Vecinales y autogestionadas: la batalla por la soberanía de las fiestas en los barrios de Madrid
La semana pasada se celebraron las Fiestas Populares del Ensanche de Vallecas, organizadas por la Asociación Vecinal del PAU de Vallecas. Transcurrieron con una participación vecinal exuberante pese a que los organizadores se enteraron a punto de empezar los festejos de que este año, por primera vez, no tenían permiso para organizar la habitual paella popular ni para vender cerveza.
El asunto de la venta de bebidas alcohólicas y comida ya dio mucho que hablar el pasado mes de marzo, cuando las asociaciones vecinales del distrito de Hortaleza, uno de los de mayor tradición participativa en la capital, supieron que este año solo tendrían consideración de festejo popular 6 de las 25 propuestas trasladadas por el tejido vecinal, a diferencia de años anteriores. Esto condenaba a la carencia de recinto ferial e imposibilitaba la venta de alcohol en la calle, lo que cercena una de las vías de ingresos con las que habitualmente se pagan las fiestas.
En otros distritos la participación vecinal se ha recortado este año no convocando las comisiones de fiestas (Moncloa-Aravaca) y limitando la participación vecinal, como en el barrio de Adelfas. Se trata de fiestas, en muchos casos, fundadas y desarrolladas durante años por los propios vecinos, que ahora sienten que la administración se las apropia y los excluye.
Este fin de semana el nervio vecinal de las fiestas se hará sentir en Madrid por distintas razones y de diversas formas. En primer lugar, en la misma pelea por ser, y de nuevo con el tejido vecinal de Hortaleza como protagonista. La Coordinadora de Entidades de Hortaleza tenía prevista una “pitada popular y pacífica” el viernes 31 de mayo a las 21.00, con motivo de las Fiestas de la Primavera, al grito de “¡David, qué pereza, fuera de Hortaleza!”, en alusión a David Pérez, Concejal Presidente del distrito.
El edil del PP contraatacó el martes anunciando que el pregón de las fiestas lo daría la asociación Down España, a quien la Junta de Hortaleza había contactado poco antes. El ofrecimiento de arrancar las fiestas le llegó a esta entidad el mismo lunes, según fuentes consultadas por este periódico.
La decena de colectivos federados en la Coordinadora de Entidades de Hortaleza ha mantenido la pitada, convocando viernes a las 21.00 horas a la explanada de las casetas del recinto ferial con ropa de luto y portando carteles contra la decisión de David Pérez de suprimir “sin previo aviso” la partida presupuestaria para asociaciones en las fiestas. En otras ocasiones, la Junta daba una aportación simbólica de 500 euros a las asociaciones para costear los conciertos, espectáculos, obras de teatro o actividades infantiles que organizaban dentro del programa de unas fiestas que este año cuentan con un presupuesto de más de 120.000 euros. Por eso, este año no habrá jornada vecinal.
El conflicto entre las asociaciones vecinales de Hortaleza se viene escenificando desde el desembarco de Pérez en la Junta. Lo primero que hizo fue cancelar la Feria de Asociaciones de Hortaleza y reducir el presupuesto de ayudas para los colectivos del distrito. El pasado 27 de abril, cientos de personas participaron en una manifestación bajo el lema “Hortaleza se respeta”.
El segundo caso de impulso vecinal al que podremos asistir este fin de semana es el del barrio de Bellas Vistas (Tetuán). Sus fiestas se vienen organizando los últimos años durante una sola jornada en en la Plaza de Juan Muñoz (hasta hace poco conocida como plaza de las Cocheras o plaza Nueva, a la altura de Bravo Murillo 107). Se trata de unas fiestas pequeñitas pero que están en todo el meollo de Cuatro Caminos y tienen auténtico sabor de barrio y ritmo latino. Su característica singular es que se organizan por las entidades del barrio y se financian a través del Plan de Barrio (una iniciativa municipal de participación para el reequilibrio territorial) a sugerencia de la Asociación Vecinal Cuatro Caminos-Tetuán.
Y la tercera casuística de la que podemos disfrutar es la de la PAVA (Popular Autogestionada Verbena Aluche), organizada por el Centro Social La Caba y la Asociación Vecinal de Aluche. Se trata de la modalidad de la fiesta popular dentro de la propia fiesta, de larga tradición en nuestra ciudad con ejemplos tan veteranos como las programaciones alternativas del Barrio del Pilar en Octubre.
Como se ve, las fiestas populares y autogestionadas en Madrid se celebran en el estallido resultante de la colisión de dos fuerzas opuestas: la que presiona para que el impulso popular no saque cabeza (y sean las empresas concesionarias de eventos quienes rijan los designios de las fiestas de los barrios) y la de los colectivos barriales que, a menudo, parieron las fiestas.
Madrid tiene gran tradición de organización vecinal. Un buen ejemplo son las del Dos de mayo en Malasaña, que se vienen poniendo en pie por los vecinos desde que el Ayuntamiento de Gallardón las sacara del barrio que las nombra en 2004.
En Ventilla volverán también el próximo mes de junio (los días 21 y 22) la celebración de Radio Almenara. No, no son unas fiestas populares de barrio, pero el festival de la radio comunitaria, que se lleva a cabo en el parque Rodríguez Sahagún, cumple desde hace muchos años el papel de encuentro popular del barrio de Almenara –aunque el año pasado se tomaron un respiro y se ensayaron otras fiestas populares autogestionadas–. Ventilla tropikal y rebelde es el lema clásico del festival, que hermana a vecinos de los distritos de Tetuán y el Barrio del Pilar en el territorio fronterizo entre ambos.
Y el calendario de fiestas populares de Madrid se adentrará en el verano con la madre de todas las fiestas autogestionadas de Madrid, buque insignia –nunca mejor dicho– del barrionalismo festivo y politizado. Se trata de la Karmela, con su popular batalla naval en Puente de Vallecas. Aunque aún no hay programa, se sabe que serán en torno al 16 de julio (Día del Carmen) y que, este año, sucederán “desde el río hasta el mar”.
Terminaremos esta nota usando, de nuevo, una alusión metafórica a los elementos a modo de resumen: las fiestas autogestionadas siguen gozando de buena salud en Madrid, aunque sea contra viento y marea.
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