2 de Mayo: blindar lo público para reconstruir la Comunidad de Madrid
Es en los momentos cruciales cuando toda una comunidad tiene la ocasión de mirarse frente al espejo. Es entonces cuando descubre que toda esa suma de infortunios particulares, en realidad, se han convertido en la norma y que convendría pasar página cuanto antes. Si el modelo ha fracasado toca alcanzar un acuerdo para impulsar otro. Así de sencillo.
El Coronavirus llegó a España sin preguntar, y lo hizo, principalmente, a una Comunidad de Madrid que llevaba 25 años gobernada por el Partido Popular. La política es un arte que se practica en el terreno de lo inmediato pero cuyos efectos se hacen notar a largo plazo. Esto explica los esfuerzos de Isabel Díaz Ayuso por echarle un pulso a un Gobierno de coalición que no tiene ni 4 meses en vez de reflexionar qué es lo que ha fallado en las políticas que han dominado la región durante un cuarto de siglo.
Una de las lecciones que nos deja la actual crisis del coronavirus es el papel esencial del Estado para protegernos, mediante unos servicios públicos fuertes y de calidad. El modelo fracasado de los 25 años del PP ha nadado en dirección contraria, tratando lo público como una fuente de negocio para un puñado de lobbies empresariales, generalmente vinculados a la construcción y a las grandes actividades especulativas, que se han terminado encargando de la gestión de nuestros servicios públicos.
¿Y por el camino? Sobresueldos, sobrecostes, campañas electorales financiadas “en B” ... Ese ha sido el modus operandi del PP de Aguirre o Cifuentes. Un peaje necesario (y recurrente) para continuar privatizando y haciendo negocio con derechos fundamentales como la vivienda o la salud, mientras recortaban nuestros servicios públicos.
El caso más sangrante de este modelo fracasado es el que estamos presenciando en las residencias de mayores. Un modelo donde las concesiones se hacían “a precio” (no se valoraba el mejor servicio, sino la oferta económica aparentemente más baja), garantizando el negocio para los de siempre, mientras nos dejaban una plantilla precarizada y medios insuficientes para garantizar la salud de nuestros mayores. Las consecuencias son de sobra conocidas.
Todo esto no se puede volver a repetir, ha llegado el momento de pasar página. Para reconstruir la Comunidad de Madrid necesitamos un gran acuerdo que blinde lo público.
Blindar lo público es proteger nuestra sanidad, pero también sectores clave como la educación o la dependencia que, por su carácter esencial, no deberían ser explotados por empresas privadas.
Con blindaje nos referimos a que los servicios públicos tengan siempre la financiación suficiente para garantizar el bienestar, la seguridad y la salud de las personas antes que el lucro sin importar quien gobierne.
También supone afirmar su papel activo en la economía. Siendo una de las regiones más desiguales de España, a pesar de tener el mayor PIB, lo público no puede limitarse a ser un mero gestor de servicios. Al contrario, puede y debe afirmarse como un dinamizador necesario de la actividad económica regional, promoviendo el desarrollo de sectores económicos que dejen alto valor añadido.
En último lugar, pero no por ello menos importante, blindar los servicios públicos es garantizar su financiación. Esto sólo puede venir de manos de una fiscalidad patriótica que garantice que las grandes fortunas empiecen a pagar impuestos.
Se avecinan tiempos aún más difíciles. Con el desconfinamiento llegará una dura crisis económica. Para entonces, es fundamental tener instituciones preparadas para salvar a la gente sin que nadie se quede atrás. Esto es algo que el Gobierno de coalición ya ha entendido a nivel estatal, llegando a plantearse incluso reformar la Constitución para blindar algunos servicios públicos esenciales.
Con ese objetivo, este 2 de Mayo evocamos la necesidad de un nuevo contrato social madrileño. Un gran pacto que coloque como prioridad el blindaje de lo público para la reconstrucción. Porque esta es la única manera de garantizar que nuestra región avanza pensando en la gente humilde, y no en el negocio de un puñado de especuladores.
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