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Aplausos contra el socio Rufián

La presidenta del Congreso, Ana Pastor

Rodolfo Irago

La sesión de control al Gobierno de esta semana ha provocado un fenomenal escándalo por los insultos cruzados, las palabras gruesas, la expulsión de Rufián y por el presunto escupitajo de un diputado de Esquerra al ministro Borrell.

Todo muy lamentable como dijo la presidenta del Congreso, Ana Pastor, a quien también se le está acabando la paciencia en esta interminable y agotadora legislatura que cada día nos deja un destrozo nuevo, hoy en el Supremo, mañana en el Poder Judicial y casi todas las semanas en el Congreso.

En medio de toda esa algarabía se produjo el que me parece que fue el gesto político de más valor: la reacción de entusiasmo y rabia de los diputados del PSOE, puestos en pie aplaudiendo después de que el ministro Borrell le dijera a Gabriel Rufián que solo venía a la Cámara a arrojar serrín y estiércol.

Es insólito que un partido que está gobernando aplauda con entusiasmo a alguien que acaba de descalificar con tanta crudeza a uno de los socios principales de ese mismo Gobierno. Pedro Sánchez y Carmen Calvo acababan de salir del hemiciclo, pero el resto de ministros se levantaron también para ovacionar a Borrell. No sé si alguno tuvo tiempo de darse cuenta de la paradoja de estar celebrando un correctivo contra alguien que fue clave para que ellos estén y se mantengan en el Gobierno. 

No es la primera vez que los socialistas muestran sus ganas de responder a Rufián. Algo muy similar ocurrió hace dos años, durante el durísimo trance de la abstención ante Rajoy para evitar unas terceras elecciones, cuando el entonces portavoz socialista, Antonio Hernando le recordó toda la sangre, el sudor y las lágrimas que el PSOE había derramado para lograr y consolidar la democracia que le permitía a él estar en el Congreso.

La diferencia es que entonces, Rufián y Esquerra estaban contra el PSOE y hoy son socios imprescindibles para aprobar los presupuestos y seguir en la Moncloa. El aplauso a Borrell ha dejado salir a la superficie el silencioso rechazo que sigue habiendo en amplísimos sectores del PSOE a vivir a base de acuerdos con los independentistas catalanes e incluso con Podemos.

Muy pocos lo van a decir en público, pero son muchos, sobre todo los que gobiernan en sus territorios, los que temen las consecuencias electorales de la situación de debilidad de un Gobierno, incapaz, a día de hoy, de aprobar sus presupuestos y que ha vuelto a entrar en una situación de inestabilidad permanente. Parece claro que en la Moncloa solo esperan ya a que se abran las urnas el 2 de diciembre en Andalucía para fijar la fecha de las generales adelantadas.

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