Los protagonistas de Gürtel se preguntan por qué llaman delito a lo que era amistad
Gürtel está a punto de cerrar la fase de declaraciones de los imputados. Tras el parón de Navidades, el juicio que comenzó a principios de octubre está a falta de unos nombres para terminar con los testimonios de los 37 acusados. Este mes de enero ha tenido como protagonistas a Luis Bárcenas, Jesús Sepúlveda y Alberto López Viejo. Los tres tienen una cosa en común: sus amistades han salido a relucir en las declaraciones, siempre como argumento exculpatorio.
A los tres, sus relaciones sociales les han servido para quitarse de encima algunas de las acusaciones de la Fiscalía. No había una trama corrupta, sino amistades mal entendidas. Barcenas lo usó para justificar la falta de documentación de sus negocios, Sepúlveda envolvió los regalos de Correa en ese argumento y López Viejo se agarró a eso para explicar por qué estaba en un barco con el cabecilla de Gürtel y otros imputados.
Quien más veces usó este argumento fue Sepúlveda, exmarido de Ana Mato, que encontró en Francisco Correa a uno de sus mejores amigos. El líder de la trama corrupta y él se conocieron a principios de los noventa y la organización de los actos del PP les llevó a fraguar una gran amistad. Los regalos y atenciones que Correa tuvo con él no fueron porque le adjudicase eventos del partido y contratos en Pozuelo, sino por lo bien que se llevaban.
Sepúlveda dijo que Correa no buscaba nada a cambio de los viajes que le regalaba o de sufragar los gastos de la celebración del cumpleaños de su hija. Su amistad llegaba al punto de que se encontraron por la calle el día que el exalcalde se iba a comprar un Jaguar, y el empresario le dijo que él le ponía el dinero, que así se ahorraba el IVA y los intereses de pagarlo a plazos. Esa es su versión.
“Entiendo que por la amistad que teníamos” era la respuesta que daba Sepúlveda cada vez que la fiscal Concepción Sabadell le preguntaba por una de las dádivas que detalló Correa. A pesar de la amistad, sus versiones chocaron en muchos casos. El cabecilla de Gürtel se apuntó algunos regalos que el exmarido de Mato dijo no haber recibido.
La Fiscalía no traga con el argumento de la amistad. Cree que Correa pagaba con viajes, fiestas de cumpleaños y coches -hasta tres, según sus propias revelaciones- los favores de Sepúlveda con la trama. Primero desde la organización electoral del PP, encargándoles actos, y luego desde la Alcaldía de Pozuelo, mediando para que Correa o las empresas vinculadas a él se llevasen adjudicaciones en el municipio.
Antes que Sepúlveda fue Bárcenas quien mencionó sus amistades para sacudirse las acusaciones de la Fiscalía. El extesorero del PP quiso justificar de donde salían los fondos que guardó en Suiza, porque de ello dependen buena parte de la condena de más de 40 años que el Ministerio Público pide para él. Mencionó multitud de negocios, desde campos agrícolas en América Latina a prestamos inmobiliarios. Pero no exhibió ningún papel.
Bárcenas se justificó diciendo que en muchos casos eran acuerdos con personas de confianza, con amigos, con los que no era necesario formalizar un contrato. Es el caso de los negocios con el también extesorero del PP Ángel Sanchís, que nunca le preguntó a Bárcenas si Hacienda tenía constancia del dinero que aportaba a las inversiones. “¿Cómo voy a ir preguntando a mis amigos si han hecho la declaración de la renta o no?”, dijo Sanchís ante el tribunal.
La amistad también está detrás de un importante ingreso en las cuentas Suizas de Bárcenas. Según explicó al tribunal, en sus cuentas helvéticas aparecieron 174.000 euros que el senador del PP Luis Fraga le devolvía de un prestamos anterior. Barcenas le había prestado ese dinero dos picadas antes para comprarse una casa, alegó. No hay papel, ni se acordaron unos intereses, ni un plazo. Eras muy amigos, explicó el extesorero.
No pareció convencer a Sabadell, que se sorprendió de que la confianza entre dos personas les llevase a prestarse cientos de miles de euros sin un papel entre medias. El Ministerio Público sostiene que Bárcenas se lucró de manera ilegal, y que luego ocultó con falsas operaciones comerciales el vaciamiento de sus cuentas en Suiza justo después de enterarse de que le investigaban por corrupción.
El último en mencionar la amistad durante su declaración ha sido Alberto López Viejo, que durante un tiempo fue mano derecha de Esperanza Aguirre. Durante la fase de cuestiones previas, su defensa intentó que no se incorporase a la causa un vídeo en el que se le ve a él en un barco rodeado de amigos ilustres: Francisco Correa, Álvaro Pérez ‘El Bigotes’ y el yerno de José María Aznar, Alejandro Agag.
La Fiscalía cree que ese vídeo demuestra el vínculo entre algunos de los principales acusados. Pero López Viejo lo niega, y dice que solo estaba en ese barco porque era “amigo, muy amigo” de Agag, el único tripulante que no está sentado en el banquillo. Al resto apenas les conocía, asegura, a pesar de que el Ministerio Púbico cree que hizo con ellos suculentos negocios a costa de las arcas públicas.
En el caso de López Viejo, sus esfuerzos se han centrado en reducir su influencia en la contratación con las empresas de Gürtel. Tuvo un “papel residual” y no ordenó trocear contratos para ocultarlos a la intervención. Pero las declaraciones de quienes le han precedido no le dejan en buen lugar y complican su defensa. Correa dijo que le pagó comisiones y otros imputados le han situado como el nexo de la trama con el gobierno regional.
Con las declaraciones de Sepúlveda, Bárcenas y López Viejo se va agotando la lista de imputados. Aunque la previsión del tribunal era haber terminado con todas las declaraciones de los acusados antes de navidad, algunas han durado más de lo previsto y han trastocado los planes de la sala. Al final, este trámite se alargará hasta la segunda mitad de febrero.