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Venezuela, la esperanza que convoca

Alpidio Armas

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No procede insistir, por conocida, en la estrechísima relación entre Canarias y Venezuela; pero sí diré que hay una muy extensa colonia canaria de primera, segunda, tercera y hasta cuarta generación de canarios viviendo en el país hermano.

Hijos, nietos y bisnietos de aquellos 3.586 valientes (¡a la fuerza ahorcan!), que se arriesgaron a una travesía más que incierta en los 34 barcos fantasma, en penosas condiciones de seguridad “porque el barco no llevaba corredera ni sextante” (Manuel Navarro Rolo), y que tardaba entre 21 días, Benahoare; hasta los 86 que tardó El Saturnino, con 81 pasajeros.

A esta primera fase migratoria siguió otra en vapores y con papeles que fue más numerosa.

Cuando al presidente Sánchez, en mitad de la cumbre de Davos, le llega la noticia de que Juan Guaidó se había proclamado presidente de Venezuela, consciente de la importancia del asunto, toma la iniciativa, y convoca sobre la marcha a los presidentes de Colombia, Ecuador y Costa Rica.

Concluida la reunión, Sánchez sale a la calle y llama a Guaidó para trasladarle “la empatía con su coraje en su intento por representar la voluntad de los venezolanos”.

Se mueve el Presidente en un dilema complicado entre por un lado el reconocimiento explícito e inmediato del nuevo presidente de Venezuela, y por otro la búsqueda del consenso que posibilite una postura común de los 28, que fortalecería el proceso mucho más que las posturas individuales. Todo esto, priorizando la salvaguarda de los intereses y la vida, de los españoles residentes.

Si bien España trató de convocar en Davos el Consejo de Política Exterior, la importancia de los hechos no era la misma para todos los países, y finalmente no fue posible. En esa búsqueda de consenso y posición común se da un primer paso cuando Berlín, París y Londres se suman a la posición española de dar un plazo corto (8 días), para que Maduro convoque elecciones.

A esto sigue la posición común de la UE (no fue fácil convencer a Grecia y Austria), que niega el reconocimiento a Maduro, le insta a “la celebración urgente de elecciones presidenciales en Venezuela”, le advierte de que de no ser así, tomará medidas como “el reconocimiento de un nuevo liderazgo en el país, en línea con el artículo 233 de la Constitución venezolana”; diseña un marco sólido de transición institucional, y dibuja un legítimo bloqueo a la continuidad del régimen.

Esta posición obliga a Maduro a decidir entre si convoca o no convoca. Ya ha dicho que no; y por lo tanto concluido el plazo, la posición de la UE será automáticamente el reconocimiento de Guaidó.

El fin es el mismo, pero se le da legitimidad democrática al proceso de transición en Venezuela, y se da mayores garantías de seguridad a los españoles residentes, bajo el paraguas de esa posición común. En cualquier caso, esa transición será, a medio/largo plazo.

Imposible en primer término controlar las instituciones, dar las necesarias garantías de legitimidad y transparencia al proceso, dotarse de la logística imprescindible, y convocar elecciones en menos de tres meses.

Es necesario moverse entre la prudencia, porque un mal movimiento podría echarlo todo a perder; y la urgencia de hacer conocer a Maduro que España y la UE apoyan a Guaidó.

“Suenan fuerte los tambores de guerra en Venezuela”, dice el expresidente uruguayo José Mújica, y añade “sólo la política puede evitar la guerra”.

Preocupa lo que dice Pepe Mújica, filósofo y pensador de reconocido prestigio, que siempre va más allá de la anécdota, y es una de las personas de mayor capacidad de análisis de lo que pasa en el mundo.

No despreciemos lo que dice Rusia, China, Turquía y Cuba entre otros, que niegan legitimidad al proceso y apoyan abiertamente a Maduro.

Dice Juan Cruz en su análisis de la situación que expresa en un artículo publicado en El País, titulado “El extraño deseo de que España lo haga mal” que “la crisis venezolana requiere mucho tacto”, pondera y valora la reacción escalonada del Gobierno español, sin precipitar acciones, y pone de relieve el papel de una política exterior común de la UE.

“España se debe, en su política exterior a consensos europeos, y se debe a los españoles que…. tienen allí intereses, el más alto de los cuales es la vida”.

Venezuela, hoy como ayer nos convoca a la esperanza. En el pasado a la búsqueda de un trabajo, unos beneficios que aquí no teníamos. Ahora a la recuperación de esa Venezuela nostálgica; a ese gran país con el que Canarias está unida en lazo fraternal, que alivió el hambre y proporcionó recursos.

Alejémonos de las posturas radicales y ultramontanas que nacen en el bajo vientre. Actuemos con inteligencia. Tiento y tino pues, para poder seguir en el futuro celebrando la riqueza de la mescolanza que canta Braulio con singular belleza plástica; Venezuela siempre ha sido / para el hombre de mi tierra / la esperanza que convoca / la folía se mezcló con el joropo / el sancocho se encontró con un hermano / y se han cogido de la mano / gofio, mondongo y potajes.

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