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La próxima apertura de siete cocinas industriales amenaza la paz de los vecinos de la calle San Bernardino

Plano de cuatro de las siete cocinas fantasmas que están listas para abrir en San Bernardino 20

Antonio Pérez

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Los vecinos del número 20 de la calle de San Bernardino están intranquilos ante la próxima puesta en marcha, en el bajo de su edificio, de siete cocinas industriales. El fenómeno de las llamadas cocinas fantasma, que tantos problemas de convivencia están causando en zonas residenciales de Tetuán y Prosperidad, llega al barrio de Universidad a través de Smart Kitchens, la firma comercial que está detrás de la instalación de este negocio consistente en alquilar espacios para cocinar, perfectamente equipados, a restaurantes virtuales, que se sirven de una flota de repartidores de comida a domicilio, apostados de forma continua a las puertas del local, para hacerla llegar al cliente final a cualquier hora del día y de la noche.

En un espacio de 200 metros cuadrados, con licencia de comercio, es donde la firma The Cooking Society SL, propietaria de Smart Kitchens y dedicada al alquiler de bienes inmuebles, está dando los últimos retoques para abrir sus cocinas, que ya ofrece a terceros a través de su página web y de portales inmobiliarios. En uno de los más conocidos, tenían activo hasta el pasado jueves un anuncio en el que buscaban proyectos complementarios a su “proyecto gastro orientado a delivery” desde 500 euros al mes.

En septiembre de 2020, en cuestión de un par de días, esta empresa instaló dos chimeneas de proporción industrial en el patio de la comunidad de vecinos del 20 de San Bernardino, algo que los estatutos de la comunidad permitían. Eso sí, a nadie advirtieron de su intención de abrir cocinas con servicio de entrega inmediata de comida, según declara el presidente del edificio. Tras haber sido una tahona en origen, el espacio llevaba un tiempo sin inquilinos después de que cerrara el Carrefour que se instaló en él como último negocio. A partir de entonces comenzó un largo período de obras sin más comunicación, que provocó que algunos vecinos solicitaran información sobre lo que se estaba haciendo. 

Cuando a través de uno de los tres socios de Smart Kitchens al fin supieron los vecinos lo que se estaba fraguando saltaron todas las alarmas. Los casos de las 38 cocinas fantasma que una empresa ha instalado en un patio de vecinos del barrio de Prosperidad o las 20 que se abrieron en el número 10 de la calle de José Calvo, en el de Berruguete, ya se habían hecho mediáticos y se habían denunciado los problemas que dichos negocios estaban causando en el día a día de quienes viven cerca.

“Viendo lo que está pasando en otros sitios nos esperamos problemas serios de ruidos y olores”, cuenta uno de los residentes de San Bernardino 20, quien adelanta que, aunque Smart Kitchens aún no ha empezado a operar, los vecinos ya se están movilizando para tratar de frenar lo que saben que se les viene encima.

“Hemos contactado con los residentes de Prosperidad y Berruguete afectados por este tipo de negocio y nos están asesorando sobre la legislación vigente y los pasos que debemos dar para tratar de no llegar al punto en el que ellos ya se encuentran”.

Los habitantes de varias zonas del distrito de Tetuán, el más afectado de Madrid por este fenómeno de nuevo cuño, denuncian las molestias constantes que genera este tipo de negocio, tanto por su actividad industrial en medio de zonas residenciales como por el continuo movimiento de cientos de repartidores de comida a domicilio que congregan estas cocinas.

Con una declaración responsable -con fecha de diciembre de 2020- para “implantar una actividad de comercio de alimentación con zonas de preparación y venta al exterior”, tramitada a través de una Entidad Colaboradora Urbanística (ECU), Smart Kitchens ya estaría habilitada para comenzar a operar en cualquier momento, con cuatro cocinas de 12 metros cuadrados y otras tres en torno a los 9 metros cuadrados de espacio.

Sus vecinos van a pedir que la actividad que pretenden emprender sea considerada como industrial y, como tal, se declare incompatible con el carácter residencial de la zona. “Estaríamos conformes con que en este local abriera un restaurante como los muchos que hay en esta misma calle, pero es que de golpe es como si abrieran siete. Lo que se prepara es claramente una producción industrial y hasta el proyecto que han presentado al ayuntamiento tiene la firma de un ingeniero industrial. No se trata de una actividad más de hostelería. Esto es otra cosa y no debería estar aquí. Esta gente no vive aquí, vienen a instalarse y a recoger dinero. La única forma de convivir con ellos sería que no notáramos que existen”, indican desde San Bernardino 20.

Hasta el momento, las únicas cocinas fantasma instaladas en la zona son las que funcionan desde el pasado mes de octubre en la planta superior del Mercado de Barceló, en todo caso, un edificio comercial.

Regulación específica del sector

El problema de cómo considerar a estas cocinas fantasma está desde hace meses sobre la mesa de Mariano Fuentes, titular del área de Desarrollo Urbano del Ayuntamiento de Madrid. Según el PSOE, en la capital estarían operando ya 160 y cuando acabe el año su número podría superar los 250, espoleadas por la pandemia, que ha ensanchado el mercado de comida a domicilio. Tanto el grupo municipal socialista como el de Más Madrid se han declarado contrarios a la instalación de estas cocinas en zonas residenciales e instan al Ayuntamiento a acometer una regulación específica para ellas.

En este sentido, en la comisión de Desarrollo Urbano celebrada el pasado miércoles, a pregunta de Más Madrid, Fuentes indicaba que el objetivo del Ayuntamiento es “modificar la norma para adecuarla a una nueva realidad social” y que prevé elevar a la junta de Gobierno esa modificación en los meses de verano, “dentro como máximo de tres meses”.

