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¿Qué oculta Schneider Electric?

Secretaria General de CCOO Madrid
La Ministra de Industria, Reyes Maroto, en febrero de 2021, durante una visita a Schneider Electric.
22 de enero de 2022 06:02 h

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Schneider Electric, multinacional francesa líder mundial en la transformación digital de la gestión y automatización de la energía, ha iniciado el proceso para trasladar un porcentaje de la producción de su planta de Griñón a otra que el grupo tiene en la localidad italiana de Stezzano. 

La compañía desarrolla su actividad en la comarca Sur de la Comunidad de Madrid, donde lleva implantada desde hace más de medio siglo y emplea a 180 hombres y mujeres, además de sostener la actividad de una treintena de empresas de suministros. En la planta de Griñón fabrica una unidad modular denominada SM6, un producto estrella con una excelente salida comercial tanto a nivel nacional como para la exportación del que depende la supervivencia de dicha planta.

La multinacional gala se resiste a dar explicaciones de cuáles son los motivos para haber tomado la decisión de su deslocalización, en especial cuando es una planta competitiva con una plantilla ajustada a las necesidades de la producción. 

Esta decisión, por tanto, no obedece a razones objetivas, tal y como constatamos el pasado 28 de julio de 2021 cuando la dirección de Schneider Electric Griñón informó al comité de empresa de que las cosas marchaban bien, que plantilla y carga de trabajo estaban ajustadas, que no había números rojos, que la producción para el segundo semestre estaba garantizada, e incluso que no llevarían a cabo un despido previsto. El 26 de octubre volvieron a confirmar la buena marcha de la empresa. 

No pasó ni un mes cuando, el 24 de noviembre, la dirección del centro, de buenas a primeras, comunicó a los representantes sindicales y a toda la plantilla los planes de la multinacional de trasladar una parte de la producción de la celda SM6 fuera de España. Lo hicieron sin aclarar por qué, salvo que obedecía a razones de “estrategia” del grupo. El mismo, escueto y único argumento que directivos de Schneider Electric ofrecieron a CCOO en una tensa reunión en la sede de la Asociación de Empresas del Metal de Madrid el pasado 18 de noviembre, que sólo sirvió para confirmar, como se temía el sindicato, que en unos meses iba a “sobrar gente”. A partir de aquí, la multinacional francesa tampoco ha detallado qué porcentaje de la producción va a arrebatar a la planta de Griñón, ni qué alternativas baraja para compensar la pérdida de carga de trabajo, ni cuál va a ser el impacto sobre la plantilla. 

Esta actitud de la compañía pone de relieve la falta de transparencia y la opacidad informativa, y nos hace temer lo peor, es decir, que una vez implantadas en Italia la línea de fabricación y sobre todo el conocimiento asociado, los planes reales sean los de trasladar allí el cien por cien de la producción del SM6 y desmantelar o reducir a la mínima expresión la actividad en la planta madrileña. Si esto sucede conllevaría una dramática destrucción de empleo y el empobrecimiento y la asfixia económica de la comarca sur de Madrid, y acentuará el declive industrial de la región. 

A todo lo anterior hay que añadir un elemento nada desdeñable, y es que hace menos de un año, en una reunión de trabajo en las oficinas de Schneider Electric de San Sebastián de los Reyes con el Ministerio de Industria, la empresa presentó algunas de las iniciativas en las que trabajaba para la aceleración de la digitalización y sostenibilidad de la pequeña y mediana industria española. “Es una gran satisfacción -declaró entonces ante los medios de comunicación la ministra de Industria, Reyes Maroto-, contar con empresas como Schneider Electric dentro del ecosistema público-privado que trabaja conjuntamente en el Plan de Recuperación para reivindicar a ciudades como Madrid...”. 

Sería deseable conocer si esta colaboración público-privada se ha traducido en ayudas de fondos públicos o ventajas fiscales para la consolidación y desarrollo de la multinacional francesa en la Comunidad de Madrid.

Sea como fuere, el problema tiene suficiente calado para que tanto el Ejecutivo Regional como el Gobierno de España tomen cartas en el asunto. Especialmente cuando coinciden en el tiempo esta decisión con la firma del Acuerdo de Quirinal entre Francia e Italia, una alianza estratégica entre París y Roma que pone un acento especial en la cooperación entre ambos países en materia de sostenibilidad medioambiental en un momento de gran incertidumbre por los efectos de la transición verde sobre la economía y el empleo. No resulta descabellado pensar que el plan de la multinacional francesa de potenciar la producción en el norte de Italia pueda obedecer a intereses del Gobierno galo. Nada que objetar, salvo que ello pase por perjudicar a los trabajadores de la Comunidad de Madrid. 

Muchos interrogantes y ninguna certeza, excepto la del negro futuro que se cierne sobre los puestos de trabajo de 180 personas, que en un alto porcentaje superan los 45 años, y el descalabro para un montón de empresas auxiliares y para el conjunto de la Comunidad de Madrid. Pero las trabajadoras y trabajadores madrileños ni somos débiles, ni estamos solos. No vamos a permitir a Schneider Electric campar por sus fueros. El comité de empresa convocó la primera huelga de 24 horas el pasado jueves, acompañada de una concentración ante la Embajada de Francia en Madrid. CCOO de Madrid pondrá todo su empeño como primera fuerza sindical de la región para defender el empleo de los trabajadores y trabajadoras, es decir, de los nuestros.

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