Parches de nicotina: ¿es buena idea utilizarlos para mejorar las capacidades cognitivas?

Parches de nicotina para el cerebro

Darío Pescador

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En la serie de Sherlock Holmes, protagonizada por Benedict Cumberbatch, el famoso detective ya no es cocainómano, como en los libros originales, sino que se pone parches de nicotina para pensar mejor. ¿Qué hay de cierto en esto?

Cuando la gente piensa en los riesgos del tabaco, el cáncer de pulmón es lo primero que viene a la cabeza, y no sin motivo. Se calcula que fumar tabaco es responsable del 90% de las muertes por cáncer de pulmón. Sin embargo, la nicotina no es la causante de los casos de cáncer. Es todo lo que la acompaña. El humo del tabaco contiene más de 7.000 sustancias químicas de las cuales al menos 70 pueden causar cáncer. Si hubiera un escape con esa composición, se declararía una emergencia. 

Aunque el humo del tabaco es muy tóxico, la nicotina por sí sola tiene beneficios bien documentados. Se sabe qué aumenta la atención, mejora la concentración, aumenta el rendimiento físico, evita la fatiga y mejora el estado de ánimo. Al menos, a corto plazo. 

Entonces ¿merece la pena administrar nicotina de otras formas, como vapear o parches, en los que no se exponga al organismo a las toxinas del humo del tabaco, mientras se sigan teniendo las ventajas de la nicotina? La respuesta rápida parece ser no, pero merece la pena mirar con más detalle por qué.

La nicotina y el cerebro 

La nicotina es una sustancia natural que se encuentra en las hojas de tabaco. También está presente en cantidades mucho menores en otras plantas, como las berenjenas y los tomates. Las plantas evolucionaron para usar la nicotina como insecticida, ya que es una neurotoxina muy potente. 

Sin embargo, cuando la nicotina entra en el cuerpo humano en dosis bajas, actúa como estimulante, provocando un aumento del ritmo cardíaco, la presión arterial y la respiración. La nicotina también afecta al cerebro, concretamente a la zona conocida como sistema dopaminérgico mesolímbico. Este sistema es responsable de regular el estado de ánimo, la motivación y el refuerzo de las actividades placenteras, y es lo que hace adictiva a la nicotina.

La nicotina aumenta la liberación de dopamina en el cerebro, lo que provoca sensaciones de placer y satisfacción. La dopamina es el neurotransmisor que regula la motivación y la recompensa. Es la que nos impulsa a comer, beber, tener sexo, y también a tomar drogas. La nicotina es especialmente insidiosa porque la principal motivación que produce es la de consumir más nicotina, dispara una sensación de placer cuando se consigue y, por el contrario, produce ansiedad al poco tiempo de dejar de consumirla.

La nicotina también suplanta al neurotransmisor acetilcolina, que está implicado en el aprendizaje y la memoria. La nicotina ha demostrado mejorar estas funciones cognitivas tanto en animales como en humanos. Por eso uno de los principales motivos que citan los fumadores para seguir fumando es la de “mantener la concentración”. Los investigadores han observado que la nicotina alivia los efectos de la abstinencia del tabaco, que produce dificultad para concentrarse, deterioro de la atención y la alteración de las funciones de la memoria de trabajo o a corto plazo.

Este es el gran poder de la nicotina para una persona acostumbrada a consumirla constantemente: no es que la nicotina les dé superpoderes, sino que sin nicotina, se vuelven más ansiosas y menos inteligentes.

Se ha visto que las personas que padecen trastornos mentales como esquizofrenia, trastorno bipolar, depresión, y déficit de atención e hiperactividad (TDAH) fuman por encima de la media. Estas personas sufren alteraciones cognitivas precisamente de la atención, la memoria de trabajo y las funciones de inhibición de la respuesta (implicada en el déficit de atención), las mismas que la nicotina puede aliviar. La nicotina también puede tener algunos efectos protectores contra la enfermedad de Alzheimer y otras formas de demencia.

Sin embargo, no todos los efectos de la nicotina en el cerebro son positivos. La nicotina no solo suplanta neurotransmisores, también es una sustancia tóxica por sí sola. Aunque no de la misma forma que los carcinógenos del humo del tabaco, la exposición a largo plazo a altos niveles de nicotina puede provocar graves problemas de salud. 

Los daños de la nicotina 

El tabaco no solo afecta a los pulmones, también es uno de los principales responsables de los infartos y otras enfermedades cardiovasculares. El mecanismo por el que ocurre esto es el daño al endotelio, una capa de una sola célula de espesor que recubre el interior de los vasos sanguíneos y el corazón. 

El humo del tabaco produce un aumento de los radicales libres en la sangre que daña esta delicada capa de células. El sistema inmunitario reacciona con un aumento de las famosas citoquinas, sustancias inflamatorias. Esto lleva a la aterosclesosis, es decir, la formación de placas en los vasos sanguíneos. 

Pues bien, la nicotina por sí sola también afecta al endotelio. En este caso no solo produce radicales libres, sino que además inhibe la producción de óxido nítrico (NO), la molécula esencial para la circulación sanguínea (y las erecciones). Esto se ha comprobado (con ratas obesas) a las que se administró solo nicotina por vía oral. Como resultado, su función endotelial, que ya era mala por la obesidad, se volvió mucho peor.

En definitiva, la nicotina por sí sola, como la que se consume con los parches o chicles, también está afectando al sistema circulatorio, aunque no afecte a los pulmones. En el caso de los cigarrillos electrónicos, a estos efectos de la nicotina hay que sumar los de vapear, que se ha comprobado que irrita el tejido de los pulmones de forma similar al tabaco.  

Por supuesto, la dosis tiene mucho que ver en este caso, y la dosis de nicotina que toma la gente tiene que ver con la adicción a la nicotina. Tanto los cigarrillos como los cigarrillos electrónicos producen adicción porque la nicotina pasa a la sangre muy rápidamente (en menos de dos segundos). Los métodos de administración como los parches y los chicles tienen menor riesgo de adicción porque la liberación es lenta. 

Esto hace que algunas personas que no son adictas al tabaco ni a vapear se decidan a usar la nicotina en parches o chicles ocasionalmente como “smart drug”, una droga para aumentar sus capacidades mentales, como la concentración y la memoria. Las dosis empleadas con este fin son muy pequeñas (unos 2 miligramos al día), y el riesgo de adicción es bajo. Sin embargo, los estudios sobre la nicotina indican que el uso continuado puede traer problemas, y además, los efectos de esta suplementación no son tan pronunciados en personas sanas. Por muchos parches que usemos, no todos podemos ser como Sherlock Holmes. 

* Darío Pescador es editor y director de la revista Quo y autor del libro Tu mejor yo publicado por Oberon.

¿En qué se basa todo esto?

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