Alerta máxima en el sector atunero local por posibles pérdidas de hasta 17 millones de euros en la zafra actual
El sector atunero canario, solo artesanal y de los más sostenibles del mundo (captura las piezas una a una y con anzuelo y cebo vivo, en pequeñas embarcaciones pocas veces superiores a los 12 metros de eslora), se desangra poco a poco desde hace unos cuatro meses.
El origen del problema es que no hay capturas de túnidos, algo que ocurre este año porque el atún que debió pasar en esta época por aguas de las islas, la tuna, se lo están merendando otros más abajo: los potentes cerqueros industriales que faenan al sur de Canarias. Y claro, así no migra y pasa por aquí, al menos como lo hizo en los dos años anteriores, cuando aportó casi el 50% de las capturas totales (de la especie tuna, así llamada en Canarias, con nombre científico Thunnus obesus).
Ese es el motivo de mayor fuerza, el principal anotado por los pescadores canarios, para que el 80% de la flota atunera local esté hoy en día amarrada a puerto, sin hacer la zafra y sin tener ingresos desde abril pasado.
Con estos antecedentes y sin soluciones a la vista, la previsión del sector extractivo local es que se cierre el año con un máximo del 30% de las descargas medias en los dos años anteriores, en torno a 10.000 toneladas por ejercicio de 12 meses. Ese porcentaje supondría el valor absoluto anual más bajo desde la campaña de 1990, según datos oficiales del ICCAT.
Pendientes de que los políticos arreglen algo
Si así fuera, los armadores isleños dejarían de ingresar hasta 17 millones de euros en 2018, el 70% del valor de las capturas de túnidos en las zafras más comunes años atrás. El destrozo es inmenso y ya están con el agua hasta el cuello.
La actividad extractiva canaria se ha parado en seco; se ha congelado porque no hay cardúmenes, y lo peor es que, a día de hoy, la opción que queda para salvar algún punto en este dramático partido se escabulle, pues, cuando caiga hacia el trópico el atún blanco (barrilote, bonito del norte o Thunnus alalunga) que ahora se extrae en la costera del bonito, la cuota anual para capturas de esa especie en España estará finiquitada. Mucho se temen los armadores canarios que, como ya ha ocurrido con el atún rojo, solo puedan verlos pasar, y entonces lo harán desde los diques de los puertos o las cubiertas de los pesqueros aún atracados.
Con este panorama y sin soluciones de urgencia a la vista, debido a que los gobiernos canario y español poco o nada han avanzado en la petición de disponer de parte de la cuota de atún blanco para la flota canaria en los meses de otoño e invierno de este año (en torno a 2.000 toneladas), la solución más esperanzadora, el sector local ya anuncia movilizaciones, protestas, acciones reivindicativas que, según confirmó este viernes un líder pesquero del ámbito profesional en Tenerife, al menos contribuyan a que los gestores públicos competentes en la materia se muevan, que parece que andan dormidos.
En agosto puede subir aún más la temperatura ambiente, pero ya no será solo por lo más que caliente el sol.