Las sirenas de policía, banda sonora de Lavapiés
Mientras las detenciones de la noche anterior en la plaza de Lavapiés estaban en boca de todo el mundo, con las redes sociales en ebullición, polarizadas entre quienes denunciaban “brutalidad policial” en lo ocurrido y quienes aplaudían la actuación de los agentes municipales, alrededor de las 18 horas del pasado domingo, en la calle Espada se produjo otra detención de una violencia similar a la de los mediáticos hechos del sábado.
Según fuentes de la Policía Nacional, un vehículo de la Policía Judicial “en labores preventivas” se topó con una pareja -hombre y mujer- que estaba discutiendo en la calle. Tras mediar en la disputa, los agentes pidieron la identificación al individuo, el cual habría respondido con “amenazas e insultos”.
A partir de ese momento, y siendo ya testigo Somos Lavapiés de lo que ocurría, la situación empeoró en vez de calmarse. Tras llegar refuerzos de la Policía Nacional y tratar la pareja de abandonar junta la escena, el hombre, de raza negra y en la treintena, acabó retenido en el suelo mientras gritaba que no había hecho nada, apoyado por la mujer.
Según la policía, “empujones violentos” habían motivado la inmovilización de esta persona quien, fuera de sí, acabó “acusado de un presunto delito de malos tratos en el ámbito familiar, de atentado a agente de la autoridad y de causar daños en el vehículo” en el que se lo llevaron a comisaría, tras ser necesarios siete efectivos para introducirlo en el mismo, cinco de los cuales habrían necesitado asistencia médica, según prensa de Policía Nacional.
La mujer, presunta víctima de malos tratos en el ámbito familiar, también acabó siendo detenida por “atentado a agente de la autoridad”, aunque no opuso resistencia física alguna, según pudo observar este periódico.
Las dos mayores diferencias entre las detenciones del sábado y esta que relatamos del domingo son el menor público que tuvo la segunda -apenas un puñado de transeúntes y varios vecinos asomados al balcón- y la ausencia en ella de hombre mayor alguno acaparando la atención de los medios de comunicación y de buena parte del debate social que se generó a posteriori sobre su edad y figura.
Ambos episodios finalizaron con personas inmovilizadas en el suelo y detenidas, pero la del domingo forma parte de la anónima cotidianidad de un día cualquiera en un barrio cuya banda sonora, muy a su pesar, son las sirenas de los coches de policía recorriendo a todas horas sus estrechas calles a gran velocidad, urgidos por una u otra razón.
Según datos de Delegación del Gobierno del pasado noviembre, la Policía Nacional contabilizaba diariamente una media de 23 detenciones, 14 actas de drogas y 400 identificaciones en Lavapiés. La misma fuente indicaba que el 40 por ciento del total de efectivos de cada turno que hay en el distrito Centro se despliega en esta zona. A ese porcentaje de agentes nacionales en las calles del barrio hay que sumarle policías municipales y efectivos de la policía judicial que, sin uniforme, cumplen servicio de prevención e investigación en el barrio.
“La solución a los problemas que merman la calidad de vida de los vecinos de Lavapiés no puede llegar únicamente de una respuesta policial”, insisten en reivindicar distintos colectivos y asociaciones vecinales y sociales de la zona que, cuando denunciaron el “abandono institucional” de sus calles por parte del Ayuntamiento y reclamaron un plan de actuación integral para las mismas, recibieron de éste la promesa de crear una mesa interinstitucional y multidisciplinar de trabajo desde la que abordar todos los problemas que acucian al barrio. Mientras que esa mesa de trabajo no ha llegado a arrancar, no hay duda de que las sirenas de policía seguirán sonando en Lavapiés.
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