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Javier Fernández Quesada, la última víctima de la herencia franquista en Canarias durante la transición

Imagen del estudiante Javier Fernández Quesada, asesinado en 1977. (Foto: Iniciativa promovida en Change.org)

Jennifer Jiménez

Las Palmas de Gran Canaria —

Lejos de quienes piensan que Canarias quedó al margen de los acontecimientos ocurridos en la difícil transición española hacía a la democracia, el Archipiélago también jugó un papel fundamental, protagonizando movilizaciones y protestas ciudadanas que tenían como punto importante la Universidad de La Laguna (ULL). En 1977, la muerte de un estudiante de Biología, Javier Quesada, por impacto de balas de la Guardia Civil marcaba un hito importante para comprender el clima de tensión que se vivía en la época.

La mañana del 12 de diciembre de ese año se había programado una multitud de manifestaciones. Entre ellas, los trabajadores portuarios, los empleados del transporte o del sector del tabaco (entonces importante en las Islas) salían a reivindicar sus derechos. A estas protestas se solían sumar los estudiantes. De hecho, el actual presidente de Nueva Canarias (NC), Román Rodríguez, entonces estudiante de cuarto de Medicina, cuenta cómo se organizaban para ir aula por aula presentando un discurso con el objetivo de convencer a los universitarios de por qué era importante secundar las huelgas.

Había centenares de jóvenes militando en la izquierda de aquella época, “que fue muy activa aunque estuvo marcada por la dispersión”, recuerda Rodríguez. No obstante, Quesada no estaba vinculado a ningún partido, aunque más tarde se supo que defendía ideas progresistas, indica. Ese día, el joven murió, como podían haber fallecido otros estudiantes que se encontraban con él, ya que la Guardia Civil “disparaba a las personas, no al aire”, asegura. Así se pudo constatar previamente en los impactos de balas del actual edificio central de la Universidad.

En este edificio se encontraba Rodríguez en el momento en el que cayó Quesada tras ser disparado. Junto a él estaba su hermano Gonzalo y otro estudiante de sexto de Medicina que prestó al joven asistencia inmediata, aunque pudo certificar rápidamente que había muerto. El actual líder de Nueva Canarias indica que se creó un auténtico momento de confusión, ya que al oír los disparos corrieron en el sentido del peligro, hacia la puerta principal, sin saber lo que allí se avecinaba. En aquel momento había entre diez y quince jóvenes que quedaron impactados al ver lo que le había sucedido a este alumno de Biología.

El actual miembro de Podemos José de León, en aquel momento estudiante de Historia, recuerda haber estado muy vinculado a los movimientos de la izquierda de la época. Ese día, asegura que estaba participando en las protestas de los trabajadores cuando le llegó la noticia de que la Guardia Civil (que nunca entraba en el campus universitario) se encontraba en él. Las primeras informaciones que tuvo apuntaban a que habían disparado en la ventana de uno de los colegios mayores, por lo que rápidamente volvió al campus.

Al llegar, de León cuenta cómo vio a un grupo de manifestantes y a la Guardia Civil “escondida”. En el colegio mayor pudo comprobar cómo una bala “había atravesado la ventana y la pared y había chocado en el baño”, señala. El entonces estudiante asegura que este día lo recuerda como si fuera ayer, que el pánico se adueñó  de los jóvenes y empezaron a correr la voz de que todos se retiraran de las ventanas.

En uno de los momentos en los que de León se asomó a una de estas ventanas pudo ver “un coche negro con una persona totalmente vestida también de oscuro y que hablaba con unos guardias civiles que estaban escondidos detrás de unos árboles”, rememora. Entonces, empezaron a disparar y los estudiantes de nuevo a correr.

De León explica que en una de las habitaciones había un estudiante llorando y que al ayudarlo a retirarse de la ventana apreció a varios guardias civiles disparando en la universidad.  Al rato, se escuchó cómo llegaba una ambulancia al campus y el día se paralizó. “Parece incluso que oscureció mucho más temprano”, recuerda también Román Rodríguez.

