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El calendario de Urkullu: el temor de la repetición de las generales condiciona el final de la legislatura vasca

Urkullu, en su coche oficial, repasando sus notas sobre Cataluña

Iker Rioja Andueza

El lehendakari, Iñigo Urkullu, es un político minucioso. Conocidos son sus largos y detallados mensajes de Whastapp –también utiliza Telegram- y sus reflexiones plasmadas por escrito, con letra muy pequeña. Algunas de ellas, las relativas a su mediación en Cataluña, se harán públicas por expreso deseo del dirigente del PNV. Ahora, en un parón vacacional en el que ha optado por no salir de viaje, Urkullu medita los escenarios políticos abiertos en España y en Euskadi. En público, no ha ocultado su inquietud por la falta de Gobierno y la posibilidad de una repetición de las generales en noviembre. Y no sólo por sus apelaciones a la necesidad de “estabilidad”. El propio final de la legislatura vasca está en el aire en el contexto actual, plagado de incertidumbres, aunque con una certeza: el PNV tiene claro que Urkullu repetirá como candidato en las autonómicas sin fecha y que optará a un tercer mandato.

Aunque en no pocas ocasiones la cultura del pacto y del acuerdo en Euskadi se ha puesto como ejemplo, Urkullu, que lidera una coalición del PNV y del PSE-EE, no ha tenido un 2019 sencillo. Arrancó el año sin presupuestos tras perder como socio al PP después de la moción de censura a Mariano Rajoy y tras naufragar la negociación con EH Bildu. Le siguió la salida de Jon Darpón al frente de Salud por la crisis de las irregularidades en las oposiciones de Osakidetza, asunto que le ha enfrentado de lleno con la tercera fuerza de la oposición, Elkarrekin Podemos. Y la producción parlamentaria del Ejecutivo, sin mayoría en la Cámara, apenas se ha enmendado con acuerdos sectoriales con el PP que han permitido cerrar el curso con la Ley de Policía aprobada y los textos de Cooperativas y Renta de Garantía de Ingresos desbloqueados.

Por el contrario, Euskadi arrancó al nuevo Gobierno de Pedro Sánchez un cronograma para la transferencia en cuestión de meses de todas las competencias pendientes del Estatuto de 1979 salvo la gestión del régimen económico de la Seguridad Social, lo que incluía Prisiones y algunas infraestructuras entre muchos temas menores. El proceso se inició con algunas vicisitudes pero con la cesión del tramo vasco de la AP-68 y antes con la AP-1 y dos pequeñas líneas de ferrocarril. Pero el adelanto electoral al 28 de abril y la salida de la ministra de Política Territorial, Meritxell Batet, ahora presidenta del Congreso, no sólo han frustrado las negociaciones sino que han privado al consejero de Autogobierno, Josu Erkoreka, de su interlocutora habitual en Madrid.

La decisión sobre el momento de poner fin a la legislatura iniciada con los comicios de septiembre de 2016 depende de si el Ejecutivo de nacionalistas y socialistas es capaz de sacar adelante los presupuestos de 2020. Así ha sido siempre, a pesar de periódicos rumores de adelanto electoral que han brotado en los últimos meses y que nunca han tenido gran base. El problema para Urkullu es que esa negociación presupuestaria –que arranca oficialmente tras la determinación del techo de gasto en octubre tras el Consejo Vasco de Finanzas- coincidiría de lleno con la posible campaña de las nuevas generales. Recuperar la sintonía con el PP de Alfonso Alonso en ese contexto se antoja complicado y la opción de EH Bildu acabó con acusaciones cruzadas en 2018. ¿Y Elkarrekin Podemos? La rendija de engrasar la relación si el partido morado entraba a cogobernar con Pedro Sánchez en España con el PNV como apoyo externo parece cada vez más remota.

En todo caso, el portavoz del Ejecutivo, Josu Erkoreka, ha asegurado a Europa Press que intentarán buscar un acuerdo “hasta el último suspiro”. “Nunca una prórroga presupuestaria es necesariamente un drama irreversible. [Pero] Es innegable que no es la mejor opción. Por eso, el Gobierno tiene que empeñarse en hacer todo lo que se encuentra al alcance de su mano para aprobar unos presupuestos acordes con cada ejercicio presupuestario, con lo que es la realidad económica del momento”, ha abundado Erkoreka.

En diciembre se conocerá si Euskadi tiene o no presupuestos nuevos para 2020 o si mantiene los aprobados en 2017 para 2018 como base un año más, con algunos ajustes que se pueden hacer con aquiescencia del Parlamento como este año para actualizar los salarios de los funcionarios, entre otras medidas. Será entonces cuando Urkullu determine su calendario: o elecciones en primavera o agotar la legislatura y llevarlas después del verano. De momento, el lehendakari reiniciará el 19 de agosto su trabajo en el despacho tras el breve descanso y el Gobierno, como tal, inaugurará el curso político el jueves 29 con una reunión ya tradicional en Miramar.

Fuentes de su entorno indican que, para entonces, es probable que ya se haya iniciado o incluso terminado el proceso de proclamación de candidato del PNV, un sistema complejo de doble vuelta y de varios niveles (local, regional y nacional) que moviliza a toda la organización aunque no sean unas primarias al uso. Este otoño podría ponerse en marcha una maquinaria en la que, salvo sorpresa mayúscula, Urkullu volverá a encabezar la plancha electoral nacionalista en busca de un tercer mandato. En las pasadas elecciones generales, ese procedimiento interno se hizo en un tiempo aproximado de un mes.

2020 también será un año de importancia para el PNV, ya que cumple 125 años. Los nacionalistas harán coincidir su asamblea cuatrienal con esta efeméride, que se cumplirá en julio del año que viene, como ya adelantó el presidente del Euzkadi Buru Batzar, Andoni Ortuzar, en los actos por el 124 aniversario de hace unas semanas. Ese proceso asambleario ha de ser activado con un mínimo de seis meses de margen.

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