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Buena nutrición infantil mejora ingresos en Guatemala pero expone a obesidad

La investigación, a la que la Agencia EFE tuvo acceso este jueves, estudió la nutrición durante el crecimiento y desarrollo de 2.392 menores de siete años de edad y mujeres embarazadas de cuatro comunidades rurales del departamento oriental de El Progreso durante 50 años.

EFE

Guatemala —

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El Instituto de Nutrición de Centroamérica y Panamá aseguró que una mejor nutrición durante el embarazo y los primeros 7 años de vida provoca mejores ingresos y mayor calidad de vida, aunque también provoca un mayor riesgo de obesidad, según el Estudio Longitudinal de Oriente de Guatemala.

La investigación, a la que la Agencia EFE tuvo acceso este jueves, estudió la nutrición durante el crecimiento y desarrollo de 2.392 menores de siete años de edad y mujeres embarazadas de cuatro comunidades rurales del departamento oriental de El Progreso durante 50 años.

La mitad fue alimentada con un suplemento proteico y la otra con una bebida azucarada y los primeros tuvieron un sobresaliente mejor desarrollo de vida.

Sin embargo, la sorpresa del estudio de la entidad centroamericana fue que las personas que fueron mejor alimentadas también fueron proclives al sobrepeso en su edad adulta, debido a que durante su juventud y adultez temprana tuvieron un mejor poder adquisitivo.

El coordinador del Centro de Estudios del Instituto de Nutrición de Centroamérica y Panamá, Manuel Ramírez, explicó a la Agencia EFE que los factores sociales e industriales de los alimentos, llamado factor “obesogénico”, podrían haber causado la tendencia a la obesidad de los sujetos mejor nutridos durante la infancia temprana.

“El grupo que recibió la bebida proteica -una mezcla de vegetales, leche descremada y energía (azúcar) que se distribuyó como atole (líquido espeso y caliente)- tuvo mejor escolaridad, creció 3 centímetros más de altura y tuvo mejor condición física que aquellos a quienes se brindó la bebida saborizante sin proteínas ni vitaminas”, narró Ramírez.

El grupo mejor alimentado con la “taza de suplemento de 180 mililitros” y con la posibilidad de tomar tazas adicionales “tuvo mejores ingresos y vivió mejor”, detalló el especialista, quien aseguró que la mayor sorpresa fue al hacer el análisis de las enfermedades.

“Cuando revisamos quién se enfermaba más encontramos que el grupo nutrido con la bebida tipo atole tenía menos riesgo de diabetes que quienes fueron peor nutridos, pero presentaron más riesgo de obesidad”, algo que podría estar relacionado al “acceso a alimentos procesados y de alta cantidad de calorías”.

El Estudio Longitudinal de Oriente comenzó hace 50 años con la distribución de las bebidas entre 1969 y 1977 con mujeres embarazadas y niños nacidos entre 1962 y 1977, continuó con otros siete seguimientos a la misma cohorte para verificar el desenlace entre la niñez, adolescencia y adultez temprana y mediana.

Entre los demás resultados sobresalió que la intervención nutricional benefició a los niños de muchas maneras, mejorando su peso al nacer y con tasas de mortalidad infantil menores en un 66% a las registradas entre 1949 a 1968, mientras que en las comunidades que tomaron agua con saborizante la reducción de mortalidad infantil fue de entre 24 y 19 por ciento.

Ramírez concluyó que “la alimentación en los primeros 1.000 días de vida, que va desde la concepción hasta los dos primeros años, es fundamental tener la mejor nutrición posible porque tiene repercusiones a lo largo de toda la vida”.

Sin embargo, eso no basta si al crecer y con un poder adquisitivo mejor se enfrenta un “ambiente obesogénico que puede contrarrestar o reducir el efecto” de esa nutrición adecuada, asintió, por lo que recomendó “llevar una vida sana”.

Si el ambiente es malo, sentenció el coordinador del centro de estudios, “va a opacar cualquier mejoría en salud y calidad de vida porque eso es muy poderoso”.

Según un informe de abril pasado de la Procuraduría de los Derechos Humanos de Guatemala, el 46,5 por ciento de los niños menores de cinco años padecen de desnutrición crónica en el país centroamericano, pero en el sector indígena esta cifra llega al 58 por ciento.

Esa situación coloca a Guatemala en el primer lugar de América Latina seguido por Ecuador y el sexto en el mundo con desnutrición crónica, pero en la población indígena son superiores a cualquier promedio mundial y en el área rural (53 %) Guatemala sólo es superado por Burundi.

A esa problemática se suma la alta prevalencia de sobrepeso y obesidad en las mujeres en edad fértil, la cual llega al 51,9 por ciento de éstas.

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