíciles de estimar”.

¿Y qué dice Alemania? El ministro de Finanzas, Christian Lindner, ha afirmado en el Eurogrupo: “La comunidad internacional y especialmente nosotros como europeos debemos preparar el próximo paquete de sanciones. Hay que aumentar aún más la presión sobre Putin sin debilitarnos. Todo tiene que estar sobre la mesa. Nuestra intención es independizarnos de las importaciones de energía de Rusia lo antes posible, y se debe hacer una distinción entre gas, carbón y petróleo, cada uno de los cuales debe ser visto de manera diferente porque los reemplazos requieren diferentes períodos de tiempo. Pero debe quedar claro. Todas las relaciones económicas con Rusia deben terminar lo antes posible. Hay que prever sanciones severas, pero el gas no se sustituye a corto plazo”.

Es decir, Alemania se cierra a cortar ya el gas, pero no así a cortar el petróleo o el carbón ruso, con los que hay menos dependencia.

El ministro de Economía belga, Vincent Van Peteghem, decía por su parte: “Después de las atrocidades que vimos ayer en Ucrania, creo que deberíamos acelerar el proceso de un quinto paquete de sanciones, que deben tener un impacto enorme y mayor en Rusia que en la Unión Europea”. ¿Este paquete de sanciones incluye también al petróleo ruso? “Tenemos que ver qué propondrá la Comisión Europea. Pero mi país, Bélgica, no nos opondremos a tal medida”.

La vicepresidenta económica española, Nadia Calviño, ha evitado una respuesta directa sobre el embargo al gas ruso: “La posición de España ha sido clara: cubrir cualquier posible laguna, lograr imponer sanciones eficaces que nos permitan cuanto antes lograr el objetivo deseado que es que pare la guerra de Putin con el mínimo coste e impacto negativo sobre las economías y las sociedades europeas”.

En todo caso, Bruselas quiere prepararse ante todos los escenarios. Según Dombrovskis, la UE está analizando cuáles son las implicaciones para la economía si el suministro de gas ruso se corta a la UE, ya sea porque la UE decida imponerlo como sanción o porque Rusia decida cortarlo por sí misma: “Estamos viendo este tipo de escenarios, pero también hay una conclusión de que, no sin problemas, es posible hacer frente a una situación como esta”.

Según Dombrovskis, “la Comisión Europea tiene todas las opciones encima de la mesa. Hay que hacer más para detener esta guerra y detener estas atrocidades. La Comisión Europea ya está preparando el nuevo paquete de sanciones y espero que los Estados miembros puedan decidir sobre los próximos pasos. Debemos aumentar la presión contra Rusia y nuestro apoyo a Ucrania”.

Aumentar la presión, pero, ¿cómo?, ¿cuánto? ¿Con el carbón? ¿El petróleo? ¿El gas? Es lo que están discutiendo los 27 en estos mismos momentos.

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