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“¿Contó desde el principio los abusos detallados? No, hay que respetar sus tiempos”

Segundo día de 'caso Gaztelueta' en la Audiencia Provincial de Bizkaia

Alba Díaz de Sarralde

“Yo lo que digo es que una víctima de abusos sexuales, en este caso mi hijo, no se sienta en una silla un día porque se le cruza la vena y cuenta todo el relato de una tacada”. Es la respuesta que el padre del denunciante, Juan Cuatrecasas, ha ofrecido cuando la Fiscalía le ha preguntado el porqué de que, en una primera declaración en la Fiscalía de Menores, el joven no relatara los presuntos abusos sexuales que sufrió en el colegio Gaztelueta de Leioa, masculino y vinculado al Opus Dei.

El padre del denunciante ha declarado este viernes en el juicio del 'caso Gaztelueta' como testigo de la acusación, al igual que su mujer. Ella, de nombre Ana, ha sido la primera en tomar la palabra en la que ha sido la segunda jornada. Nuevamente, uno de los puntos clave, en los que ha incidido la defensa del profesor acusado, José María Martínez Sanz -y también el fiscal, Alejandro Torán- es lo que ellos ven como cambiantes versiones de la joven víctima, que ha ido detallando los hechos con más claridad a medida que pasaba el tiempo.

El padre del denunciante se ha mostrado ofendido cuando el fiscal le ha preguntado por qué su hijo no declaró “los temas más fuertes” en la Fiscalía de Menores en 2011: “Tienen el derecho como víctimas a contarlo siempre en un plazo en función de sus capacidades. Y ahora le digo, ¿contó desde el principio los abusos detallados? No. ¿Por qué? Porque en aquel momento él no tenía capacidad de contarlo y hay que darle el respeto debido”.

Cuatrecasas, enojado, ha afirmado que él siempre ha trasladado a las diferentes instancias que han revisado este caso lo que su hijo le hubiera contado hasta el momento e incluso ha admitido que ellos mismos no han tenido siempre toda la información ya que el joven no quería que su psiquiatra, Iñaki Viar, diera a conocer el contenido de sus charlas de terapia a sus padres. Su mujer también ha defendido el respeto a la intimidad de su hijo en su declaración: “Mi interés nunca ha sido que me lo cuente a mí o a mi marido. Ha sido que sacase lo que tiene dentro. Queríamos que se recuperase, no saber los hechos”.

Como era previsible, el abogado de la defensa de Martínez Sanz, Eduardo Ruiz de Erenchun, ha preguntado al padre del denunciante si es autor de un “blog pornográfico”. Con esta estrategia pretenden relativizar que el denunciante haya acusado a su profesor y preceptor (tutor) de mostrarle mujeres semidesnudas con propósito sexual. Cuatrecasas ha respondido que, en su blog de cine, sí hay fotos de mujeres “ligeras de ropa”, en concreto actrices. Son “las que puede haber en el cine”, y ha ironiza que para “mentes enfermas” también desnudos artísticos como el David de Miguel Ángel serían también pornografía. Asimismo, ha afirmado que su hijo jamás ha visto el blog y que, en caso contrario, no habría nada que esconder.

Al igual que a su esposa, la defensa ha preguntado igualmente si el denunciante faltaba a menudo a clase en los cursos anteriores a los hechos y si lo medicaron con Orfidal, un potente fármaco ansiolítico. Pretenden establecer que los problemas psiquiátricos y de ansiedad del joven eran previos a los cursos 2008/2009 y 2009/2010, cuando el acusado y el denunciante coincidieron en Gaztelueta.

La madre, por su parte, ha narrado en su declaración un “episodio especialmente duro”. Con la voz entrecortada,ha explicado uno de los intentos de suicidio de su hijo mayor: “Una de las veces que más miedo pasé fue cuando abrió la ventana del salón e intento tirarse, estando yo sentada en el sofá”. Al menos hubo otras dos tentativas.

Ella ha contado que conoció lo sucedido en Gaztelueta al año de abandonar el centro y que el momento llegó después de preguntarle en innumerables ocasiones. “Estaba muy mal. Llevaba dos meses sin hablar. Lo recuerdo inmóvil en la cama, en posición fetal, no quería ir al colegio”. Aun así, lo primero que conocieron, fue el acoso escolar que sufría el denunciante y más tarde los presuntos tocamientos, aunque de manera todavía incipiente.

La primera vez que el matrimonio se dirigió a Gaztelueta para explicar la situación, hablaron con el subdirector de entonces, actual director, Imanol Goyarrola. La madre ha manifestado que desde un primer momento pusieron sobre la mesa tanto el acoso escolar como el supuesto abuso sexual, al menos lo que sabían. “Se llevó las manos a la cabeza, me acuerdo perfectísimamente, y se puso muy rojo”, ha relatado. También ha comentado en el juicio que el director Iñaki Cires, “ante un caso tan grave, tardó quince días en reunirse” con ellos.

Esta mujer ha declarado, preguntada por la abogada de su hijo, Leticia de la Hoz, que en la posterior reunión con la dirección del colegio recibieron algunas explicaciones: en vez de chicas semidesnudas, el acusado “enseñó el desarrollo sexual de las mujeres a través de Hermione [personaje de la saga 'Harry Potter'], que los rozamientos de manos eran tocamientos normales, que sí le hizo quitarse un botón de la camisa pero porque hacía calor y que si bajaba cortinas o persianas era para que no hubiese luz y pudiese ver la pantalla ordenador”. Admitieron, según la madre, que “era muy grave que se hubiera reunido tantas veces con él sin avisar ni a la familia ni a la dirección”. La versión del centro es muy diferente.

Uno de los peores momentos para la madre del denunciante después de aquella reunión fue la despedida.“Nos dijeron que el profesor se marcharía fuera un año”, algo que, según la dirección, era un intercambio en Australia gestionado con anterioridad. Cires hizo el comentario que aún recuerda Cuevas con dolor: “Dijo que no le dijéramos que el profesor se iba por culpa de nuestro hijo. Yo tenía por un lado imagen de mi hijo en posición fetal, inmóvil… y por el otro al director diciendo que era su culpa”.

Otro compareciente ha sido un exalumno de Gaztelueta. Alberto Botija fue el único compañero que no firmó un acta notarial sobre que el acusado no sacaba de clase al denunciante más a menudo que a los demás y que la defensa aporta como prueba de descargo. En su declaración, la abogada de la familia del denunciante ha leído una conversación de mensajería instantánea mantenida entre ambos jóvenes. En ella, el denunciante preguntaba si recordaba cuánto le sacaba el profesor de clase, a lo que Botija le contesta que sí, como ha hecho ante el juez. “Es sorprendente que algunos no se acuerden”, le decía el joven.

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