Cuando Aznar comisionó al obispo Uriarte para mediar con ETA
La propuesta de mediación entre los Gobiernos de España y Catalunya se ha convertido en el epicentro de un terremoto político que amenaza con saltar de las instituciones a la calle. Euskadi tiene una larga historia de “relatores”, “mediadores”, “verificadores”, “facilitadores”, “grupos de contacto” y todo tipo de denominaciones, generalmente vinculadas con ETA y con la izquierda abertzale.
En un caso, hace ahora dos décadas, fue el Gobierno del PP, presidido por José María Aznar, el que promovió una maniobra semejante para lograr el final del terrorismo. El mismo Aznar que aseguraba ante Isabel San Sebastián en 1999 que apostaba por la “generosidad, la mano tendida y el espíritu abierto” para “lograr la paz” con ETA.
El elegido por Aznar para liderar las conversaciones con ETA fue el obispo Juan María Uriarte, nacido en la localidad vizcaína de Frúniz y que, en aquel momento, estaba destinado en Zamora. Luego, a partir de 2000, Uriarte fue nombrado prelado de la diócesis de San Sebastián, donde todavía es obispo emérito. El religioso mantenía una estrecha relación con quien fuera ministro del Interior y, posteriormente, líder del PP vasco, Jaime Mayor Oreja.
“Uriarte tenía buenas relaciones con algunas personas muy cercanas a Aznar. No sólo con Mayor Oreja, sino con el que era secretario de Estado de Seguridad y exjefe de protocolo de la Casa del Rey, Ricardo Martí Fluxá. Y, como obispo vasco, también tenía interlocución con otras familias políticas, incluida la izquierda abertzale”, explican fuentes conocedoras de aquellas conversaciones sobre el origen de estos hechos.
En 1998 y 1999, siguiendo al Pacto de Lizarra promovido por el soberanismo vasco, la organización terrorista decretó una tregua. Fue justamente en esas fechas cuando el Gobierno de Aznar comisionó a Uriarte para lograr un acercamiento con la banda terrorista. Su intelocutor en el otro lado fue Jokin Etxebarria Lagisket, el hombre de confianza de Mikel Albisu 'Antza', que tenía asignadas labores de dirección en el aparato político y que en 2000 acabó condenado en Francia por asociación de malhechores.
La historia refleja que aquella negociación fue un rotundo fracaso. ETA rompió la tregua y abrió una época especialmente sanguinaria y que incluyó el asesinato del socialista Fernando Buesa, portavoz parlamentario y anteriormente vicelehendakari. Sólo en 2000 se produjeron 23 crímenes, incluidos varios cargos del PP tanto en Euskadi como en el resto de España.
¿Cuál fue la reacción política ante la iniciativa del expresidente? “Aquello se produjo con ETA activa. Ni siquiera era una tregua definitiva. No sólo no hubo críticas, sino que el Gobierno encontró una respuesta responsable de otros partidos políticos”, apuntan las fuentes consultadas.
“Quiero pensar que no fue completamente inútil y que preparó el camino para otros encuentros que fueron más eficaces”, reflexionó el propio obispo en una entrevista concedida a 'El Correo' el pasado año, donde aludió también a la tardía reacción de la Iglesia católica frente a ETA. “Todos reaccionamos tarde, también la prensa. No me justifico: a mí el Evangelio me tenía que haber hecho despertar antes y ayudar a despertar a otros”, manifestó Uriarte, quien asumió que en su caso particular estuvo “más preocupado por la paz social y por la ética de la paz que por las personas que más estaban sufriendo los efectos de esa falta de paz y de esa violencia, por las víctimas”.
En la última época, Uriarte no ha abandonado su trabajo de “relator” en materia de paz y convivencia. En 2013, por ejemplo, formó parte de un grupo de asesores del lehendakari, Iñigo Urkullu, que cuantificaron los crímenes ocurridos en Euskadi, no sólo por ETA o el GAL, sino también por las Fuerzas de Seguridad del Estado. En aquel grupo, por cierto, se encontraba una magistrada que colaboró tanto con Urkullu como antes con Patxi López, Manuela Carmena.