Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Señoras ministras

Ningún Ministerio se resiste ya a las mujeres, menos Interior

María Jesús Miranda

Profesora Titular en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UCM —

Hace una semana que ha tomado posesión el primer gobierno mayoritariamente femenino desde 1978. El número de mujeres al frente de los ministerios ha ido creciendo desde entonces y, con ésta, llevamos ya dos ministras de defensa, dos de ecología, etc. Por eso, me parece importante recordarles, señoras ministras, que la cultura de las mujeres no es la misma que la de los hombres que han dirigido el mundo hasta nuestros días.

En primer lugar quiero recordarles que en los países del Consejo de Europa sólo el 5% de la población interna en las cárceles son mujeres. Las mujeres no recurrimos a la violencia como primer recurso si no como último. Antes preferimos negociar y defender la paz como hizo hasta su asesinato Rosa Luxemburgo ante la Primera Guerra Mundial. Yo he pensado siempre que el sueño socialista murió definitivamente el día en que un proletario alemán disparó contra un proletario francés y detrás de ellos fueron los proletarios de todos los países occidentales. Por ello, señoras ministras, tenemos que defender la paz y defender el entendimiento dentro de nuestro propio país y entre todos los países de Europa hasta las últimas consecuencias.

En segundo lugar, las mujeres estamos acostumbradas desde hace siglos al cuidado de la vida sobre la tierra. La vida de nuestros allegados, la vida de nuestros próximos, la vida de los peregrinos, la vida de los forasteros, la vida de los pequeños animales de nuestros corrales, la vida de los frutos de nuestras huertas. Por eso, señoras ministras, tienen que imponerse en materia de energías renovables, en la defensa de nuestros parajes naturales, en la inclusión en la enseñanza del cuidado del propio cuerpo a través de la buena nutrición y el deporte. La industrialización de las tareas domésticas ha destruido ya una buena parte de nuestros haberes tradicionales: la comida preparada, la utilización mínima de productos de limpieza e incluso de agua, el reciclaje de la ropa y tantas cosas más. Quizá esos haberes sean ya irrecuperables pero en la medida en que esto sea posible todavía estamos a tiempo de venerarlos y de reaprenderlos.

Compartir los cuidados significa que los varones aprendan no como una obligación si no como una fuente de felicidad: cuidar de un bebé o de una persona mayor, preparar con cariño una comida casera, distinguir por su composición y origen las prendas de vestir entendiendo lo que significa aquello que mi abuela llamaba “ropa duradera” porque “el dinero del pobre va dos veces al mercado” y comercio justo, porque la mejor manera de mejorar las condiciones de vida de los países menos desarrollados es adquirir productos compuestos por materiales y tintes naturales que duran más y son menos agresivos para el propio cuerpo que otros.

Las mujeres siempre hemos sido partidarias de una educación inclusiva y no autoritaria. Las grandes pedagogas del siglo XX como Montessori y Sensat, fueron mujeres y aplicaron su imaginación y su cariño en enseñar a todos los niños y niñas hasta donde llegaban sus capacidades. Por último, en el mundo del empleo remunerado al que todos hemos de poder llevar prácticas que son muy útiles para la conciliación como las guarderías en las empresas, los horarios flexibles, etc. pueden y deben desarrollarse.

El derecho penal debe volver a ser el último recurso contra la violencia, sea física, económica, institucional, formal, informal o en cualquiera de las otras formas que adopta hay que recurrir, en lo posible, a la prevención. Inspectores de trabajo, de hacienda, de salud laboral, mediadores sociales, etc. deben multiplicarse muchísimo más rápido que las plazas en centros penitenciarios. Fue también una mujer, Concepción Arenal, la que escribió el primer libro sobre atención social en las cárceles: “El visitador del preso”. Y otra, Victoria Kent, la que elaboró el primer plan destinado a humanizar las prisiones en nuestro país.

Seguro que la secretaria de Estado de Igualdad, compañera profesora de sociología, puede enseñarles mucho sobre estas cosas. Pero en todo caso les recomiendo y perdónenme la falta de humildad y mi soberbia, la lectura de mi último libro Feminismos: una mirada desde la sociología, escrito junto a una de mis mejores alumnas, Begoña Marugán, y que acaba de publicar la Universidad Complutense de Madrid.

Etiquetas
stats