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España termina el año en alerta con diez asesinatos machistas en menos de un mes

Imagen de archivo de una concentración en contra de la violencia machista.

Ana Requena Aguilar / Ana Ordaz

29 de diciembre de 2022 22:02 h

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A María Elena, de 34 años, le faltaba una semana para salir de cuentas. Estaba embarazada de una nueva pareja y se encontraba con los dos hijos adolescentes que compartía con su ex. Fue este hombre el que el pasado miércoles por la tarde la mató, delante de sus hijos. La hija adolescente llamó a emergencias para contar lo ocurrido. Los sanitarios que acudieron practicaron una cesárea de urgencia, pero finalmente María Elena y su bebé murieron. El asesino, de 52 años, tenía unos antecedentes por violencia de género que databan de 2009. Fue detenido por la Guardia Civil.

Unas horas antes, otro hombre había matado a su mujer, de 45 años, en Bilbao. Unas horas después, un hombre de 37 años asesinaba en Madrid a su pareja de 20 años. Y otro varón, de 22, era detenido en Benidorm después de que su pareja cayera desde un sexto piso.

Sucede periódicamente, pero esa certeza no resta gravedad a la situación ni evita el dolor y la consternación que conlleva. De vez en cuando, en periodos cortos de tiempo, se concentra un elevado número de asesinatos machistas. Es lo que ha sucedido desde que comenzó diciembre: diez hombres han asesinado a sus parejas o exparejas mujeres. Los crímenes de otras dos mujeres se investigan como violencia de género.

El balance es de 12 mujeres asesinadas en 29 días (diez casos confirmados, dos en investigación), cuatro de ellas en las últimas 48 horas. No existe una explicación fácil para este trágico repunte, pero sí algunos factores que confluyen y que aumentan el riesgo durante estos días. Un hecho añade gravedad a lo sucedido: al menos la mitad de las mujeres asesinadas había denunciado. Algo falló.



“En el caso de las mujeres que no denuncian es un fracaso del sistema porque no hemos sido capaces de que quien vive la violencia busque ayuda o atención”, diagnostica el exdelegado del Gobierno para la Violencia de Género, Miguel Lorente. “Quiere decir que el sistema es parte del problema, que no tenemos los instrumentos necesarios para romper esas dinámicas. Pero cuando son ellas las que adoptan una posición crítica y rompen con las dinámicas para denunciar y salir y el sistema falla, es muy grave. Estás generando una confianza que se rompe. Quiere decir que no hemos hecho todo lo que podíamos hacer”, añade.

Después de una denuncia debe existir una valoración del riesgo. Y es esa valoración del riesgo la que en ocasiones falla. La abogada especializada María Ángeles Jaime de Pablo, expresidenta de la Asociaciones Themis, explica que en la mayoría de ocasiones solo se hace la valoración policial, que es la que luego queda registrada en el sistema Viogén (donde están incluidas todas las víctimas que denuncian). “Tiene una eficacia limitada, solamente coge los datos de la entrevista que le hacen a una víctima, muchas veces en estado de shock”, critica De Pablo. Es por eso que todas las expertas llevan años reclamando que sean los juzgados los que lleven a cabo la valoración del riesgo al agresor, un instrumento más eficaz.



Estas valoraciones forenses del riesgo están a disposición de los órganos judiciales para ayudar a los jueces a decidir sobre la protección de cada víctima. Sin embargo, los datos del Ministerio de Justicia muestran que su uso es residual: en 2019 solo se hicieron 2.152 estudios de este tipo, mientras que ese mismo año se dictaron 51.790 sentencias por violencia de género. “Estamos constantemente pidiendo que exista y se use este recurso a disposición de los juzgados para valorar el riesgo y modular la protección”, se queja De Pablo, que explica que una valoración del riesgo lo más aproximada posible serviría para decidir qué es más adecuado en cada caso; una orden de protección o alejamiento, un dispositivo telemático para el agresor o incluso la prisión preventiva.

El déficit más importante, subraya Miguel Lorente, está en la detección de la violencia en fases tempranas, cuando aún hay más capacidad para actuar. “La mejor forma de mejorar la respuesta es anticiparnos a la situación. Cuando llegas a la situación urgente, cuando ya es una fase crítica y peligrosa, es mucho más difícil. Ningún hombre empieza a maltratar diciendo 'a esta la mato yo', pero cuando llega ahí es más difícil pararlo”, asegura el médico forense, que también reclama un mayor uso de los dispositivos telemáticos que detectan cuándo los agresores se aproximan a las mujeres.



