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Pollock saluda a Picasso en casa

Peggy Guggenheim con Jackson Pollock, en la foto que abre la exposición.

Amalia Bulnes

Cada vez que Jackson Pollock, figura imprescindible en la Historia del Arte Contemporáneo, creía haber conquistado un nuevo territorio pictórico, miraba a Pablo Picasso y se decía contrariado: “Mierda, el hijoputa éste ya había llegado a esto”.

Es ese duelo, el pulso constante con quien te produce la más profunda admiración, lo que explica la presencia única en España -que la convierte en uno de los acontecimientos culturales del año en el país- de la colosal obra Mural, de Jackson Pollock, en el Museo Picasso de Málaga, dentro de la exposición 'La energía hecha visible', inaugurada este miércoles para el público en medio de un más que justificado revuelo mediático y social.

Recién llegada de Venecia y Berlín, la obra Mural -icono donde los haya del arte norteamericano contemporáneo- visitará tan sólo después de Málaga, la Royal Gallery de Londres (donde se medirá de frente con otras obras de Pollock con las que nunca antes ha compartido espacio), dentro de un tour internacional resultante de los 18 meses que la pieza ha estado sometida a restauración en el Instituto Paul Getty de Los Ángeles.

Contaba ayer la anécdota de la admiración deslenguada de Pollock, convertida finalmente en rivalidad, en un deseo casi enfermizo de superarle, el comisario de la exposición, David Anfam, para quien este Mural, obra primerísima de Pollock, presenta tras los trabajos de restauración, “un renacimiento, con los rojos intensos, los amarillos ácidos, la linealidad intacta...”.

Un encargo de Peggy Guggenheim

La millonaria mecenas Peggy Guggenheim encargó en 1943 a un entonces desconocido Jackson Pollock una obra para decorar el vestíbulo de su casa de Manhattan, y el resultado fue este lienzo de lino belga de seis metros de ancho y poco menos de dos metros y medio de alto, que, según relató ayer el comisario, quedó instalado en ese hall, alargado y muy estrecho, que hacía que los visitantes a la casa “no pudieran alejarse para verlo y se sintieran inmersos en la obra”. Ese fue el origen, casi casuístico, de uno de los principios que guiaría a Pollock y a sus artistas contemporáneos a la hora de pintar: la fabricación de piezas que situaran al espectador dentro de la creación artística.

En una carta del 29 de julio de 1943 expuesta también estos días en el Museo Picasso de Málaga, Pollock le anunciaba el encargo a su hermano Charles y le contaba cómo, cuando se ponía ante el lienzo aún en blanco, ya sentía “que sería algo emocionante”, como explicó también su comisario, en un recorrido por la exposición.

Y es que junto al Mural se podrán ver hasta el 11 de septiembre en Málaga otras 41 obras del propio Pollock y de otros autores como Adolph Gottlieb, Roberto Matta, Robert Motherwell, David Reed, Antonio Saura, Charles Seliger, David Smith, Frederick Sommer, Juan Uslé y Andy Warhol. Se encuentran repartidas por las salas de exposición temporal del Museo Picasso óleos sobre lienzo, dibujos y bocetos preparatorios, así como algunas imágenes fotográficas muy impresionantes del llamado movimiento 'Action Photography', que discurrió en paralelo a la 'Action Painting' de la que Pollock es el icono por antonomasia.

Lee Krasner, la mujer del genio

Especialmente emocionante es la sala final del recorrido expositivo, donde se encuentra situado el 'Mural', en un diálogo bellísimo con la también monumental obra 'Another Storm', de la pintora norteamericana Lee Krasner, esposa de Jackson Pollock.

Hace justo en este 2016 sesenta años que Pollock murió repentinamente en un accidente de tráfico, cuando tenía 44, en 1956. A los problemas con el alcohol del pintor le sucedió este fatal desenlace que tuvo a su mujer cuatro años en estado de shock, sin trabajar. Su primera experiencia pictórica tras el trauma fue esta pieza que puede verse ahora en Málaga frente al 'Mural' y que, para David Anfam, hace “perfectamente visible la energía y el movimiento de Pollock que da título a la exposición”.

Bernard Ruiz-Picasso, nieto del artista y presidente del Consejo Ejecutivo del Museo Picasso de Málaga, cree que exposiciones como ésta son “la razón de la existencia” de la pinacoteca, “al poder ver en las salas de la colección permanente obras de Picasso y, al mismo tiempo, parte de lo que fue la creación artística del siglo XX”.

“Cuando Picasso hacía su trabajo, daba elementos que alimentaban la creación de otros artistas, y Pollock los utilizó varias veces”, dijo Bernard. Es justo el mismo discurso del comisario de la exposición, para quien esta exposición tiene un claro objetivo: “Visibilizar la sombra alargada que el 'Mural' ha tenido en la historia del Arte desde su creación hasta el presente y mostrar tanto lo que hay dentro, como lo que ha salido de él, su repercusión”.

Entre los que se sintieron atrapados por su sombra, David Anfam quiso nombrar a otro totem del arte contemporáneo, Mark Rothko. “No es casual que justo en 1944, Rothko pintara una obra para el MOMA sorprendentemente grande; y otra más al año siguiente... No hay duda de que vio el Mural de Pollock y le conmovieron esas dimensiones de escala épica”.

Así que todo, no lo olvidemos, parte de Picasso, de esa fascinación contagiada casi en efecto dominó de un artista a otro donde no faltaron las influencias políticas: “No se molesten -explicó en un tono naive el comisario- pero Picasso era considerado un comunista, y esta pieza está hecha en un momento muy puntual de la II Guerra Mundial... Pollock se sentía incluso atraído por ese lado antifascista de Picasso plasmado en el Guernika, por los horrores de la guerra expresados por el pintor español, que para muchos en Estados Unidos era un rebelde podrido de Rusia”, relató.

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