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Quién fue Rita la Cantaora, protagonista del dicho popular que inspira la nueva campaña de Más Madrid al Ayuntamiento

Rita Giménez García

Luis de la Cruz

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Cuando uno quiere espetar con una buena dosis de chulería la negativa a hacer algo, sale del alma la popular frase Esto lo va a hacer Rita la Cantaora, o cualquiera de sus versiones primas-hermanas, como que trabaje Rita (en realidad, documentando este artículo hemos podido constatar que a la pobre Rita se la usa para casi cualquier cosa).

Si será reconocible y rotunda la frase que se acaba de convertir en el centro de la recién lanzada campaña de la candidata Rita Maestre (Más Madrid) para el Ayuntamiento. Dándole la vuelta al significado de eso, lo va a hacer Rita (la Cantaora), los carteles con el rostro de Maestre juegan a afirmar que, efectivamente, será ella quien lleve a cabo todas las políticas que en su opinión no hace el actual equipo consistorial.

Pero, ¿quién fue la famosa Rita? Rita Giménez García fue una cantaora que trabajó a caballo de los siglos XIX y XX , alcanzando cierta notoriedad. Nació en 1859 en Jerez de la Frontera, donde pronto destacó cantando coplas en fiestas y reuniones de vecindad. En una de ellas, un agente teatral la escuchó y se la llevó a Madrid, donde haría carrera. Aquí, empezó actuando en cafés cantantes como el Romero, en la calle de Alcalá, calle donde también rememoraba había llegado a hacer teatro de verano en el solar donde luego se construyó el edificio de La Equitativa.Trabajó también en el cuadro flamenco de El Café del Gato y en muchos otros. De hecho, de su predisposición por el trabajo, dicen, viene el dichoso refrán, que debió nacer con un “eso, a Rita la Cantaora” de los ambientes flamencos, refiriéndose a que ella se arrancaba a bailar, a cantar o a lo que tocara. Posteriormente, la frase fue adquiriendo las connotaciones, en parte negativas, que hoy viste.

La referencia más antigua que hemos encontrado a Rita la Cantaora, así nombrada, es un largo y elogioso poema impreso en marzo de 1885 en El Enano, una publicación eminentemente taurina. Del pueblo andaluz señora. / Todo el elogio merece. /Que su mirar enamora, / Que una rosa que florece/ Es Rita la cantaora, comenzaba antes de prodigarse en otras loas y descripciones.

Con el sentido convenido en el dicho popular lo encontramos ya hacia los años veinte. Como muestra un botón. En el ejemplar del periódico La Voz del 17 de febrero de 1933, haciendo crónica de una sesión en el Ayuntamiento de Madrid: “Una hora y diez minutos para resolver si trabajaban o no un poco más… ¡Maravilloso espectáculo! Que tuvo naturalmente, como remate el acuerdo de que trabaje Rita, la cantaora”.

El dicho estaba muy extendido, pues, con Rita Giménez viva, e incluso en activo. En 1935 apareció un extenso reportaje de Luisa Carnés en la revista Estampa titulado El final de los flamencos, que recogía la voz de una Rita de 76 años. Un artículo en el que se preguntaban –la gentrificación comercial no es cosa de hoy– por los viejos cafés cantante: “Hoy han surgido en su lugar bares con radiogramola y banquetas altas junto al mostrador corrido, zapaterías elegantes y vaquerías del tipo standarizado”. Pero el centro del texto era recuperar la pista de las viejas estrellas de café-cantante, tales como Antonia la Coquinera, la Paloma, La Nona, El Mochuelo, El Estampío…y Rita, la Cantaora.

Bajo el titular Rita la cantaora vive, olvidada, en Carabanchel Alto, el apartado dedicado a la jerezana comenzaba diciendo: “Rita la cantaora, de tan famosa llegó a ser para la nueva generación solo un refrán. ”¡Anda que te vea Rita la Cantaora !“ ¿A quién no le han dicho eso alguna vez? Pero Rita no es solo un refrán. Rita, que ha sido en su época la más famosa cantaora de flamenco, es hoy una viejecita simpática, que vive consagrada al cuidado de su casa humilde y al amor de cuatro nietos, teñidos por los vientos y el sol”.

Esta deriva carabanchelera la explica su biografía de la Real Academia de la Historia: “Cuando su carrera artística parecía comenzar su declive, hizo amistad con el bailaor Patricio el Feo, que la llevó a vivir a Carabanchel Alto. En este barrio conoció al volquetero Manuel González Flores con quien se casó. Éste era viudo y aportó al matrimonio una hija y cuatro nietos, cuyo cuidado hubo de asumir Rita cuando su marido falleció en 1930”. En sus propias palabras, “Lo pué ser to, tuve a mi vera a hombres que me hubieran elevao…y me casé con un vorquetero de Carabanchel. ¡La vía!”

Pero Giménez, que decía que había vivido “como una reina” y ahora era “más pobre que las ratas”, había salido brevemente de su retiro un año antes, participando en un cuadro de viejas glorias flamencas que actuaba en el Café de Magallanes, junto con La Coquinera, Fosforito y otros. Este fue el canto del cisne de la vieja flamenca antes de ser evacuados del frente de Carabanchel durante la guerra. Les tocó refugiarse en Zorita del Maestrazgo (Castellón) donde murió en 1937. Su nombre, sin embargo, pertenece ya para siempre al acervo popular del castellano. Que le quiten lo cantao.

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