Según los casos confirmados hasta ahora, este año 48 hombres han asesinado a sus parejas o exparejas y 38 menores han quedado huérfanos. Desde 2003, año en el que empezó el recuento oficial de víctimas, hay 1.182 mujeres asesinadas por violencia machista. Los huérfanos ascienden a 377 menores desde 2013.

Refuerzo de la conducta

La acumulación de asesinatos hizo que el Ministerio de Igualdad convocara el primer comité de crisis este miércoles por la mañana. Este órgano, inédito hasta la fecha, está formado por Igualdad y los ministerios de Justicia e Interior, la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género, la Fiscal de Sala de Violencia sobre la mujer y representantes de las comunidades autónomas donde se han producido los feminicidios. Sus conclusiones fueron preliminares y generales, pero sirvieron para constatar algunos factores de riesgo, como la época del año.



El 75% de los feminicidios ocurridos en diciembre sucedieron en fines de semana o festivos. Los datos muestran que junio, julio y agosto, por un lado, y diciembre y enero, por otro, suelen subir los feminicidios. El de 2022 será, cuando se confirmen todos los casos, el peor diciembre de la serie histórica, que comenzó en 2003, año en el que se inició la recogida oficial de datos. La Delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, Victoria Rosell, explicaba que el aumento de la convivencia y de los conflictos durante los periodos vacacionales es un factor de riesgo.

Miguel Lorente lo constata: “No son factores determinantes, sí factores de riesgo”. Es decir, son factores que aumentan el peligro pero cuya relación no es de causa y efecto. Pueden confluir varios o no, y puede que una acción a tiempo de la institución pertinente elimine ese riesgo o lo amortigüe.

¿Por qué son estos periodos momentos de más riego? “Por las rutinas modificadas. No se va a trabajar o no se recoge a los niños del cole... Eso permite que se continúe la violencia y que se vaya acumulando durante el día”, explica Lorente. Los asesinos no siempre matan a mujeres con las que conviven, pero las fechas vacacionales, con su modificación de rutinas, ahondan en la sensación de pérdida de control de todos los agresores. El estudio de sentencias, apunta el forense, muestra cómo la franja horaria en la que suelen suceder más asesinatos es la que va de las ocho de la tarde a las dos de la mañana.

Hay, además, un “factor refuerzo” que, aunque polémico, puede llegar a influir en este tipo de repuntes. “Sabemos que la conducta humana se comporta de esta manera. No se trata de que surja de la nada, es que hay hombres que ahora mismo están pensando en matar a sus parejas o exparejas y cuando encuentran que otro lo ha hecho se ven reforzados”, apunta Lorente, que pone ejemplos muy diferentes para ver cómo ese refuerzo opera. Es el caso de los atentados yihadistas en los que se utilizan furgonetas para atropellar en medio de multitudes, un modus operandi que, de repente y tras el primer caso, pareció contagiarse.

Miguel Lorente apuesta por incluir con más claridad este tipo de “factores contextuales” en las valoraciones del riesgo: “Si vas a hacerle una valoración a una mujer con un instrumento que sea igual cada día no vas a tener en cuenta estas circunstancias. Si ha habido otros casos antes, súbele un grado a ese riesgo”. Tanto Igualdad como Interior han pedido estos días aumentar la vigilancia de todas las instituciones y actores involucrados. El ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, anunció este jueves el envío de circulares tanto a la Policía Nacional como a la Guardia Civil para “intensificar” las actuaciones contra la violencia machista y para que prime la valoración más favorable a las víctimas en las evaluaciones de riesgo.



Tras la reunión del comité de crisis, la Delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, Victoria Rosell, también mencionó la necesidad de seguir mejorando el sistema Viogén. ¿Cómo? Permitiendo que, además de la valoración de riesgo policial o judicial, incluya otro tipo de información, por ejemplo, de los servicios sociales, para tener un panorama lo más amplio posible de cada caso y poder tomar decisiones al respecto.

Ese mensaje de “alerta machista” lanzado por el Ministerio de Igualdad es “positivo”, cree la abogada María Ángeles Jaime de Pablo, aunque es difícil que por sí solo contrarreste “la invisibilización o la relativización de la violencia machista”. “Los asesinatos son evidentes, pero hay muchas otras agresiones. Hay que tener claro cuál es el origen de la violencia, al desigualdad, y es relevante que haya unidad entre los actores y actrices del escenario político, aunque esa unidad se rompió porque Vox decidió hacer bandera del machismo”, afirma. Los datos, prosigue, muestran con claridad que tras la aprobación de la Ley Integral contra la violencia de género en 2004 se registró una notable bajada del número de mujeres asesinadas. “Se asocia claramente al fin de la tolerancia social. Eso nos muestra el camino”.

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