Confusión en el campus

Durante las primeas horas, no se sabía con exactitud quién había muerto. No existía entonces la facilidad de comunicación con la que contamos ahora, puntualiza el presidente de Nueva Canarias, quien recuerda que la incertidumbre fue mayor para las familias de los estudiantes que no eran de Tenerife, como es su caso o el del propio Quesada, que procedía de Las Palmas de Gran Canaria.

Tras el suceso, se decretó la orden de que nadie saliera de sus habitaciones y el Gobierno envió a un jumbo al campus. José de León afirma que fue una de las personas a quien llamaron para ir a identificar el cadáver. Junto a él se encontraba una familia de La Orotava que lloraba desconsolada al creer que se trataba de su hijo.

Finalmente, fue otra persona quien certificó que el estudiante muerto era Javier Quesada, de segundo de Biología y que había estudiado en el mismo colegio que de León en Las Palmas de Gran Canaria, el Viera y Clavijo, razón por la que lo conocía.

El movimiento estudiantil se paralizó

José de León explica que el movimiento estudiantil de la época quedó prácticamente paralizado tras este suceso durante algún tiempo. En los días siguientes había toque de queda y un clima de tristeza se adueñó del campus.

Después del incidente, varios estudiantes recorrieron las instalaciones para comprobar el impacto de las balas que alcanzaron los colegios mayores, además del edificio central. Al cabo de unos días, los estudiantes fueron al rectorado a pedir explicaciones de lo que había ocurrido.

El acontecimiento produjo un auténtico “shock”, asegura de León, quien al igual que Rodríguez recuerda que la Guardia Civil nunca accedían al campus. El incidente les situaba en una situación de inseguridad. Además, nunca pagó nadie por este crimen.  Se creó una comisión de investigación pero jamás se nombraron culpables. La versión oficial, como se recoge en este artículo de El País publicado el 13 de diciembre de 1977, nunca vinculó los disparos de la Guardia Civil con la muerte del joven y se aseguró que se había tratado de un incidente por alteración del orden público que obligó a las fuerzas del Estado a intervenir. 

Un suceso de gran repercusión en la época

Rodríguez cuenta cómo la noticia generó repercusión entre la prensa más combativa de la época y que su hermano Gonzalo fue entrevistado para algunos reportajes que se publicaron. Menciona revistas como Triunfo o Interview. El periodista canario José Luis Morales también llegó a hacer reportajes sobre este hecho.

Posteriormente, se celebró una manifestación en repulsa por la muerte de este joven en su ciudad natal, Las Palmas de Gran Canaria. Una época en la que además Luis Mardones era el gobernador civil.

El caso de Javier Quesada es singular porque nunca quedó recogido como víctima de la represión franquista. Fue asesinado el 12 de diciembre de 1977 y la Ley de memoria histórica reconoce a las víctimas represaliadas hasta octubre de ese mismo año. Por sólo dos meses no está reconocido como tal, a pesar de que en su momento hubo movilizaciones para ello.

Además, no fue la única persona asesinada durante esa época. Rodríguez recuerda como un año antes moría a tiros de la Policía el joven Bartolomé García, a quien confundieron con el Rubio.  Antes de este suceso, también era asesinado Antonio González, obrero vinculado a CCOO y luego a un sindicato de la izquierda radical. “Digamos que no era algo frecuente, pero ocurría”, indica el político nacionalista. 

Una calle para recordar a Javier Quesada

Una iniciativa ciudadana abanderada por el portavoz de la Plataforma de Fusilados de San Lorenzo lleva meses recabando firmas en ‘Change.org’ para pedir al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria una calle con el nombre de Javier Quesada en la ciudad.

En estos momentos, hay más de 1600 personas que han firmado en la plataforma a favor de esta propuesta.

Además, el estudiante ha sido recordado recientemente coincidiendo con el 39 aniversario de su muerte en la Universidad de La Laguna, en una iniciativa promovida por la Asamblea del Movimiento Estudiantil Canario AMEC, que lo recuerda como símbolo de lucha y de resistencia de un pueblo que luchaba por sus derechos.

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