“Las cocinas industriales constituyen una actividad económica que se viene realizando en nuestra ciudad en locales de uso industrial. Estas actividades no son nuevas”, indicaba el delegado, quien anunció que “desde la Agencia de Actividades ya se está solicitando, para toda nueva implantación -de estos negocios-, un estudio para determinar las condiciones de movilidad generada y su afección sobre el entorno”.

Según Mariano Fuentes, “la Agencia de Actividades está además analizando las circunstancias concretas que afectan al entorno viario de cada local que ha solicitado la implantación de actividad de cocinas industriales en entornos residenciales, que es donde tenemos que centrar más nuestras preocupaciones, y ya está realizando un exhaustivo programa de visitas e inspección a las multicocinas y a otras actividades que pudieran ocasionar problemas de ruidos y olores en el entorno”.

En lo que respecta al caso concreto de San Bernardino, en el último pleno de la Junta Municipal de Centro Más Madrid había presentado una propuesta, tumbada con los votos de PP, Ciudadanos y Vox, que pedía que no se crearan nuevas zonas de aparcamientos de motos ni en San Bernardino ni en las calles cercanas, previendo que es algo necesario para los futuros repartidores a domicilio que den servicio a esas cocinas.

En San Bernardino, una calle estrecha, los vecinos calculan que se darán cita entre 25 y 30 repartidores de forma continua cuando el negocio se ponga en marcha. “Eso acarreará problemas de ruido a otras comunidades de vecinos, además de que supone la ocupación constante de suelo público por parte de una actividad que beneficia a empresas privadas”, añade un representante de San Bernardino 20, quien manifiesta que la relación que mantienen con los dueños de Smart Kitchens es inexistente y que, en cualquier caso, nunca se han dirigido a ellos más que a través del administrador de la finca.

“Ellos dicen que la ley les permite hacer lo que están haciendo, pero nosotros creemos que es una actividad industrial y que es incompatible con que se desarrolle en una zona residencial. Llevaremos el tema al próximo pleno de la Junta Municipal de Centro en forma de pregunta. Debemos comunicar nuestra preocupación a los responsables políticos”.

“El negocio del delivery acabará llegando a todas las zonas residenciales”

The Cooking Society SL es una mercantil inscrita en el registro de sociedades en septiembre de 2020 y su domicilio social se encuentra en la calle Zurbano 34. Dos de sus tres administradores mancomunados, Pascual Girona Fernández-Hontoria y Alejandro Zarraluqui Costa, están a su vez vinculados con empresas de gastronomía y hostelería como Albores Repostería, La Boheme Gastronomía y Sibari Foods and Events, dedicada esta última a servicios de catering a particulares y empresas, a la elaboración de comidas para banquetes y fiestas, así como a la gestión y organización de eventos sociales. El tercer administrador de la firma es Ignacio Pelayo Fernández-Huerga Gimeno.

Consultados por Somos Malasaña, los socios de esta empresa indican que “la mala praxis de muchos operadores de Dark Kicthens (nombre por el que también son conocidas las cocinas fantasma) ha dado muy mala prensa a todo el sector en general. Sin embargo, existimos muchos otros que decidimos cumplir con toda la legalidad vigente y operar como haría cualquier otro negocio que se podría establecer en el local que explotamos y así hacer frente a esta inevitable nueva necesidad, que es el delivery de comida”.

Estos empresarios también se muestran a favor de que se regule cuanto antes el sector, al tiempo que aseguran que, a la espera de una normativa ad hoc, han solicitado la licencia que más se ajusta a la actividad que van a realizar y que “está lejos de ser industrial”, afirman. “¿Qué se considera producción industrial? ¿La cocina de un restaurante sería de producción industrial? Muchos restaurantes producen mucha más comida diaria que algunas Dark Kitchens y, sin embargo, coexisten sin problema con comunidades de vecinos en locales de viviendas residenciales. En nuestros establecimientos, los restaurantes únicamente terminan los productos. Es decir, realizan los pasos finales antes de entregar un pedido. En muchas ocasiones se limitan a calentar y envasar el producto”. “Confiamos en que la actividad se regule y dé soluciones a todas las partes involucradas: consumidores, vecinos y a operadores”.

Sobre abrir estas cocinas en zonas residenciales, lo tienen claro: “Tienen que estar cerca de la demanda, intentando abarcar el mayor radio de acción. El negocio del delivery es una realidad creciente que acabará llegando a todas las zonas residenciales, que es desde donde más se pide comida cocinada”.

La licencia que ha solicitado Smart Kitchens permitiría que sus cocinas funcionaran durante 24 horas. Sobre las molestias que la actividad puede ocasionar a vecinos y entorno, y dados los precedentes de lo que están sufriendo en otras áreas, los responsables de The Cooking Society SL indican lo siguiente:  “Aunque podríamos funcionar las 24 horas, la realidad es que la demanda de comida de madrugada es tan baja que no hemos hablado con ningún restaurante interesado en esa franja horaria. Respecto a los problemas que han tenido en otras zonas, la principal diferencia es nuestro tamaño. Frente a nuestras 7 cocinas tenemos competidores con 20 y hasta 40 cocinas. Así, no esperamos mucho volumen de repartidores y creemos que será perfectamente compatible con los que ya operan en la zona. Intentaremos mantenerles lo más lejos posible de la fachada del edificio para molestar lo mínimo posible al vecindario y al tránsito peatonal y de vehículos”.

En este sentido, lo previsible es que la cercana plaza de Cristino Martos, actualmente en remodelación, sea el lugar en el que los repartidores aguarden con sus vehículos a que se soliciten sus servicios.

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